¡°Si mi padre no hubiera tenido el arma, ella quiz¨¢s habr¨ªa escapado¡±
Manuel mat¨® a su exmujer con la escopeta que le devolvi¨® la Administraci¨®n sin tener en cuenta sus antecedentes. La hija rememora el calvario de su madre
Piedad Pacheco recog¨ªa aceitunas cuando su exmarido, al que hab¨ªa denunciado en dos ocasiones por amenazas, fue a su encuentro y cumpli¨® lo prometido. El 1 de enero de 2006, Manuel Campa?a dispar¨® tres tiros: dos de ellos por la espalda, de lejos; uno a quemarropa. Piedad ten¨ªa 39 a?os. Su asesino us¨® una escopeta que le hab¨ªa sido requisada cuando ella acudi¨® al juzgado por segunda vez y que, posteriormente, al ser absuelto ¡°por falta de pruebas¡±, le fue devuelta. La Administraci¨®n no tuvo en cuenta sus antecedentes. Ahora, casi siete a?os despu¨¦s de que Beatriz, la hija de la v¨ªctima, reclamara responsabilidad patrimonial al Estado, la Audiencia Nacional le ha dado la raz¨®n y establece una indemnizaci¨®n de 25.000 euros. Para ella no es cuesti¨®n de dinero. Es justicia: ¡°Si mi padre no hubiera tenido arma, mi madre quiz¨¢s habr¨ªa podido escapar¡±.
Ese d¨ªa, Beatriz dorm¨ªa cuando su padre comenz¨® a silbar desde el callej¨®n que da a la casa de su abuela, en la localidad andaluza de Priego de C¨®rdoba. All¨ª viv¨ªan ella ¡ªque entonces ten¨ªa 13 a?os¡ª y su madre desde que, dos a?os atr¨¢s, ¡°despu¨¦s de dos d¨¦cadas de malos tratos psicol¨®gicos¡±, Piedad se hart¨® de aguantar y decidi¨® poner fin a su matrimonio. Y as¨ª llamaba Manuel a su hija cada vez que iba a recogerla. Al o¨ªr la se?al, ella bajaba a su encuentro. Pero en esa ocasi¨®n el hombre estaba furioso porque la ni?a no hab¨ªa pasado la Nochevieja con ¨¦l.
Beatriz recuerda los golpes: ¡°?l saltaba por todo y aporreaba paredes y mesas¡±
¡°Me hab¨ªa llamando muchas veces durante la cena. Yo hab¨ªa estado el 24 de diciembre con ¨¦l y quer¨ªa dividir las fiestas para estar con los dos. Vino a por m¨ª y yo no lo escuch¨¦. Despu¨¦s fue a buscar a mi madre y la mat¨®. Nunca sabr¨¦ qu¨¦ quer¨ªa hacer conmigo, yo era lo m¨¢s importante del mundo para ella, y ¨¦l era consciente de eso, as¨ª que siempre me quedar¨¢ esa duda¡±, cuenta la joven, que hoy tiene 21 a?os y afirma, rotunda, que aquel d¨ªa se qued¨® hu¨¦rfana de madre y padre. Manuel est¨¢ en la c¨¢rcel ¡ªfue condenado a 20 a?os¡ª y Beatriz no quiere saber nada de ¨¦l.
Piedad Pacheco se qued¨® embarazada de su primer hijo con 17 a?os y entonces se cas¨® con quien ser¨ªa su asesino. Ella, ama de casa; ¨¦l, agricultor. Los malos tratos psicol¨®gicos eran constantes. ¡°Yo era muy peque?a y no entend¨ªa nada, pero ve¨ªa que mi madre no estaba bien, siempre le dol¨ªa la cabeza, ten¨ªa depresiones y recib¨ªa tratamiento m¨¦dico. Incluso intent¨® suicidarse¡±, relata Beatriz. ¡°Mi padre saltaba por todo. Recuerdo los golpes. Esos se me han quedado grabados. Se enfadaba y empezaba a aporrear las paredes, las mesas... Nunca vi que le pegara, pero a?os despu¨¦s me enter¨¦ de que lleg¨® a violarla mientras la cog¨ªa del cuello, asfixi¨¢ndola¡±, dice la joven. Teodora Valverde, su abuela, no supo del calvario por el que pasaba su hija hasta que se separ¨®. ¡°Algo le ocurr¨ªa, aunque nunca me lo cont¨®. Yo sospechaba que las cosas no iban bien en su relaci¨®n porque lo conoc¨ªa a ¨¦l, pero me enter¨¦ de todo despu¨¦s¡±, se lamenta.
¡°Vino a por m¨ª antes que a por ella. No s¨¦ por qu¨¦¡±, cuenta la joven
En diciembre de 2003, Piedad fue al m¨¦dico y, a las puertas del centro de salud, se puso a hablar con un vecino. Manuel los vio, le peg¨® un pu?etazo al hombre y la agarr¨® del brazo a ella mientras le dec¨ªa: ¡°Vete para el coche, que te mato ya, hoy te mato¡±. La mujer escap¨® y corri¨® hasta la polic¨ªa, que estaba cerca. Puso su primera denuncia por amenazas y se fue a casa de su madre. El agresor fue condenado a una multa de 100 euros por una falta de amenazas. Ese fue su castigo: cinco euros diarios durante 20 d¨ªas. Y continu¨® acosando a Piedad, llam¨¢ndola por tel¨¦fono y yendo a su encuentro. Ella viv¨ªa con miedo. As¨ª lo asegura Beatriz.
La segunda denuncia lleg¨® en abril de 2004, cuando el hombre se present¨® de madrugada en casa de Teodora diciendo que iba a llevar a la ni?a a un centro de menores. Tuvieron que llamar a la polic¨ªa. Y volvi¨® a haber amenazas, insiste Beatriz. Durante este procedimiento, a Manuel le fue retirada la licencia de sus dos escopetas de calibre 12. Pero, cuando fue absuelto, la Subdelegaci¨®n del Gobierno en Granada decidi¨® devolverle las armas. Para tomar esa decisi¨®n solicitaron un informe de la Guardia Civil de Algarinejo (Granada), donde viv¨ªa el agresor. Pero fueron las autoridades de Priego de C¨®rdoba las que atendieron a Piedad. A ellas no se les consult¨®. Tampoco se tuvo en cuenta la condena anterior por una falta de amenazas. Amenazas de muerte. La Audiencia Nacional considera ahora que la Administraci¨®n actu¨® de forma ¡°deficiente¡±.
En poco m¨¢s de un mes se cumplir¨¢ el octavo aniversario del asesinato de Piedad, y su familia reconoce que su vida sigue rota. Beatriz, que antes sacaba ¡°muy buenas notas¡±, dej¨® de estudiar cuando acab¨® la ESO: ¡°No pasa un solo d¨ªa en que no necesite a mi madre. Ya es tarde para ella, para nosotras. Cuento esta historia para que no se repita¡±.
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