Poco que hacer frente a los violadores libres
El derecho penal apenas ofrece medidas de control para agresores no rehabilitados ?Se pueden conjugar la libertad y la vigilancia?
Son, con todas las de la ley, ciudadanos libres. Ya han pagado su deuda con la sociedad, pero los expedientes penitenciarios indican que algunos siguen siendo un peligro para todos. Pese a la amenaza, de ning¨²n modo pueden volver a prisi¨®n si antes no delinquen. ?Qu¨¦ hacer, pues, con los agresores sexuales reincidentes que quedan, sin remedio, en libertad y que despiertan la alarma social y el terror de sus v¨ªctimas? La derogaci¨®n parcial de la doctrina Parot convierte la respuesta en algo acuciante. Junto a miembros de ETA, a lo largo de estas semanas est¨¢n abandonando las c¨¢rceles espa?olas algunos de los m¨¢s peligrosos delincuentes sexuales de los ¨²ltimos a?os.
La sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos est¨¢ anticipando la excarcelaci¨®n de una quincena de asesinos y violadores, seg¨²n fuentes penitenciarias. Algunos no han mostrado signos de arrepentimiento, ni se han sometido a terapias para solucionar los trastornos que les llevaron a la celda. Para esos reos, ahora hombres libres, la c¨¢rcel no ha cumplido la funci¨®n de reinserci¨®n que le otorga la Constituci¨®n.
La polic¨ªa somete a los excarcelados a una supervisi¨®n no invasiva
Un caso llamativo es el de Manuel Gonz¨¢lez Gonz¨¢lez, conocido como El Loco del ch¨¢ndal. El pasado viernes, camuflado con gafas oscuras, gorro polar y abundante ropa, abandon¨® el penal de Brians (Barcelona). Ante su inminente liberaci¨®n, uno de los psic¨®logos del centro elabor¨® un informe demoledor, en el que alertaba del ¡°riesgo extremo¡± de que Gonz¨¢lez volviera a cometer agresiones e, incluso, de que matara a alguien. A principios de los a?os noventa, El Loco del ch¨¢ndal atac¨® a 16 mujeres: las sorprend¨ªa por la espalda y, tras clavarles un cuchillo en las nalgas ¡ªesa era su forma de excitarse¡ª se iba corriendo. Una de ellas, Carmen D¨ªaz (31 a?os) muri¨® desangrada.
?Qu¨¦ herramientas ofrece el derecho penal para abordar esas situaciones? Pocas o ninguna, coinciden los expertos, que discrepan, en cambio, a la hora de decidir si esas herramientas son suficientes o se deben adoptar otras para minimizar riesgos. ¡°Ante una extinci¨®n de condena, las armas jur¨ªdicas son las que son. En estos momentos, poco se puede hacer. Cosa distinta es que, en el futuro, se aprueben modificaciones legislativas que lo permitan¡±. opina Jos¨¦ Luis Castro, juez de vigilancia penitenciaria de la Audiencia Nacional. Castro a?ade que ser¨ªa factible una ¡°reflexi¨®n serena¡± para ¡°establecer, en el futuro, criterios de actuaci¨®n¡±.
Gonz¨¢lez est¨¢ siendo sometido a una vigilancia discreta pero constante. Los Mossos d¡¯Esquadra le siguen a una distancia prudencial las 24 horas. Los primeros d¨ªas, coinciden fuentes policiales, son clave. Los agentes quieren saber ad¨®nde va, c¨®mo se comporta y qu¨¦ h¨¢bitos y rutinas adquiere tras pasar m¨¢s de 20 a?os entre rejas. Los informes psiqui¨¢tricos alertaron, adem¨¢s, de que est¨¢ ¡°resentido¡± con el sistema y que, en la calle, podr¨ªa ser a¨²n m¨¢s agresivo.
Esta medida, de 2010, no puede aplicarse a los que delinquieron antes
Id¨¦ntica vigilancia ¡°no invasiva¡± est¨¢ llevando a cabo la Polic¨ªa sobre Pedro Luis Gallego, el violador del ascensor. Su salida de prisi¨®n ha conmocionado a Valladolid: el subdelegado del Gobierno en esa provincia, Antonio Mart¨ªnez, admiti¨® ¡°cierta psicosis colectiva y social¡±, pero se mostr¨® confiado en que el control policial ayude a calmar los ¨¢nimos. Hace unos d¨ªas, la iglesia del pueblo de Honcalada ¡ªdonde se le hab¨ªa situado¡ª amaneci¨® con carteles contra el agresor: ¡°No queremos asesinos ni violadores ni familiares que les apoyen¡±. A la repulsa social se suma la consternaci¨®n de las v¨ªctimas, que reviven sus pesadillas de anta?o: algunas temen que el violador vuelva a buscarlas o ataque a alg¨²n familiar, especialmente a sus hijas. ¡°Las mujeres nos llaman, est¨¢n muy asustadas. Las hay que ya han vuelto a terapia con el psic¨®logo¡±, explica Tina Alarc¨®n, presidenta del Centro de Asistencia a V¨ªctimas de Agresiones Sexuales (Cavas). Alarc¨®n aplaude la iniciativa que, la semana pasada, impuls¨® el tribunal que juzg¨® y conden¨® a El Loco del ch¨¢ndal. Las magistradas citaron a sus v¨ªctimas ¡ªocho acudieron al encuentro¡ª para explicarles las circunstancias del caso, admitir que Gonz¨¢lez no estaba rehabilitado y ofrecerles medidas de protecci¨®n.
A diferencia de las v¨ªctimas del terrorismo, agrupadas en asociaciones influyentes, las de violadores est¨¢n solas. Su ¨²nica satisfacci¨®n, conceden los expertos, es una condena y una indemnizaci¨®n que, en muchos casos, no llega a hacerse efectiva. Algunas entidades ya se han puesto en contacto con la fiscal¨ªa para que promueva su protecci¨®n. En el encuentro, a las v¨ªctimas de Gonz¨¢lez les preocupaban dos cosas: d¨®nde iba a vivir y qu¨¦ aspecto tiene actualmente su agresor. Las magistradas no pudieron atender esas demandas, pero trataron de tranquilizarlas. ¡°Estos delincuentes, que no han mostrado ning¨²n tipo de remordimiento y son agresivos y peligrosos, no pertenecen a ninguna organizaci¨®n o grupo que les pueda controlar. Act¨²an por sus propios impulsos. Para las v¨ªctimas, es un problema serio. Si nos ajustamos a la ley, estas personas han cumplido su castigo y deben salir libres... La soluci¨®n no es f¨¢cil¡±, admite Alarc¨®n.
Juristas y expertos en derecho penal y penitenciario admiten que las herramientas se limitan, b¨¢sicamente, a la vigilancia policial no invasiva. A diferencia de lo que ocurre en otros pa¨ªses del ¨¢mbito europeo, as¨ª como en Estados Unidos, no existen ¡°medidas de seguridad¡± ajenas a la condena impuesta, y ni siquiera la reforma penal de 2010 ha cambiado esa situaci¨®n. ¡°Los ciudadanos nos sentir¨ªamos inseguros si las penas de prisi¨®n fueran indeterminadas¡±, explica Juli¨¢n R¨ªos, profesor de Derecho Penitenciario de la Universidad de Comillas. R¨ªos a?ade que, como ¡°la psicolog¨ªa no es una ciencia exacta¡±, los ¡°juicios sobre comportamientos de futuro no pueden predecir con total certeza una determinada conducta¡±.
¡°Nos sentir¨ªamos inseguros con penas indeterminadas¡±, alerta R¨ªos
Dada la preocupaci¨®n que genera, el problema de los agresores sexuales se ha abordado desde ¨¢ngulos muy distintos pero, por lo general, a golpe de esc¨¢ndalo. En 2007, la mal llamada castraci¨®n qu¨ªmica ¡ªun tratamiento que inhibe la libido¡ª acapar¨® un debate que naci¨® en Francia, tras una propuesta del expresidente Nicol¨¢s Sarkozy a ra¨ªz de un pederasta excarcelado. La propuesta cuaj¨® en Catalu?a. Y, aunque un comit¨¦ de expertos rechaz¨® que se impusiera de forma obligatoria como parte de la pena ¡ªpor considerarla inconstitucional¡ª el programa se ofreci¨® en las c¨¢rceles catalanas. Al menos un reo se ha sometido a ella de forma voluntaria: Alejandro Mart¨ªnez Singul, el segundo violador del Eixample, otro delincuente no rehabilitado que abandon¨® la prisi¨®n el pasado julio. Hoy, sigue siendo discretamente vigilado y est¨¢ en contacto con los Mossos.
El gran cambio lleg¨® en 2010. El Gobierno socialista de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero aprob¨® una reforma del C¨®digo Penal que introduc¨ªa la ¡°libertad vigilada¡± para delincuentes sexuales y terroristas. Una vez cumplida la pena de prisi¨®n, el condenado debe someterse a unas ¡°medidas de seguridad¡± durante un m¨¢ximo de diez a?os y siempre que, dada su peligrosidad, un juez lo estime necesario. Esos mecanismos de control son variados: personarse en el juzgado, llevar dispositivos electr¨®nicos que permitan la localizaci¨®n o prohibici¨®n de frecuentar determinados lugares. El proyecto de reforma de la ley penal elaborado por el ejecutivo de Mariano Rajoy prev¨¦ ampliar esa libertad vigilada de forma indefinida, o al menos hasta que un juez decida ponerle fin. El borrador del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallard¨®n, contemplaba una ¡°custodia de seguridad¡± que permitir¨ªa ampliar hasta en diez a?os (m¨¢s all¨¢ de la pena impuesta) la estancia en la c¨¢rcel de presos peligrosos. La medida ha sido finalmente desestimada por las dudas sobre su constitucionalidad, aunque algo similar funciona en pa¨ªses como Alemania, Dinamarca, Italia o Suiza.
La ¡°libertad vigilada¡± aprobada en 2010 no puede aplicarse, sin embargo, a los violadores que estos d¨ªas abandonan las c¨¢rceles o a los que han delinquido antes de esa fecha, juzgan los expertos. ¡°Sobre hechos anteriores a la reforma, sigue sin haber mecanismos¡±, tercia la penalista Olga Tubau, que defiende la oportunidad de la vigilancia ¡°no intrusiva¡± de las fuerzas de seguridad. ¡°La polic¨ªa, adem¨¢s de una funci¨®n represora del delito, tambi¨¦n tiene una funci¨®n preventiva. Es leg¨ªtimo vigilar a personas sobre las que se tiene un diagn¨®stico de peligrosidad para la sociedad¡±, dice la abogada, del despacho Tubau-Lajara-Echavarri.
Las v¨ªctimas piden saber d¨®nde van a vivir sus agresores y qu¨¦ aspecto tienen
El portavoz de la Uni¨®n Progresista de Fiscales (UPF), ?lvaro Garc¨ªa Ortiz, coincide en que es razonable que la polic¨ªa ¡°pueda tener cierto control¡± sobre personas que claramente no est¨¢n rehabilitadas y suponen una amenaza. ¡°De la misma manera que los agentes manejan informaci¨®n y siguen a los grupos skins, tambi¨¦n pueden hacer esta labor, pero sin coartar la libertad de esa persona. La labor de seguridad se extiende a individuos sospechosos¡±. El portavoz asume que, sin medidas pospenitenciarias ¡ª¡°desaparecieron hace mucho de nuestro sistema¡±¡ª es dif¨ªcil dar con la tecla adecuada. ¡°Para los que creemos en las segundas oportunidades y en la rehabilitaci¨®n de las personas, es complejo¡±, se?ala.
Tubau, en l¨ªnea con las tesis de expertos en psiquiatr¨ªa forense, cree en cambio que hay ¡°personas irrecuperables¡± que, por desgracia, ¡°no van a poder adecuar nunca su comportamiento a una vida social en paz¡±. Aunque admite que la vida en sociedad comporta riesgos, y que el concepto de ¡°control¡± puede ¡°poner los pelos de punta¡±, Tubau asume que seguramente es necesario adoptar medidas de ese tipo. ¡°Tienes identificado a alguien que puede ser peligroso. ?Qu¨¦ haces?¡± R¨ªos opta por hacerse otra pregunta: ¡°?Ha puesto el Estado los medios suficientes para tratar a estas personas?¡±
Los expertos apuntan que hay v¨ªas para conjugar el derecho fundamental a la libertad y la existencia de controles. ¡°Es un tema pol¨¦mico, pero creo que es necesario protegernos de estas personas con medidas de seguridad. No se trata de volverles a castigar, porque ya han pagado su deuda. Pero un Estado no puede permitirse imponer una pena y, luego, olvidarse¡±, explica Ricardo Robles, profesor de Derecho de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y autor del estudio de 2007 Sexual Predators. Estrategias y l¨ªmites del Derecho Penal de la peligrosidad.
¡°Es necesario protegernos con medidas de control¡±, afirma un jurista
Robles cree que, en los pa¨ªses avanzados, se est¨¢n ¡°imponiendo las medidas de control telem¨¢tico¡±. En Canad¨¢, por ejemplo, se utiliza el sistema GPS para mantener a los delincuentes sexuales bajo control. En Espa?a, esas medidas no se han valorado porque ¡°pesa mucho en la conciencia colectiva¡± la ley de vagos y maleantes del franquismo, que ¡°contemplaba acciones predelictuales¡±.
En algunos Estados norteamericanos impera una medida cl¨¢sica: la comparecencia en el juzgado o, en su caso, la comunicaci¨®n peri¨®dica con la polic¨ªa para confirmar el lugar de domicilio. Si se olvidan de hacerlo, vuelven a prisi¨®n. Tambi¨¦n en Norteam¨¦rica, existe la castraci¨®n qu¨ªmica forzosa. Pero no siempre ha dado resultados. ¡°No es solo una cuesti¨®n sexual, sino mental. Los reincidentes agred¨ªan a las mujeres con palos o botellas. Usan los genitales igual que el maltratador usa un cuchillo¡±, asegura Alarc¨®n, quien recalca que las mujeres, a menudo, piden medidas m¨¢s extremas. ¡°En Europa, en ocasiones se hacen listas de residencias de individuos peligrosos con el consentimiento de la sociedad civil¡±. La presidenta de Cavas admite la ilegalidad de esa medida: ¡°Una vez pintamos la casa de un acusado. Nos cay¨® un buen puro¡±, recuerda. En Reino Unido, el Gobierno ha aprobado una ley que permitir¨¢ a las mujeres conocer si sus parejas arrastran un historial violento.
El familiar de una v¨ªctima que acudi¨® a la reuni¨®n sobre El Loco del ch¨¢ndal plante¨® otra posibilidad: internar, por la v¨ªa civil, al agresor en un psiqui¨¢trico. Los expertos, sin embargo, dudan de que pueda aplicarse algo as¨ª. ¡°El problema es que no son propiamente enfermos mentales para encerrarlos¡±, dice Alarc¨®n. ¡°La prueba de que no son incapaces es que han sido condenados a cumplir una pena¡±, tercia Robles. El profesor R¨ªos cree que, una vez acabada la condena, ¡°no queda m¨¢s remedio que para la prevenci¨®n de delitos futuros se utilicen los medios que tiene el Estado: la polic¨ªa, y la disuasi¨®n a trav¨¦s de la intimidaci¨®n que supone la prisi¨®n en caso de cometer el delito¡±.
Los expertos avalan el control telem¨¢tico y la comparecencia en los juzgados
Un estudio sobre reincidencia elaborado por la Universidad de Barcelona (UB) con internos de Brians ¡ªel ¨²nico hecho hasta la fecha en Espa?a¡ª se?ala la importancia de los tratamientos psicol¨®gicos a la hora de evitar la reincidencia de los agresores sexuales. El estudio, elaborado en 2009, muestra que la tasa entre los presos que recibieron tratamiento es netamente inferior (4%) a los de los agresores sin tratamiento (18%). El informe concluye que la reincidencia en este tipo de delitos es ¡°m¨¢s baja¡± que en los robos, por ejemplo. Los problemas que genera, alerta el informe, ¡°desbordan el ¨¢mbito penitenciario¡± y deben tratarse ¡°desde una perspectiva m¨¦dica y social¡±.
Los expertos reclaman, en ese sentido, m¨¢s recursos y servicios sociales. Coincidiendo con la salida del violador del ascensor ¡ªque fue condenado a 270 a?os de prisi¨®n por la violaci¨®n y asesinato de dos j¨®venes y otras 18 agresiones sexuales¡ª la Junta de Castilla y Leon modific¨® la ley que regula las ayudas sociales. Los asesinos y violadores condenados que, pese a haber cumplido pena de c¨¢rcel, no hayan abonado la indemnizaci¨®n a las v¨ªctimas, no podr¨¢n cobrar la renta garantizada de ciudadan¨ªa de la comunidad.
No hacer nada, opinan los juristas, puede ser contraproducente. ¡°Si evitamos que haya impunidad, podremos huir de otros debates como la prisi¨®n permanente o la pena de muerte¡±, alega Tubau. ¡°Si no adoptamos medidas que tranquilicen, puede ser que haya reacciones informales en la sociedad. Lo contrario es injusto para ellos y para nosotros. Y una segunda oportunidad puede salir muy cara¡±, advierte Robles.
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