Desmontando a Faulkner
Las escuelas de escritura atraen cada vez a m¨¢s alumnos que buscan salida a su vocaci¨®n Pero el escritor, ?necesita un maestro o solo un partero?
Juan Mars¨¦ siempre subraya el principio de Las nieves de Kilimanjaro de Hemingway para explicar la ra¨ªz de su vocaci¨®n literaria. Dice ese fetiche de su aprendizaje: ¡°El Kilimanjaro es una monta?a cubierta de nieve, de 19.710 pies de altura, y dicen que es la m¨¢s alta de ?frica. (...) Cerca de la cima se encuentra el esqueleto seco y helado de un leopardo, y nadie ha podido explicarse nunca qu¨¦ estaba buscando el leopardo por aquellas alturas¡±.
?Qu¨¦ hac¨ªa ah¨ª el leopardo? En la sustancia de lo que se desconoce est¨¢ el principio de toda escritura. Pero para llegar ah¨ª hace falta mucho aprendizaje, que a veces desemboca en escritores as¨ª (como Hemingway, como Mars¨¦, como Caballero Bonald, que dice, con raz¨®n, que ¨¦l no fue dotado para escribir mal). La paciencia y el aprendizaje es lo que aconseja Stephen King (en Mientras escribo, que Juan Jos¨¦ Mill¨¢s suele recomendar). ¡°Si eres capaz de tom¨¢rtelo en serio, hablaremos. Si no puedes, o no quieres, cierra el libro y ded¨ªcate a otra cosa¡±. Escribir ¡°no es ning¨²n concurso de popularidad, ni las olimpiadas de la moral; tampoco es ninguna iglesia, pero, joder, se trata de escribir, no de lavar el coche ni de ponerse r¨ªmel¡±.
G¨¢ndara: ¡°A escribir se aprende hablando con los que te leen¡±
Porque hay que tom¨¢rselo en serio, muchos j¨®venes y veteranos que tienen esa vocaci¨®n han decidido ponerse en manos de profesores (en su mayor¨ªa escritores) para poner a prueba el porvenir de su vocaci¨®n. Quiz¨¢ el que empez¨® antes a impartir clases, en la Escuela de Letras, hace m¨¢s de 20 a?os, es el novelista Alejandro G¨¢ndara. ?Se ense?a a escribir? ¡°Se da lo necesario para que se aprenda. Y aprender tenemos que hacerlo todos, tarde o temprano, mal o bien, solos o acompa?ados. Y adem¨¢s, aqu¨ª la transmisi¨®n jer¨¢rquica de conocimientos solo funciona para mal¡±. ?Y c¨®mo aprendi¨®? ¡°A escribir se aprende escribiendo y hablando con los que te leen. Es un proceso aut¨®nomo de la lectura, la formaci¨®n o la experiencia personal, aunque estos aspectos intervengan en el hecho de querer escribir. En mi caso, a escribir aprend¨ª en mi primera editorial, Alfaguara, hablando con los editores y aceptando que me quedaba mucho por aprender. As¨ª empec¨¦ a traducir Victoria, de Conrad¡±. ?Cu¨¢l ser¨ªa el fundamento de esa ense?anza? ¡°Tomar conciencia de c¨®mo mira uno y de c¨®mo escribe uno. Es un proceso de atenci¨®n especial, pues se dirige a un objeto continuamente escamoteado por trampas y justificaciones: uno mismo¡±.
?Llegan los alumnos formados, piensan que es m¨¢s f¨¢cil de lo que luego resulta? G¨¢ndara dirige ahora la Escuela Contempor¨¢nea de Humanidades y ah¨ª ¡°la creaci¨®n literaria est¨¢ atravesada por otros campos de conocimiento y por otras artes. No se va s¨®lo a escribir y esa no es la ¨²nica vocaci¨®n que se observa. El alumno que llega a la ECH es un alumno que ya tiene experiencia y que, si necesita la escritura, es porque necesita tambi¨¦n una forma de organizar su pensamiento y el sentido de lo que hace diariamente¡±.
En todo caso, ?c¨®mo se ense?a literatura en Espa?a? ¡°Se ense?a Historia de la Literatura y solo en contadas ocasiones y casos aislados se trabaja sobre literatura. Es una asignatura de fondo memor¨ªstico, cuyas pr¨¢cticas, cuando se hacen, consisten en un comentario de texto, que convierte lo escrito en mero objeto de interpretaci¨®n. No se sabe qu¨¦ es peor¡±.
Rafael Reig, novelista tambi¨¦n, profesor en Hotel Kafka, escuela de escritura creativa, aprendi¨® ¡°leyendo sin parar¡±. ¡°Crec¨ª en la Edad de la Desconexi¨®n, cuando no hab¨ªa Internet ni m¨®viles y a¨²n pod¨ªas sacar cuatro o cinco horas al d¨ªa para leer por placer¡±. Aprender fue gracias a las lecturas y el encuentro con otros amigos que quer¨ªan ser escritores, ¡°con los que sin saber c¨®mo montamos lo que hoy se llama un taller. Nuestro plan era sencillo: si desmont¨¢bamos los juguetes, los entender¨ªamos, aprender¨ªamos c¨®mo se hac¨ªan¡±. ?Y se aprende a escribir?
Reig: ¡°Que la literatura est¨¦ al acceso de todos causa desconfianza¡±
¡°Me sorprende esa pregunta en una sociedad en la que nadie pregunta para qu¨¦ rayos sirven las clases de parto. ?Se ense?a a parir? Eso no se cuestiona, incluso ahora que van a clases de parto los hombres. Sin embargo, que la literatura est¨¦ al acceso de todos provoca sospechas y desconfianza. Es parte de la visi¨®n m¨ªstica de la literatura, que yo detesto. Claro que se ense?a, aunque sin olvidar que nada que valga la pena se puede ense?ar, hay que aprenderlo. El profesor solo es un seductor, alguien que provoca el deseo de aprender, el que contagia un entusiasmo¡±.
?Cu¨¢l ser¨ªa el fundamento de esa ense?anza: el rigor, la improvisaci¨®n? ¡°S¨¦ que te va a sonar a serm¨®n de curita, pero ?por qu¨¦ no el ejemplo? Yo aprendo mucho por envidia, no soporto ver a alguien que vive m¨¢s intensamente con algo que yo ignoro. En cuanto me convencen de que me estoy perdiendo algo me pongo manos a la obra. As¨ª pude sacar buenas notas hasta en matem¨¢ticas. El otro v¨¦rtice es el trabajo de taller. Existen t¨¦cnicas, o trucos, como los tienen los pintores, y conocer la historia de la literatura es aprender trucos, aprender a buscar en otras direcciones¡±.
En su escuela hay gente de todas las edades, ¡°muchos mayores que yo que en alguna vuelta del camino se han parado a pensar que les faltaba algo, saber leer y escribir, que se estaban perdiendo algo. Llegan con entusiasmo y quiz¨¢ con un d¨¦ficit: la falta de familiaridad con los cl¨¢sicos. Se saben de memoria los trucos de Carver, pongamos, pero no los de Gald¨®s. Han o¨ªdo hablar mucho de Faulkner, pongamos, pero no se han atrevido a perderle el respeto, a leerlo de t¨² a t¨², a desmontarlo. En clase, el primer Faulkner es un momento emocionante, igual que el d¨ªa en que descubren que, adem¨¢s de a Scott Fitzgerald, hay que leer a Nathanael West¡±.
Edu Vilas, que dirige el Hotel Kafka, cree que ¡°si est¨¢s interesado en escribir, los talleres literarios aceleran el proceso de aprendizaje que resulta m¨¢s arduo en soledad. La idea rom¨¢ntica de que el conocimiento no se puede transmitir, aplicada a cualquier disciplina, a cualquier arte, es sumamente retr¨®grada. La invocaci¨®n a las Musas o a la Divina Providencia nos parecen alternativas un poco m¨¢s complicadas, y err¨¢ticas, por decirlo de alg¨²n modo¡±. As¨ª que se puede ense?ar el manejo de las herramientas ¡°para resolver los problemas que surgen al escribir un texto de ficci¨®n, y se puede ense?ar a leer buscando la relaci¨®n entre las intenciones comunicativas de un autor y los recursos narrativos que aplica, la relaci¨®n entre fondo y forma¡±.
?Y c¨®mo se reconoce el talento? ¡°Depende de a qu¨¦ llamemos talento. Las dotes naturales de alguien para cualquier arte pueden descubrirse o no. Digamos que es m¨¢s f¨¢cil reconocer y desarrollar el talento musical de un ni?o nacido en el Salzburgo de mediados del siglo XVIII en una familia de m¨²sicos que de un hijo de cazadores apaches de la misma ¨¦poca¡±.
¡°Leer mucho, escribir lo suficiente, perseverar, reflexionar, trabajar, seguir las propias intuiciones y ser pacientes¡±. Ah¨ª se forja la vocaci¨®n, dice Edu Vilas. Y Jordi Soler, escritor que naci¨® en M¨¦xico y que ahora vive en Espa?a, tiene esta receta: ¡°No s¨¦ c¨®mo se forja, lo que s¨¦ es que no se puede escapar de ella; se trata de un oficio que consume la mayor parte de tu vida y te deja muy poco dinero; es una vocaci¨®n para insensatos, de locos; si hubiera dedicado el empe?o que he puesto en mis libros en labrarme una carrera de abogado, o de m¨¦dico, hoy tendr¨ªa una vida mucho m¨¢s desahogada econ¨®micamente pero, qu¨¦ le vamos a hacer, se trata de una vocaci¨®n, es decir, de una fuerza que te arrastra de manera irremediable¡±.
Marta Sanz: ¡°Si la inspiraci¨®n llega, mejor que te pille trabajando¡±
?Y se ense?a a escribir? ¡°Me parece que ense?ar a escribir es imposible, porque la literatura va precisamente en sentido contrario, es un acto ¨ªntimo que va de adentro hacia afuera, y los maestros est¨¢n necesariamente fuera: el escritor nace solo y, si acaso, m¨¢s que un maestro que le ense?e, puede servirle una partera que le ayude a salir¡±.
Sin embargo, Ruth Toledano, poeta, y Marta Sanz, novelista, tuvieron una fruct¨ªfera relaci¨®n, hace dos d¨¦cadas, con la Escuela de Letras de G¨¢ndara. Ruth: ¡°Mi experiencia fue muy positiva, tanto en lo personal como en lo profesional. Me conect¨® con nuevos estudios literarios, por lo que reaviv¨® una pasi¨®n de siempre. Y lo hizo desde el enfoque de la creaci¨®n, que no se potencia lo suficiente en el colegio y en la universidad. Tuve unos profesores que eran novelistas, poetas, cr¨ªticos literarios o periodistas como G¨¢ndara, Juan Carlos Su?¨¦n, Constantino B¨¦rtolo, Juan Jos¨¦ Mill¨¢s o Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu¡±. ?Y se aprende de veras? ¡°S¨ª, desde la pr¨¢ctica; nos dijeron que para desarrollar la escritura, para ser buena escritora, lo importante es la lectura. Y que los grandes enemigos de la escritura son la pereza, el postergarla una y otra vez, el miedo al papel en blanco¡±.
¡°Uno nace con ciertas aptitudes¡±, dice Marta Sanz, ¡°pero creo que hay personas que te ense?an a afinar la mirada y sobre todo a no regodearte en tu supuesta facilidad. Yo procuro desacralizar la literatura para democratizar la posibilidad de la lectura y de la escritura¡±. Para ella, el rigor es la base del aprendizaje. ¡°La creatividad se produce dentro de unos cauces estrechos. Le doy mucho valor a la planificaci¨®n, creo que es el ¨²nico punto de partida para luego ir aprendiendo cosas mientras uno escribe... Cosas que tal vez te invitan a tirar a la basura esos mismos puntos de partida. Pero no se sabe ni se aprende nada sin saber algo previamente. La actitud ha de ser la del que sabe que si la inspiraci¨®n existe y llega es mejor que lo pille a uno trabajando¡±.
En la escuela tuvo maestros, ¡°luego los maestros son tambi¨¦n esos escritores que para cada quien son imprescindibles. En mi caso, adem¨¢s, la figura de mi madre como lectora iconoclasta y narradora oral es decisiva¡±.
EE UU es donde m¨¢s talleres de escritura hay y de m¨¢s antig¨¹edad
Elisa Velasco estudi¨® en esa escuela y hace a?os mont¨®, con otros, Funci¨®n Lenguaje, que se dedica a la misma ense?anza. Ella cree que, en efecto, se aprende ¡°a leer, a mirar, a hacerse las preguntas correctas. Y me parece que ahora, m¨¢s que nunca, son necesarias...¡± Ella aprendi¨®: ¡°A leerme, a valorar mis propios textos. A leer mejor¡±.
Entendi¨® tambi¨¦n que ¡°lo importante era previo a la escritura: el pensamiento, las ideas, la visi¨®n propia de la realidad¡±. Estudi¨® Biolog¨ªa. ¡°Ambas cosas se complementan: el pensamiento cient¨ªfico tiene mucho de pensamiento creativo¡±. Abundan las escuelas, en Estados Unidos, en Am¨¦rica Latina. Parece evidente, Elisa Velasco, que son imprescindibles. ¡°S¨ª, en Am¨¦rica Latina esta v¨ªa de formaci¨®n de los escritores es muy frecuente, y por sus aulas pasaron Roberto Bola?o, Abelardo Castillo o Mario Bellat¨ªn, por poner unos ejemplos. Estados Unidos quiz¨¢ sea el pa¨ªs con m¨¢s escuelas de escritura creativa, y de m¨¢s antig¨¹edad. All¨ª estudiaron o ense?aron escritores como John Cheever, Raymond Carver y parte significativa de los escritores de la segunda mitad del XX¡±.
Guillermo Aguirre ya ha publicado, como Elisa Velasco, como Marta Sanz, como Ruth Toledano. ¡°Llegu¨¦ muy pronto a la Escuela de Letras y despu¨¦s algo m¨¢s crecidito al m¨¢ster del Hotel Kafka. Ten¨ªa apenas 18 a?os y con esa edad casi toda experiencia buena es muy buena y casi toda experiencia mala es muy mala... Ven¨ªa de un Bilbao gris, de trabajar en un bar; el proceso de aprendizaje se junt¨® con mi bohemia posadolescente y el descubrimiento de la emancipaci¨®n, as¨ª que se me hace dif¨ªcil separar unas cosas de las otras: todo ello fue el mismo factor de floraci¨®n y crecimiento, la misma educaci¨®n sentimental¡±.
Es un oficio de soledad, leer y escribir. ¡°Las escuelas de escritura¡±, dice Aguirre, ¡°sirven para paliar esa soledad, compartir las dudas del proceso creativo y, por supuesto, aprender trucos m¨¢s r¨¢pido¡±.
?ngela Medina sali¨® del Hotel Kafka y ya publica. Lo primero que se aprende en las escuelas, dice, ¡°es a leer, eso se fomenta much¨ªsimo¡±, y es fundamental para escribir... ¡°Yo aprend¨ª, adem¨¢s, que una cosa es la literatura que a ti te gusta y otra la que se te da bien escribir, y muchas cosas m¨¢s que curiosamente no ten¨ªan nada que ver con la t¨¦cnica o la teor¨ªa. No se trata de un cl¨¢sico sistema en el que tienes un examen final para demostrar tus conocimientos, sino que aplicas constantemente lo que aprendes sobre lo que escribes y eso te ayuda a conocer tu escritura y mejorarla¡±.
Leer es lo primero. ¡°He le¨ªdo mucho desde peque?a, pero podr¨ªa decirse que el primero fue Bukowski. El que me mostr¨® que la literatura pod¨ªa ser millones de cosas m¨¢s de las que hab¨ªa le¨ªdo o imaginado¡±.
Mars¨¦ se fijaba en aquel principio de Las nieves del Kilimanjaro. Con paciencia, subiendo esa cima, se llega a intuir el secreto de la literatura, que en este caso el autor de Un d¨ªa volver¨¦ cifraba en el misterio que encerraba aquel solitario esqueleto de leopardo.
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