Los confusos or¨ªgenes de la tradici¨®n de adornar un ¨¢rbol en Navidad
La mayor¨ªa de las teor¨ªas coincide en que naci¨® en Europa Con el aumento de las redes comerciales con Am¨¦rica, se habr¨ªa extendido
Hay muchas y muy variadas versiones sobre el origen de la tradici¨®n de decorar con ¨¢rboles las casas durante la Navidad. La mayor¨ªa coincide en que naci¨® en Europa y con el aumento de las redes comerciales con Am¨¦rica, se extendi¨® hasta este continente. En Espa?a, sin embargo, no se populariz¨® hasta mediados del siglo XX.
Seg¨²n recoge el Colegio de Ingenieros de Montes madrile?o, una de las historias m¨¢s extendidas sit¨²a el nacimiento de la tradici¨®n en Alsacia, en la frontera entre Francia, Alemania y Suiza. All¨ª vivi¨® hace 400 a?os un sacerdote que cada noche de Navidad repart¨ªa entre los m¨¢s desfavorecidos alimentos, ropa y dinero que recolectaba durante el a?o. Un d¨ªa, mientras preparaba los paquetes para sus fieles m¨¢s pobres, el sacerdote admir¨® la hermosa noche y se le ocurri¨® colgar los regalos en las ramas de un abeto pr¨®ximo a la iglesia. La velada que pasaron fue tan agradable desde entonces el ¨¢rbol fue el centro de la fiesta navide?a.
En otra de las hip¨®tesis, el 26 de diciembre los germanos y escandinavos celebraban el nacimiento de Frey, el dios n¨®rdico del sol naciente, la lluvia y la fertilidad. Entonces adornaban un ¨¢rbol perenne, que representaba al ¨¢rbol del Universo. Cuando el cristianismo lleg¨® al norte de Europa esta costumbre se transform¨® en el ¨¢rbol de Navidad.
Con or¨ªgenes a¨²n m¨¢s remotos hay una antigua creencia germana que sostiene que un ¨¢rbol gigantesco, en cuyas ramas estaban sostenidas las estrellas, era el pilar que sujetaba el mundo. Y otra de las creencias m¨¢s extendidas sostiene que el misionera brit¨¢nico san Bonifacio, el ap¨®stol de los germanos, habr¨ªa sido el primero en plantar un pino como s¨ªmbolo del amor perenne de Dios hacia la segunda mitad del siglo VIII. Seg¨²n la leyenda, lo adorn¨® con manzanas para simbolizar el pecado original y con velas para representar la luz del mundo.
Pero al propio san Bonifacio se le atribuye otra leyenda. Seg¨²n esta, el misionero derrib¨® un roble para convencer a unos druidas germanos de que este no era un ¨¢rbol sagrado. El roble cay¨® al suelo y arras¨® todos los arbustos menos un peque?o abeto. San Bonifacio interpret¨® que esta supervivencia era una se?al divina y los cristianos celebraron las navidades plantando abetos.
Otro relato lleva la tradici¨®n a Inglaterra y la sit¨²a en el siglo XVIII bajo el reinado de Jorge III. La esposa del rey, la reina Carlota, en 1765 decidi¨® instalar en uno de los salones m¨¢s grandes de palacio, un ¨¢rbol de Pascua adornado con guirnaldas, luces, juguetes y toda clase de regalos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.