¡°Cat¨®lica o no, la mujer debe ser libre de decidir si aborta¡±
La presidenta de una organizaci¨®n de mujeres creyentes teme la reforma de la ley de interrupci¨®n voluntaria del embarazo que prepara el Gobierno
Mar Grandal escucha la pregunta y se r¨ªe. ¡°?Que c¨®mo se puede ser feminista y cat¨®lica? Porque soy cat¨®lica. Y creyente. Y porque el feminismo lucha por la justicia social, es liberador, sanador y cuestionador. Jes¨²s cuestion¨® el sistema en todo momento. No tuvo miedo de la libertad, por eso lo mataron. Siempre se rode¨® de mujeres, que fueron sus fieles seguidoras. Las trat¨® como a iguales. Las dignific¨®¡±, expone de corrido. De hecho, recalca, fue una mujer, Magdalena, quien anunci¨® su resurrecci¨®n. ¡°Y nunca dudo de ¨¦l. ?Qui¨¦nes lo enjuiciaron y condenaron? Hombres. Las mujeres nunca lo abandonaron¡±.
Esas palabras sirven de presentaci¨®n para Grandal (Mar¨ªn, 1959), presidenta de Cat¨®licas por el Derecho a Decidir en Espa?a. Su organizaci¨®n, minoritaria en este pa¨ªs, pero grande en Am¨¦rica Latina, respalda la educaci¨®n sexual y afectiva, el uso de anticonceptivos y el derecho a decidir de las mujeres sobre su cuerpo. Es decir, el derecho al aborto. Y lo defiende, afirma, con los argumentos de la Iglesia. ¡°Nos basamos en la doctrina del probabilismo, un principio del siglo XVII que dice que donde hay duda hay libertad. Y una norma moral sobre la que hay dudas razonables no puede imponerse como si fuera cierta. Y el aborto no es un dogma, no es infalible¡±, dice.
Ceramista y artesana, casada y madre de un hijo, Grandal, que estudi¨® Graduado Social y m¨¢s tarde Teolog¨ªa, es profundamente did¨¢ctica: ¡°Adem¨¢s, defendemos la libertad de conciencia, un argumento de la tradici¨®n cat¨®lica que apunta que la conciencia es el reducto m¨¢s interno, donde est¨¢ Dios. Por tanto, si una mujer, teniendo en cuenta esa libertad de conciencia, decide abortar ?qui¨¦n es nadie para juzgarla? Cat¨®lica o no, debe ser libre para decidir. Nadie puede violar esa conciencia. Yo no creo en un dios juzgador, sino en un dios misericordioso, amoroso, que comprende la situaci¨®n de cada mujer. Ni siquiera Jes¨²s culpabiliz¨® ni juzg¨® a las mujeres¡±, zanja.
Los Austrias caf¨¦ Madrid
- Dos t¨¦s con leche: 2,40.
- Un zumo de naranja: 1,80.
- Una barrita con tomate: 1,60.
¡ªPero la jerarqu¨ªa cat¨®lica ha dicho varias veces que el aborto es un asesinato¡
¡ªUn feto no es una persona. ?Por qu¨¦ consideran eso un asesinato y no se preocupan del cuidado del ecosistema que hace que fetos y personas mueran. Si tanto defienden la vida, ?por qu¨¦ no salen a la calle cuando una mujer es v¨ªctima de violencia de g¨¦nero? Nosotras s¨ª somos provida. Ellos son movimientos antiderechos.
Grandal, que defiende la laicidad del Estado como la f¨®rmula para garantizar la libertad y los derechos de las mujeres, est¨¢ preocupada por el ¡°retroceso¡± que supondr¨¢ la reforma de la ley del aborto que prepara el Gobierno. Una nueva norma que se prev¨¦ m¨¢s restrictiva que la actual y con la que, si se cumplen los anuncios, las mujeres tendr¨¢n que justificar su elecci¨®n. ¡°Estar¨¢n violando las conciencias de las mujeres, su decisi¨®n. No se puede tolerar que las mujeres seamos tuteladas. Es trasladarnos al medievo¡±, dice. ¡°Pero esto es signo de que el patriarcado est¨¢ herido, y ante eso lo que hace es atacar de nuevo. Estamos respirando de nuevo el Nacionalcatolicismo¡±, abunda.
"Jes¨²s trat¨® a las mujeres como iguales. Las dignific¨®"
Se sirve un poco m¨¢s de leche en el t¨¦ y recuerda que en su ¨¦poca de estudiante de Teolog¨ªa iba mucho a la cafeter¨ªa que ha escogido para desayunar con sus con sus compa?eros de clase. ¡°Nos sent¨¢bamos con un caf¨¦ a pasar la tarde. A cuestionar y a cuestionarnos¡±, dice. Habla con cari?o de aquellos a?os. Explica que proviene de una familia profundamente cat¨®lica y que termin¨® estudiando Teolog¨ªa tras pasar por los Kikos, desenga?arse y abandonar el movimiento. ¡°Sal¨ª de ah¨ª escandalizada, pensando que si Dios era eso lo dejaba por completo. Pero estudiando, aprendiendo de mis profesores, de los compa?eros, me encontr¨¦ con el Dios en el que yo cre¨ªa; el Dios de la vida que se manifiesta en los m¨¢s pobres¡±, dice.
A pesar de los vientos de cambio que parecen soplar desde el Vaticano, es cauta con la llegada del papa Francisco. ¡°Ha entrado muy bien, pero hay que ver si lleva a la pr¨¢ctica lo que dice. Est¨¢ siendo evang¨¦lico, porque evang¨¦lico quiere decir buena noticia, liberaci¨®n y no tortura. Los dos anteriores [Juan Pablo II y Benedicto XVI] eran lo contrario, eran directamente antievang¨¦licos. No me importa decirlo, si algo tenemos las cat¨®licas es plena libertad de palabra¡±, se?ala fijando la vista.
No le satisface, sin embargo, que el Papa que habla de pobreza, que pregunta a sus fieles, que cree que no se debe juzgar a los gais no se plantee abrir la puerta al sacerdocio femenino: ¡°Eso es negar la igualdad y nosotras queremos una Iglesia igualitaria. No una en la que la mujer conserve el rol que se le ha dado durante a?os: limpiar, servir y cuidar. Francisco deber¨ªa pedir perd¨®n a todas las mujeres. Apartadas, invisibilizadas durante siglos¡±.
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