Reforma, ruptura o liquidaci¨®n de existencias
El pontificado romano se enfrenta al cap¨ªtulo general de los Legionarios de Cristo, probablemente la peor de las herencias recibidas por Francisco de sus predecesores inmediatos
Reforma, ruptura o liquidaci¨®n. He aqu¨ª la cuesti¨®n a la que se enfrenta el pontificado romano ante el cap¨ªtulo general de los Legionarios de Cristo. Es probablemente la peor de las herencias recibidas por Francisco de sus predecesores inmediatos, el polaco Juan Pablo II y el alem¨¢n Benedicto XVI. Ya no bastan los pa?os calientes. Uno de los grandes fundadores cat¨®licos contempor¨¢neos, Marcial Maciel (1920-2008), que iba para santo y result¨® ser un notorio delincuente, muri¨® tranquilamente en M¨¦xico y sigue enterrado en el altar de la capilla principal de Cotija (Michoac¨¢n). ¡°Es un gu¨ªa eficaz de la juventud¡±, dijo de ¨¦l Juan Pablo II en 1994. Las v¨ªctimas no daban cr¨¦dito a la obcecaci¨®n de aquel papa, conocedor de todas las denuncias. Solo una semana antes de que un tribunal de la Santa Sede abriera una investigaci¨®n, el fundador legionario hab¨ªa celebrado sus 60 a?os de sacerdote en un acto al que asistieron el papa y su secretario de Estado, cardenal Sodano. El nombre de Juan Pablo II estar¨¢ siempre asociado a Maciel, ensuciado por haberlo protegido m¨¢s all¨¢ de toda decencia. El Vaticano tiene derecho a elevar a sus altares a quien quiera, pero el bald¨®n Maciel es una losa que no podr¨¢n superar los exagerados hagi¨®grafos del papa polaco.
El Vaticano tiene derecho a elevar a sus altares a quien quiera, pero el bald¨®n Maciel es una losa que no podr¨¢n superar los exagerados hagi¨®grafos del papa polaco
Tampoco Benedicto XVI est¨¢ libre de culpa. En 2005, orden¨® que Maciel fuese obligado a renunciar ¡°a todo ministerio p¨²blico¡±, sin someterlo a un proceso can¨®nico, ¡°en atenci¨®n a su avanzada edad¡±. Maciel cumpli¨® retir¨¢ndose a M¨¦xico, tan tranquilo. El papa Ratzinger bebi¨® pronto el c¨¢liz de la inexperiencia. Castigado Maciel, y desaparecido del Vaticano, donde hab¨ªa vivido entre algodones de impunidad gracias a su generosidad econ¨®mica con cardenales con poder, las v¨ªctimas exigieron una investigaci¨®n. Fue un clamor que ya no pudo acallarse. Roma la encarg¨® a cinco obispos, entre ellos el espa?ol Ricardo Bl¨¢zquez. Lo que salt¨® a la luz fue demoledor. Pese a todo, el encargado de poner orden en tan desagradable asunto era el menos indicado: un denominado comisario pontificio externo que hab¨ªa hecho la carrera como jefe de las finanzas vaticanas, tantas veces alimentadas por Maciel, rico a manos llenas. Se llama Velasio de Paolis y es cardenal.
Los Legionarios es una organizaci¨®n podrida, por mucho que en su seno haya, en una muy inmensa mayor¨ªa de sus miembros, personas de buena fe y de conducta ejemplar. ?Qu¨¦ debi¨® hacerse? Hab¨ªa precedentes, tambi¨¦n de sucios encubrimientos. El m¨¢s sonado se produjo en las escuelas p¨ªas del aragon¨¦s Jos¨¦ de Calasanz, fundador de la Orden de Cl¨¦rigos Regulares Pobres, conocidos como escolapios. Calasanz hab¨ªa reprimido la divulgaci¨®n del abuso sexual de ni?os por sus sacerdotes en Italia. Pag¨® por ello. Uno de los ped¨®filos, el padre Cherubini, tuvo tanto ¨¦xito en el encubrimiento de sus delitos que incluso lleg¨® a ser superior de la orden, arrinconando al fundador. La orden fue clausurada por Inocencio X. Calasanz muri¨® a los 91 a?os en Roma, todav¨ªa en desgracia. Alejandro VII lo rehabilit¨® y lo proclam¨® santo en 1767.
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