Tumores cerebrales no tan benignos
Cient¨ªficos de Boston descubren los dos genes responsables del craneofaringioma, un paradigma de enfermedad rara. El estudio permite un diagn¨®stico fiable y sugiere tratamientos

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Hay tumores cerebrales benignos que no te matan pero provocan jaquecas graves, trastornos del sue?o, deficiencias de visi¨®n, obesidad, deficiencias intelectuales y una vida de poca calidad. Se llaman craneofaringiomas, y constituyen una de esas enfermedades ¡®raras¡¯ que, precisamente por su infrecuencia en la poblaci¨®n general, han sido las grandes olvidadas de la revoluci¨®n biom¨¦dica de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Pero la gen¨®mica est¨¢ empezando a revertir esta situaci¨®n.
Uno de los nodos del proyecto genoma p¨²blico, el Instituto Broad (del MIT y la Universidad de Harvard), en colaboraci¨®n con el Hospital de Mujeres de Boston, ha identificado las grandes causas gen¨¦ticas de los craneofaringiomas. Estudiando el genoma de 110 pacientes, han identificado alteraciones generalizadas y recurrentes en dos genes (la beta-catenina CTTNB1 y el gen BRAF). El descubrimiento ser¨¢ de inmediata utilidad para que los m¨¦dicos diagnostiquen esta enfermedad olvidada, e identifica las dianas contra las que se dirigir¨¢ la farmacolog¨ªa en los pr¨®ximos a?os. Presentan sus resultados en ¡®Nature Genetics¡¯.
Los craneofaringiomas son tumores del tejido epitelial que suelen surgir en la zona ¡®suprasillar¡¯, o por encima de la ¡®silla turca¡¯ del cerebro, una depresi¨®n situada delante de las orejas. Aunque se trata de una enfermedad de las clasificadas como ¡®raras¡¯, no se la puede ignorar como un problema desechable: cada a?o surgen unos nuevos 500 casos solo en Espa?a. Como no es mortal, esos casos se acumulan a los de a?os y d¨¦cadas anteriores.
El tumor es de crecimiento lento y pron¨®stico benigno, pero esto no acaba siendo tan buena noticia como parece a primera vista. Por su mera posici¨®n, el craneofaringioma suele afectar al quiasma ¨®ptico, las v¨ªas pituitarias y el hipot¨¢lamo, una estructura cerebral esencial para la regulaci¨®n hormonal de alto nivel. Y cuando el tumor no lo hace, el tratamiento contra ¨¦l ¨Cuna cirug¨ªa muy dificultosa¡ª puede acabar el trabajo que el tumor empez¨®. El principal c¨¢ncer cerebral es el glioblastoma, que es uno de los tumores m¨¢s agresivos y reacios al tratamiento que se conocen. El craneofaringioma es ¡°benigno¡± en comparaci¨®n con eso. No en otro sentido.
El hallazgo identifica la diana contra la que ir¨¢n los nuevos f¨¢rmacos
Fue el padre de la neurocirug¨ªa, el m¨¦dico norteamericano Harvey Cushing (1869-1939), quien introdujo el t¨¦rmino craneofaringioma en la literatura cient¨ªfica, y lo defini¨® como ¡°el m¨¢s formidable de los tumores intracraneales¡±. Sus disc¨ªpulos del ¨²ltimo siglo, por desgracia, no han ido mucho m¨¢s all¨¢ de esa declaraci¨®n de principios.
Los cient¨ªficos de Boston han empleado una de las t¨¦cnicas de la moderna gen¨®mica ¨Cla secuenciaci¨®n del ¡®exoma¡¯, o la peque?a pero crucial fracci¨®n del ADN que codifica prote¨ªnas¡ª para descubrir las alteraciones gen¨¦ticas (mutaciones) m¨¢s comunes en 102 pacientes de craneofaringioma. La correlaci¨®n es una de las mejores que cabe recordar en la emergente disciplina de la patolog¨ªa molecular: 51 de los 53 tumores examinados del subtipo adamantinomatoso, t¨ªpico de adultos, contienen mutaciones recurrentes del gen BRAF; y 36 de 39 tumores del otro gran subtipo (el papilar, que afecta a los ni?os) llevan alteraciones de la beta-catenina (CTNNB1). Es un resultado n¨ªtido e inmediatamente exportable al diagn¨®stico cl¨ªnico.
¡°Afortunadamente, estos tumores han resultado no ser muy complejos gen¨¦ticamente, pues se basan en mtaciones recurrentes de alta frecuencia¡±, dice a EL PA?S el neuropat¨®logo Sandro Santagata, del Brigham and Women¡¯s Hospital y la Facultad de Medicina de Harvard, director m¨¦dico de la investigaci¨®n. ¡°Los pacientes con tumores papilares, en particular, se pueden beneficiar de inhibidores del gen BRAF que fueron desarrollados para otros tumores m¨¢s comunes como el melanoma, que tambi¨¦n tienen mutaciones en BRAF¡±. El m¨¦dico de Harvard bendice su suerte: ¡°Un mont¨®n de estrellas parecen haberse alineado en nuestro trabajo¡±.
La gen¨®mica del c¨¢ncer ha experimentado grandes avances en los ¨²ltimos a?os, pero el objetivo han sido hasta ahora, como parece l¨®gico, los principales tipos de tumores, como los de mama, piel y colon. ?Por qu¨¦ Santagata y su equipo empezaron a estudiar estos tumores tan infrecuentes? ¡°Es verdad que los craneofaringiomas son unos tumores bastante raros si los comparamos con el gran cuadro del c¨¢ncer¡±, responde el neuropat¨®logo. ¡°Pero si trabajas en un centro de referencia para tumores cerebrales, incluso las enfermedades raras empiezan a no parecerte tan raras¡±.
Los onc¨®logos de este hospital de Boston tratan a pacientes de craneofaringioma que sufren complicaciones debilitantes durante toda su vida. ¡°La esperanza de aliviar al menos algunos de esos problemas que les cambian la vida fue la gran inspiraci¨®n de esta investigaci¨®n¡±, asegura Santagata.
?Qu¨¦ implica el trabajo para las estrategias a seguir con otras enfermedades raras? ¡°Cuando no hay l¨ªneas celulares o modelos animales disponibles, las herramientas gen¨®micas pueden suponer la gran esperanza para las enfermedades raras¡±, responde Santagata. ¡°A veces lo ¨²nico que est¨¢ disponible es el tejido de los tumores, como era nuestro caso con el craneofaringioma, as¨ª que ha sido la revoluci¨®n de las tecnolog¨ªas gen¨®micas lo que ha permitido penetrar en el problema¡±. Los m¨¦dicos del Brigham and Women¡¯s hospital han colaborado con Gad Getz y su equipo de genetistas del Instituto Broad, uno de los nodos del proyecto genoma p¨²blico.
¡°Es dif¨ªcil conseguir fondos para estudiar tumores raros¡±, explica Santagata sobre el ¨¢ngulo financiero de la cuesti¨®n. ¡°Mis colegas de neuro-oncolog¨ªa, como Mark Kieran, que tratan a diario con pacientes de craneofaringioma, fueron cruciales para lograr la financiaci¨®n de este proyecto; y gracias a que el coste de la secuenciaci¨®n (lectura del ADN) se ha reducido mucho en los ¨²ltimos a?os, hemos podido hacer la investigaci¨®n a un coste razonable¡±.
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