Pan, vino y grado
?Borr¨®n y cuenta nueva en las ense?anzas art¨ªsticas?
Est¨¢ claro que, a las cosas, hay que llamarlas por su nombre, ¡°al pan, pan y, al vino, vino¡±. Tratar de impedirlo va contra el sentido com¨²n y s¨®lo puede entenderse como un intento falsario por sembrar la confusi¨®n que, ya se sabe, es ganancia de pescadores. Ello atenta contra el derecho ciudadano a la debida informaci¨®n. Y atenta, en t¨¦rminos de mercado, contra la libre competencia: no puede negarse su nombre a ning¨²n producto, a no ser que se trate de darle la exclusiva a alg¨²n competidor o, peor aun, a alguno que no podr¨ªa competir en igualdad de condiciones porque no da la talla. El pan es el pan, el vino es el vino y el grado es el grado. Y no puede obligarse a nadie a que llame, al pan, ¡°masa de harina horneada¡± ni, al vino, ¡°mosto fermentado¡± ni, al grado, ¡°t¨ªtulo superior¡±. Menos aun cuando hay v¨ªa libre para que otros productos puedan llamarse pan, vino y grado. Esta es la situaci¨®n demencial en que se hallan las escuelas superiores art¨ªsticas y sus ense?anzas, que atesoran un conocimiento sedimentado a lo largo del tiempo, frente a unas ofertas universitarias que pueden improvisarse de cualquier manera, a partir de cuatro rudimentos te¨®ricos. Siendo ambas ense?anzas reconocidas como ¡°primer ciclo o grado¡± del Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior, pero s¨®lo las segundas con la denominaci¨®n correspondiente de ¡°Grado¡±.
?Las escuelas superiores de ense?anzas art¨ªsticas hab¨ªan esperado que, in extremis, una enmienda de consenso a la LOMCE, en el Senado, restituyera la denominaci¨®n de ¡°Grado¡± que les corresponde, que estableci¨® el Real Decreto de Ordenaci¨®n de estas ense?anzas, en octubre de 2009, y que rigi¨® durante los cursos 2010-11 y 2011-12 y hasta la sentencia del Tribunal Supremo de febrero del 2012. Una sentencia que confirm¨® la condici¨®n de estas ense?anzas como ¡°primer ciclo o grado¡± del Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior, pero que se?al¨® el error del Ministerio de Educaci¨®n al no haber enmendado la vieja denominaci¨®n de ¡°T¨ªtulo Superior¡± en la LOE (como s¨ª hab¨ªa hecho en su momento con la LOU), cosa que invalidaba ahora la parte correspondiente del Real Decreto de Ordenaci¨®n. Miles de alumnos -dos promociones enteras de todas las escuelas art¨ªsticas superiores- se despertaban ese d¨ªa con la noticia de que los estudios que ven¨ªan cursando ya no eran de ¡°Grado¡± aunque as¨ª lo dijera la matr¨ªcula pagada; como ellos dicen, hab¨ªan sido ¡°degradados¡±.
??Hab¨ªa sido un descuido incomprensible del Ministerio o, m¨¢s bien, se trataba de un ¡°regalito¡± -con espoleta retardada- que alg¨²n ¡°amigo¡± de las artes dej¨® envuelto y camuflado? Parece mentira que, a estas alturas, haya todav¨ªa gente encumbrada que no puede con las artes. Pens¨¢bamos que hab¨ªan quedado atr¨¢s definitivamente, que su canto del cisne hab¨ªan sido los dos episodios sufridos en el proceso de desarrollo de la LOE, cerrados con la dimisi¨®n de sendos Directores Generales, merced a la coherencia y al coraje de Eva Almunia, en un caso, y de Mario Bedera, en el otro, sucesivos Secretarios de Estado de Educaci¨®n. Se trata de la retr¨®grada ideolog¨ªa que siempre menospreci¨® al conocimiento art¨ªstico y que, no hace tantos a?os, ten¨ªa a bien enterrar a los c¨®micos ¡°fuera de sagrado¡±.
?Habr¨¢ que convenir, sin embargo, que el inefable Ministro Wert les tom¨® el relevo, enfrent¨¢ndose a la voluntad pr¨¢cticamente un¨¢nime de las direcciones de las escuelas y tambi¨¦n de los grupos parlamentarios, incluido el suyo propio. Lanza en ristre, dio con la posible enmienda de consenso por los suelos y forz¨® al extremo el rodillo gubernamental, legislando contra la denominaci¨®n de ¡°Grado¡± que deber¨ªa etiquetar a las ense?anzas art¨ªsticas superiores como lo que son, junto al resto de ense?anzas superiores.
??Pura ideolog¨ªa? ?O tal vez, tambi¨¦n, alguna funcionalidad opaca? Esto segundo parece m¨¢s que probable. Suele ocurrir con las ideolog¨ªas extremas. Tras sus valores y ¡°p¨²blicas virtudes¡±, esconden feos ¡°vicios privados¡±. M¨ªrese el efecto y se adivinar¨¢ en seguida el cuidado. Algunas facultades universitarias, con profesorado sobrante o con deseos de alcanzar mayores cotas de poder acad¨¦mico, llevan tiempo queriendo colonizar nuevos territorios docentes, aun sin disponer del conocimiento ni del profesorado debido. Y hete aqu¨ª que ahora, por fin y gracias al Ministro Wert, van a poder hacerlo, sacando al mercado ¡°Grados¡± de m¨²sica, de teatro, de danza, de dise?o y de conservaci¨®n de bienes, en competici¨®n trucada con las escuelas superiores art¨ªsticas, las ¨²nicas que disponen de estos conocimientos y del profesorado adecuado, y cuyas ense?anzas, siendo de ¡°primer ciclo o de grado¡±, no podr¨¢n denominarse ¡°Grado¡±. M¨¢s aun -y tal vez ah¨ª est¨¦ el m¨®vil principal-, los centros privados que, mejores o peores, se adscriban a una universidad tambi¨¦n podr¨¢n esgrimir, en sus ense?anzas, frente a las escuelas p¨²blicas de siempre, la denominaci¨®n de ¡°Grado¡±. Huelgan los comentarios.
?Qu¨¦ van a hacer ahora las escuelas art¨ªsticas superiores, despu¨¦s del largo, laborioso y ejemplar proceso seguido desde 2004 que las ha llevado a ser miembros de pleno derecho del Espacio Europeo? Visto lo visto, agotado el tr¨¢mite del Senado, aprobada la LOMCE sin enmienda alguna al respecto, parece no haber m¨¢s que dos caminos posibles. Uno: apechugar con el dislate hasta que cambien las tornas. El otro: hacer borr¨®n y cuenta nueva, dando por finiquitado el camino a la medida abierto por la LOE y el Real Decreto de Ordenaci¨®n, para pasar a exigir la mayor, es decir, la reforma de la LOU, de modo que las ense?anzas art¨ªsticas quepan directamente en la universidad sin morir en el intento. Entretanto, habr¨ªa que negociar con la universidad, a partir del acuerdo y el apoyo del correspondiente gobierno auton¨®mico, un modelo transitorio de ¡°adscripci¨®n universitaria¡± que permita disponer ya de la denominaci¨®n de ¡°Grado¡±, sin que ello grave el precio de la matr¨ªcula y garantizando la ratios profesor/alumnos hoy vigentes y un r¨¦gimen del profesorado que admita, en igualdad de condiciones, a los artistas en ejercicio junto a los doctores. Lo primero es un par¨¢metro democr¨¢tico elemental. Lo segundo son las condiciones vitales de las ense?anzas art¨ªsticas.
??Qu¨¦ cansancio! ?Cuanto trabajo in¨²til, en las escuelas, en los encuentros curriculares, en el di¨¢logo con la profesi¨®n, en los despachos ministeriales, en el Consejo Superior de Ense?anzas Art¨ªsticas, en sus comisiones, en la relaci¨®n con los grupos parlamentarios¡! ?Cuantas esperanzas frustradas! ?Que penoso! Hay que agradec¨¦rselo al se?or Wert y al gobierno del que forma parte. Y, en cierto modo, a los corifeos que, desde sus intereses corporativos (el plato de lentejas de una c¨¢tedra universitaria), llevan tiempo pregonando el ingreso incondicional a la universidad, aun que sea para enterrar las ense?anzas art¨ªsticas. Habr¨¢ que andarse con mucho ojo.
Jordi Font es director del Institut del Teatre
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