La polic¨ªa asocia la muerte de seis j¨®venes en Portugal a una novatada
La Universidad Lus¨®fona de Lisboa tiene una comisi¨®n de alumnos veteranos dedicada a organizar estas bromas El ¨²nico superviviente dirige este grupo
En la madrugada del 15 de diciembre, una ola descomunal que lleg¨® a la playa de Meco (40 kil¨®metros al sur de Lisboa) se llev¨® por delante la vida de seis estudiantes que se encontraban en ese momento all¨ª vestidos con las t¨ªpicas capas negras universitarias lusas, parecidas a las que en Espa?a llevan los tunos. S¨®lo el s¨¦ptimo integrante del grupo, Jo?o Gouveia, de 23 a?os, sobrevivi¨®. Busc¨® en la arena el gorro donde hab¨ªa guardado el m¨®vil y llam¨® a la polic¨ªa, que lo hall¨®, seg¨²n ha revelado el semanario Expresso, medio ahogado, y con espuma de mar en la boca. Horas despu¨¦s, ya en el hospital, le dieron el alta, casi al mismo tiempo en que aparec¨ªa el primer cad¨¢ver: Tiago Campos, de 21 a?os, hab¨ªa muerto desnucado del brutal golpe de ola.
El pa¨ªs entero se sacudi¨® por la tragedia, que todos achacaron, en un principio, a la fatalidad, a la mala suerte y a la mort¨ªfera potencia del mar en esa zona. Tras los funerales y los homenajes, y tras el silencio algo extra?o del superviviente (que se limit¨® a contar en los primeros momentos a los polic¨ªas que una ola sorpresiva les atrap¨®) los padres de los otros j¨®venes comenzaron a hacerse la pregunta obvia: ?Qu¨¦ hac¨ªan a la una de la madrugada de un noche helada de invierno vestidos con la capa universitaria en una playa desierta?
Desde hace d¨ªas, crece la certidumbre de que todos acudieron all¨ª a celebrar una suerte de novatada elaborada, reservada a los estudiantes veteranos miembros de una jerarquizada sociedad secreta que se encarga, a su vez, de imponer las novatadas a los reci¨¦n llegados.
Esto ha levantado una agria pol¨¦mica sobre las novatadas, una extendida pr¨¢ctica que prospera en Portugal gracias a la aceptaci¨®n de gran parte del alumnado, a la permisividad de las autoridades acad¨¦micas y a la tibieza de los responsables pol¨ªticos.
Todos los que estaban en esa playa de Meco esa noche estudiaban en la privada Universidad Lus¨®fona de Lisboa, y pertenec¨ªan a la Comiss?o Organizadora da Praxe Academica (COPA), esto es, la Comisi¨®n Organizadora Acad¨¦mica de las Novatadas. En espa?ol suena un poco a burla. En portugu¨¦s, no. El joven que sobrevivi¨® era el l¨ªder de esta comisi¨®n, el denominado Dux (Duque), esto es, el escalaf¨®n m¨¢s alto en la jerarqu¨ªa.
Los siete alquilaron una casa situada a unos kil¨®metros de la playa para pasar el fin de semana. Algunos vecinos, seg¨²n varios medios portugueses, vieron a algunos, en el jard¨ªn, haciendo flexiones a las ¨®rdenes del Duque, que se paseaba siempre armado de una cuchara de madera, s¨ªmbolo de autoridad en este mundillo de las novatadas. Y el due?o de un chiringuito recordaba al semanario S¨¢bado haberse fijado en los siete j¨®venes camino del mar en fila india a las doce y media de la madrugada.
La cadena de televisi¨®n TVI ha llevado a cabo, a base de testimonios de otros estudiantes que aparentemente han celebrado ceremonias parecidas, una sobrecogedora reconstrucci¨®n de lo que pas¨® esa noche. Los seis estudiantes que murieron, que deb¨ªan sobrepasar un rito inici¨¢tico para subir un escalaf¨®n en la jerarqu¨ªa de esta Comisi¨®n de Novatadas, se colocaron, hombro con hombro, de espaldas al mar, con los ojos vendados. Enfrente de ellos, sin venda, se situ¨® el Duque, esto es, Jo?o Gouvela.
Bas¨¢ndose en un cuento inici¨¢tico de Fernando Pessoa, Hora do diabo, en el que Satan¨¢s se le aparece a una mujer una noche de luna llena (el 15 de diciembre era tambi¨¦n luna llena), Gouvela comenz¨® a hacer preguntas a los otros. Cada vez que uno fallaba, daba un paso atr¨¢s. Todo esto dur¨® m¨¢s de una hora. Los reporteros de TVI afirman que, despu¨¦s, sin ser advertidos por los que ten¨ªan los ojos vendados, algunos estudiantes m¨¢s, puestos de acuerdo previamente con el Duque, se deslizaron hasta llegar a ese punto de la playa, acerc¨¢ndose sin hacer ruido a los ne¨®fitos, a fin de susurrarles al o¨ªdo e infundirles a¨²n m¨¢s miedo y desconcierto.
Una ola arrastr¨® a los j¨®venes durante un rito inici¨¢tico
Si esto es as¨ª, hay m¨¢s testigos de la tragedia que mantiene en vilo al pa¨ªs y el joven que llam¨® desesperado a la polic¨ªa despu¨¦s de que una ola se llevara a sus compa?eros al fondo del mar no es el ¨²nico que puede decir lo que pas¨®.
Por lo pronto, la Polic¨ªa Judicial interrogar¨¢ a Gouvela la semana que viene. De su testimonio se deducir¨¢ si, efectivamente, todo fue producto de una novatada est¨²pida celebrada en un d¨ªa nefasto y, si esto es as¨ª, el grado de coacci¨®n hacia los ne¨®fitos.
Las familias de las v¨ªctimas se presentar¨¢n en el caso, y su abogado, V¨ªtor Parente Ribeiro, ya ha advertido que deber¨¢ investigarse la implicaci¨®n y responsabilidad de la Universidad Lus¨®fona.
Mientras, los defensores de las novatadas tratan de separarlas de lo que ocurri¨® en la playa de Meco. Entre estos no solo hay estudiantes y autoridades universitarias, que exaltan este tipo de pr¨¢cticas como formas de integraci¨®n. La ministra de Justicia, Paula Teixeira da Cruz, afirmaba hace d¨ªas: ¡°No tiene sentido prohibir inocentadas que, en determinados casos, son bonitas. Prohibir no es la soluci¨®n¡±. Algunos de sus partidarios pon¨ªan de ejemplo novatadas que consisten en ir de puerta en puerta recogiendo alimentos para la gente pobre.
Las autoridades pol¨ªticas y acad¨¦micas son permisivas
Pero este tipo de pr¨¢ctica es anecd¨®tica. Un demoledor reportaje de Bruno Moraes Cabral, titulado Praxis, rodado en 2010 en varias ciudades portuguesas, registr¨® algunas de estas bromas (s¨®lo las que le permitieron rodar novatos y veteranos). Muchas, cuando menos toleradas por la universidad ya que se llevaban a cabo en los campus o dentro de las facultades, consist¨ªan en lo siguiente: escenificar que fornicas con otro novato a la vista de centenares de estudiantes; obligaci¨®n de ir con el dedo en la boca durante toda una ma?ana; comer guindillas de pie con un gorro de payaso en la cabeza; formar en un patio disfrazado y con la cara pintada; responder a preguntas idiotas sin soluci¨®n que acarrean invariablemente un castigo. En otros casos las novatadas se hac¨ªan en el campo: andar a cuatro patas en un establo al lado de vacas o arrojarte a un camino lleno de barro y esti¨¦rcol. Siempre, en todos los casos, ante la mirada de los veteranos, vestidos con las inevitables capas negras.
El ministro de Educaci¨®n, Nuno Crato, se ha reunido estos d¨ªas con asociaciones de estudiantes para tratar el asunto sin adelantar por ahora ninguna medida concreta. M¨¢rio Soares, el veterano pol¨ªtico socialista portugu¨¦s de 90 a?os, en un art¨ªculo publicado hace d¨ªas en el Di¨¢rio de la Rep¨²blica, fue mucho m¨¢s claro y tajante: ¡°Las novatadas son incomprensibles e inaceptables (¡) una suerte de fascismo. Deber¨ªan estar prohibidas¡±.
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