Todo por la audiencia
El falso documental del 23-F result¨® un fracaso a la hora de mantener las se?as de identidad de ediciones anteriores, que han descubierto al p¨²blico aspectos oscuros de ciertas realidades
Si el objetivo era atrapar al p¨²blico, no hay duda de que el programa dedicado por la Sexta al 23-F represent¨® un ¨¦xito de notoriedad. Sin embargo, result¨® un fracaso a la hora de mantener las se?as de identidad de ediciones anteriores, que han descubierto al p¨²blico aspectos oscuros de ciertas realidades y han ofrecido verdades no conseguidas por otras televisiones, como el valioso debate entre Felipe Gonz¨¢lez y Artur Mas sobre el soberanismo catal¨¢n.
Al cabo de casi una hora de mentiras llegaron la confesi¨®n y el intento de justificaci¨®n, basado en el secretismo y en lo que tarda en levantarse el velo oficial (en este caso, sobre el sumario judicial instruido por la intentona golpista); y en segundo lugar, en lo f¨¢cil que es construir una mentira o una supuesta conspiraci¨®n. El 23-F fue un golpe sin apenas documentos, ejecutado por militares que cortaron desde muy temprano las relaciones con ¡°los paisanos¡± (civiles, en la jerga militar). Se sabe mucho de lo sucedido, pero claro que hay lagunas: falta conocer una parte de las intervenciones telef¨®nicas efectuadas en la noche de autos, as¨ª como los testimonios directos de algunos de los protagonistas principales, muchos de ellos ya fallecidos, y es dudoso que est¨¦n incorporados al sumario. Otra cosa es el excesivo secreto que pesa en Espa?a sobre los archivos hist¨®ricos, que un pa¨ªs serio deber¨ªa revisar en el m¨¢s breve plazo.
Resolver esas lagunas por la v¨ªa de la ficci¨®n contribuye tambi¨¦n a la desmemoria. No es bueno confundir realidades con mentiras, navegando sobre la ola del revisionismo de la Transici¨®n tan en boga durante los ¨²ltimos a?os. La confusi¨®n ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil si las generaciones j¨®venes hubieran crecido conscientes de la historia reciente de Espa?a, incluidas las intentonas que desembocaron en el golpe de febrero de 1981. Una verdadera pena que la educaci¨®n de las j¨®venes generaciones se haya olvidado de ello.
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