La resaca del botell¨®n va a m¨¢s
Tres de cada cuatro menores beben alcohol al menos una vez al mes, 11 puntos m¨¢s que hace dos a?os La manera de beber, concentrada en pocas horas del fin de semana, preocupa a los expertos Las leyes no sirven para frenar el fen¨®meno
Si los menores son el futuro, este se presenta ba?ado en combinados. Los datos de la ¨²ltima Encuesta Estatal sobre el uso de Drogas en Estudiantes de Secundaria (Estudes) presentada ayer muestran que un 74% de los menores de edad (el trabajo ha preguntado a 27.500 de 14 a 18 a?os) ha bebido en el ¨²ltimo mes, lo que puede equipararse a un consumo frecuente; un tercio de ellos se ha emborrachado en ese periodo y este fen¨®meno se concentra en los fines de semana en lo que ya se denomina de manera generalizada, aunque la Real Academia no lo haya incorporado todav¨ªa, botell¨®n. Y ello pese a que en muchas ciudades y comunidades hay leyes restrictivas desde principios de siglo, o que la venta de alcohol a menores est¨¢ prohibida en toda Espa?a. El alcohol deja en papel mojado todas esas normas.
Ni las campa?as de concienciaci¨®n ni las prohibiciones est¨¢n siendo efectivas
M¨¢s que el hecho en s¨ª, al secretario del Plan Nacional sobre Drogas, Francisco de As¨ªs Bab¨ªn, le preocupa la tendencia. Las tasas de menores que beben o han bebido, medidas en cualquiera de las formas que presenta la encuesta, son equivalentes a las de los datos de 1994, hace 20 a?os. Es como si todo esfuerzo realizado no hubiera servido para nada.
Como la encuesta se hace cada dos a?os desde 1994 (los ¨²ltimos datos son de 2012), la mitad de los encuestados se renueva de una edici¨®n a otra. Pero los que llegan, los m¨¢s peque?os, parece que ya ¡°llegan instruidos¡±, dijo Bab¨ªn. ¡°Beben m¨¢s que sus antecesores¡±.
El policonsumo de bebida y drogas es m¨¢s com¨²n en estas concentraciones
La encuesta incide especialmente en una manera de beber: el botell¨®n, esas reuniones de menores ¡ªy no tan peque?os¡ª que todo el que viva cerca de una plaza c¨¦ntrica, una playa, un descampado o un parque de una ciudad espa?ola conoce. Y, asociado a ¨¦l, la borrachera por atrac¨®n (binge drinking en ingl¨¦s, tomar cinco copas en dos horas). Por ejemplo, el sondeo se?ala que el 62% de los menores ha practicado en un botell¨®n, y que, de ellos, un 74,1% se dedic¨® a la ingesta r¨¢pida y concentrada de bebidas. En cambio, entre los otros bebedores ¡ªsiempre hablando de menores¡ª solo el 9,5% se aplic¨® al atrac¨®n. La consecuencia es obvia: el 58,5% de los que hab¨ªan ido de botell¨®n se hab¨ªa emborrachado, frente al 4,7% de los otros bebedores. Tambi¨¦n, recalc¨® Bab¨ªn, los botellones son sitios donde es m¨¢s f¨¢cil iniciarse en otras drogas. El policonsumo es m¨¢s frecuente entre quienes practican botell¨®n (fuma cannabis el 29,8% o toma coca¨ªna el 2,9%, mientras que los que no acuden a estas reuniones lo hacen en un 3,2% y un 0,3%) respectivamente. Pero no solo los menores hacen botell¨®n, y esa puede ser una clave de por qu¨¦ no parece f¨¢cil de erradicar. ¡°El 7% de los hombres entre 60 y 65 a?os practica el binge drinking, lo hace, y por debajo de los 35 la proporci¨®n est¨¢ en un 30%¡±, dice Josep Guardia, miembro de la junta directiva de Sociodrogalcohol.
Un t¨¦cnico cree que no solo van a emborracharse, ¡°sino a relacionarse¡±
El botell¨®n se ha convertido en una forma de ocio con unos 30 a?os de existencia, y esta veteran¨ªa es otro de los factores que act¨²an contra los intentos de limitarlo (o de erradicarlo). Aunque los efectos del abuso de alcohol en los j¨®venes son conocidos (a corto plazo, accidentes, agresividad, trastornos temporales de comportamiento; a largo, problemas psiqui¨¢tricos, hep¨¢ticos, laborales y sociales), a los adultos les cuesta verlo as¨ª en una sociedad tan permisiva como la espa?ola, apunta Eusebio Meg¨ªas, director t¨¦cnico de la Fundaci¨®n de Ayuda contra la Drogadicci¨®n (FAD). ¡°El botell¨®n no es de ahora. No lo han inventado los adolescentes actuales, sino sus padres¡±, dice. ¡°Ellos fueron cocineros antes que frailes¡±, y eso puede jugar en contra de la prevenci¨®n. ¡°Se dicen que ellos lo hicieron y no fue para tanto¡±, dice Meg¨ªas.
Para este especialista, las causas del botell¨®n son variadas. ¡°No se puede decir que los j¨®venes van de botell¨®n exclusivamente a emborracharse¡±, dice Meg¨ªas. De hecho, la encuesta muestra que un 2,8% de quienes acuden ni siquiera beben, como resalt¨® Bab¨ªn. ¡°Van a mucho m¨¢s: a verse, porque necesitan una identificaci¨®n colectiva, se relacionan, son sitios donde pueden tener la fantas¨ªa de que su vida va a ser mejor, es hasta una forma de expresi¨®n¡±, afirma Meg¨ªas.
Un 74% practica el ¡®atrac¨®n¡¯, que es beberse cinco copas en solo dos horas
Mar¨ªa Jos¨¦ D¨ªaz, profesora de Ciencias Ambientales de la UNED, que particip¨® hace cinco a?os en un grupo de asesoramiento sobre el botell¨®n para el Ayuntamiento de Madrid, tambi¨¦n da una explicaci¨®n sociol¨®gica del proceso: ¡°En el extranjero no es que se beba menos, es que a los 18 los j¨®venes disponen de sus propios espacios, se van fuera a estudiar. En Espa?a, no nos vamos de casa hasta los 30. Por eso, la opci¨®n para el ocio es usar el espacio p¨²blico¡±, dice D¨ªaz. ¡°Y adem¨¢s en Espa?a hace buen tiempo, y los j¨®venes no pueden costearse la bebida¡± en los locales, a?ade.
¡°En 1994 hubo una reforma laboral que baj¨® mucho el paro juvenil, pero a costa de aumentar la precariedad. Los j¨®venes no ten¨ªan dinero para emanciparse, pero s¨ª para ocio¡±, a?ade Meg¨ªas.
Un experto cree que ¡°los adultos replican y fomentan estas actitudes¡±
Esta persistencia de la bebida como costumbre tolerada juega en contra de una posible erradicaci¨®n entre los menores, pero no es lo ¨²nico. ¡°En la encuesta se manifiesta la enorme facilidad que tienen los menores para conseguir alcohol¡±, apunta Josep Guardia, de Sociodrogalcohol, quien a?ade ¡°su baja percepci¨®n del riesgo¡±. ¡°Tomar cinco copas el fin de semana es lo que se percibe como menos peligroso¡± de todas las drogas de la encuesta, indica Guardia. ¡°Aunque todos sabemos que no lo es¡±.
De hecho, parte de sus efectos inmediatos negativos son vistos por Bosco Torremocha, director de la Fundaci¨®n Alcohol y Sociedad, como una oportunidad. Torremocha compara la situaci¨®n del alcohol con la del tabaco. ¡°Solo cuando la poblaci¨®n se hizo consciente del da?o al fumador pasivo empez¨® a bajar el consumo de tabaco¡±, dice. En este caso, aparte de las v¨ªctimas obvias (accidentados, agredidos) est¨¢ el da?o al propio bebedor. ¡°Si uno cae en un coma et¨ªlico se le acaba la noche, a ¨¦l y a su grupo. Alguno tendr¨¢ que acompa?arle al hospital o ir a explicar lo que ha pasado a su casa¡±, afirma.
¡°No podemos decir que no se beba y subvencionar a la vez pe?as y ferias¡±
La comparativa con el tabaco lleva a Guardia a resaltar el efecto que tuvieron en los j¨®venes las leyes de 2005 y 2011. En 2004, fumaba tabaco diariamente el 21,5% de los menores. En 2012 eran el 12,5%, y ello pese a la estabilizaci¨®n en la tendencia que se observa desde 2010, cuando la tasa baj¨® al 12,3%.
Pero no ser¨¢ por leyes. ¡°En Espa?a, las leyes antibotell¨®n deben de ser las m¨¢s incumplidas de todas¡±, se?ala Torremocha. ¡°Llevadas al extremo, el botell¨®n de menores pod¨ªa considerarse incluso una asociaci¨®n para delinquir¡±, dice. Tambi¨¦n Meg¨ªas se?ala a que ¡°el exceso de leyes no garantiza nada. Si se regula, debe ser para cumplirse. Una ley in¨²til es una ley perversa¡±, apunta.
¡°Las leyes como recurso ¨²nico no funcionan. Y la sociedad adulta replica y fomenta esas mismas actitudes¡±, dice Meg¨ªas. Hasta las Administraciones tienen un mensaje confuso, apunta Torremocha. ¡°No podemos estar diciendo que no se beba, y, a la vez, subvencionando pe?as y ferias¡±, indica Meg¨ªas.
Repetidores por el cannabis
Fumadores. Aparte del alcohol, las dos siguientes drogas m¨¢s consumidas por los menores en Espa?a se fuman: son el tabaco (lo consume diariamente el 12,5% de los menores) y el cannabis (lo tom¨® en los ¨²ltimos 30 d¨ªas el 16,1%). Si se mide por quienes lo han probado en el ¨²ltimo a?o, el tabaco (35,3%) est¨¢ todav¨ªa por delante del hach¨ªs (26,6%), con una diferencia: el primero sigue en descenso, y el segundo sube algo.
Complicaciones. La encuesta de consumo de drogas en estudiantes de secundaria, indica que el 16,1% de quienes fuman esta sustancia son considerados de riesgo, con da?os f¨ªsicos, psicol¨®gicos?y sociales. En 2006, la proporci¨®n era del 13,3%, lo?que indica que hay m¨¢s que fuman y que fuman m¨¢s.
Fracaso escolar. La encuesta mide por primera vez la relaci¨®n entre cannabis y resultado escolar. Por ejemplo, entre quienes consumen esta droga repiti¨® curso un 44%, frente al 27,9% del resto de los estudiantes. El secretario del Plan sobre Drogas, Francisco de As¨ªs Bab¨ªn, no duda en que hay relaci¨®n entre los efectos de la sustancia (menos concentraci¨®n y agilidad mental, entre otros) y estos resultados. Tambi¨¦n sacan peores notas: la tasa de suspensos entre los que fuman (6,3%) duplica la de los dem¨¢s.
Percepci¨®n. Al Ministerio?de Sanidad le preocupa especialmente un aspecto: que los menores creen, en general, que el cannabis es menos peligroso que el tabaco, "cuando tiene todos los peligros del tabaco m¨¢s?el a?adido del cannabis",?dijo Bab¨ªn.
Ante este panorama, solo queda un recurso, aburrido y a largo plazo: la educaci¨®n. ¡°A los j¨®venes les decimos mucho que no deben beber, pero pocas veces por qu¨¦¡±, indica Torremocha. La situaci¨®n es muy dif¨ªcil de abordar. Si se habla de educaci¨®n, se habla ¡ªotra vez¡ª de padres. Pero ¡°muchos han renunciado a su obligaci¨®n de educar¡±, abunda Torremocha.
Esta l¨ªnea es la que subyace en comentarios del responsable del Ministerio de Sanidad. Ayer, en la presentaci¨®n de la encuesta, Bab¨ªn no quiso ir tan lejos como cuando insinu¨® que los padres cuyos hijos sufrieran varios comas et¨ªlicos u otros problemas podr¨ªan ser sancionados. ¡°Lo que buscamos es una reprobaci¨®n moral, hacerles un llamado¡±, dijo Bab¨ªn, sin concretar c¨®mo se hace eso.
Esas posibles sanciones, sean del tipo que sean ¡ªse ha especulado con una retirada de la patria potestad en casos extremos¡ª deber¨¢n llegar en la normativa que est¨¢ preparando el ministerio. Si sale adelante. Porque, como sufrieron en sus carnes los Gobiernos socialistas en 1994 y 2007, el peso de la cultura vitivin¨ªcola (y, por extensi¨®n del resto de alcoholes) en Espa?a es tan fuerte que habr¨¢ quien interprete cualquier regulaci¨®n como un intento de dejarles el vaso medio vac¨ªo.
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