La guerra de los agravios
Las comunidades usan las balanzas fiscales como arma para negociar su financiaci¨®n Los expertos consideran err¨®neo vincular ambos conceptos
Las comunidades han entrado ya de lleno en la negociaci¨®n del modelo de financiaci¨®n auton¨®mica. Y esta vez acuden a la batalla con las balanzas fiscales como arma arrojadiza. Cada autonom¨ªa quiere usar ese documento como hoja de agravios con el objetivo de estar en el mejor lugar de la parrilla de salida para abordar el nuevo sistema. Al margen de los c¨¢lculos del Ministerio de Hacienda, cuya metodolog¨ªa ser¨¢ presentada hoy en el Instituto de Estudios Fiscales (IEF), varias comunidades han decidido elaborar sus propias balanzas. ?Es esa la mejor estrategia para lograr una mejor financiaci¨®n? Seg¨²n varios expertos consultados, rotundamente no: el modelo de financiaci¨®n solo explica una parte del saldo fiscal, que es la diferencia entre lo que aporta y recibe una comunidad a la Administraci¨®n central del Estado.
El ministro de Hacienda y Administraciones P¨²blicas, Crist¨®bal Montoro, encendi¨® a los barones de varias comunidades del PP al sugerir primero la supresi¨®n de las balanzas fiscales y anunciar luego un cambio metodol¨®gico. La Comunidad Valenciana, Madrid, Baleares, Murcia y Cantabria ¡ªentre otras¡ª le exigieron que rectificara. A ellas se uni¨® Catalu?a, que reclam¨® los datos para calcular sus saldos. Uno de los encargados de la elaboraci¨®n de las balanzas, el investigador del CSIC ?ngel de la Fuente, aclar¨® pocos d¨ªas m¨¢s tarde que s¨ª habr¨ªa balanzas y que el nombre con el que se hab¨ªan bautizado ¡ªcuentas p¨²blicas regionalizadas¡ª respond¨ªa a que iban a destriparse los datos para conocer d¨®nde est¨¢n los problemas m¨¢s graves. Solo lo har¨¢, sin embargo, mediante uno de los m¨¦todos, el de carga-beneficio, y dejar¨¢ de lado el del flujo monetario.
La escalada ha culminado esta semana en la publicaci¨®n de las balanzas con el nuevo m¨¦todo por parte de la Comunidad de Madrid el mi¨¦rcoles, anticip¨¢ndose en m¨¢s de un mes al ministerio, y de un informe que constituye una suerte de caj¨®n de sastre por parte de la Junta de Extremadura, que considera la deuda como ingresos, valora sus bosques en 14.000 millones de euros e incluso contempla la poblaci¨®n de grullas. En todo caso, las comunidades han agitado el debate de la financiaci¨®n con las balanzas fiscales. ¡°Nunca hab¨ªa pasado que el fundamento de la discusi¨®n fuera el resultado de las balanzas fiscales¡±, explica Maite Vilalta, profesora de Hacienda P¨²blica de la Universidad de Barcelona (UB). ¡°El modelo debe examinarse en funci¨®n si da los recursos necesarios para los servicios necesarios, por la autonom¨ªa financiera, el criterio de equidad, el respeto a la lealtad institucional...¡±, a?ade.
Por partes. Las balanzas fiscales y el modelo de financiaci¨®n son conceptos diferentes. Las primeras son una herramienta que permite comparar los ingresos de la Administraci¨®n central del Estado generados en una comunidad con los gastos que se efect¨²an dentro de ese mismo territorio. Cuando el saldo es positivo, hay super¨¢vit; cuando es negativo, hay d¨¦ficit. El modelo de financiaci¨®n, en cambio, lo constituyen los recursos que necesitan las comunidades aut¨®nomas para cubrir sus gastos, que en su mayor¨ªa corresponden a los servicios esenciales del Estado de bienestar.
Sobre la utilidad de las balanzas
El c¨®mputo de las balanzas fiscales tiene utilidad a la hora de responder a dos bloques de preguntas de naturaleza diferente. El primero tiene que ver con la aplicaci¨®n de fronteras fiscales regionales. ?Qu¨¦ pasar¨ªa si todos los ingresos p¨²blicos que se generan en un determinado territorio se gastasen en ¨¦l? ?Cu¨¢ntos de esos recursos salen de las fronteras regionales? Este tipo de cuestiones se suelen plantear en las regiones ricas. Y cuando esa riqueza relativa coincide con sentimientos nacionales intensos y extendidos, la cadena argumental concluye habitualmente en la noci¨®n de que la independencia sale fiscalmente a cuenta.
El segundo bloque de preguntas orilla la independencia y las tensiones centr¨ªfugas y se centra en responder a la pregunta de si existen agravios comparativos y discriminaciones; si los individuos de un determinado territorio reciben un trato diferente a los dem¨¢s. En este caso, las balanzas fiscales ser¨ªan un instrumento detector de agravios ¨²til para los que adoptan un enfoque territorial integrador y les preocupa la justicia distributiva.
Puesto que las preguntas son diferentes, es l¨®gico que las metodolog¨ªas m¨¢s adecuadas para responderlas sean diferentes. En el caso del primer bloque, la idea de la Generalitat de centrarse en los saldos totales y en el enfoque del flujo monetario (d¨®nde se hace el gasto y no a qui¨¦n beneficia) es la m¨¢s apropiada. Si bien es cierto que si lo que se quiere es estimar el efecto fiscal de una potencial independencia hay que tener en cuenta cuestiones como los gastos adicionales que tendr¨ªa una Catalu?a independiente, el efecto sobre el comercio de Catalu?a y, por tanto, su actividad econ¨®mica y su recaudaci¨®n fiscal, o la reacci¨®n de algunas grandes empresas con sede en Catalu?a.
Por el contrario, si lo que nos interesa es dilucidar la existencia de agravios y maltratos, la nueva metodolog¨ªa que se va a proponer desde el Gobierno es mejor. Porque no se limita a dar un saldo global, algo que tambi¨¦n hace, sino a descomponerlo para que veamos de d¨®nde sale. Habr¨¢ una parte de los saldos l¨®gica y justa (los m¨¢s ricos pagan m¨¢s impuestos) y otra sobre la que existan serias dudas. Ser¨¢ en esta parte en la que habr¨¢ que detenerse para corregir posibles injusticias.
Expuesto lo anterior, es comprensible que una Generalitat que aboga por la independencia reclame el c¨®mputo actualizado de los saldos fiscales agregados seg¨²n el enfoque del flujo monetario. Pero tambi¨¦n lo es que un ministerio que est¨¢ obligado a preocuparse del conjunto ponga el acento en detectar posibles agravios y corregirlos; y a dar por buena la parte de los saldos fiscales que simplemente refleja la l¨®gica de la redistribuci¨®n fiscal a una escala espa?ola.
La soluci¨®n pasa por proporcionarle a la Generalitat todos los datos que precise, y por explicar a los ciudadanos de qu¨¦ habla cada uno. Algo que va a resultar especialmente complejo si, finalmente, Extremadura se pone a hablar en paralelo de balanzas comerciales, energ¨¦ticas, laborales, ecol¨®gicas, industriales y de todo lo que se ponga a tiro.
Santiago Lagos es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Vigo.
Ambos conceptos son, pues, completamente distintos. ?Tienen relaci¨®n? S¨ª, aunque los expertos ah¨ª discrepan de en qu¨¦ medida. Para ver qu¨¦ hay detr¨¢s de la balanza deben analizarse tanto los ingresos como los gastos. Ana Herrero, profesora de Econom¨ªa Aplicada y Gesti¨®n P¨²blica de la UNED, recuerda que una parte de los ingresos tienen un efecto redistributivo, en especial el IRPF y una parte de las transferencias. Por el de los gastos hay el dinero que se destina a pensiones, prestaciones y subsidios de desempleo, pero tambi¨¦n est¨¢ el modelo de financiaci¨®n y las inversiones del Estado en infraestructuras. ¡°Un saldo distinto de cero de las comunidades no es una anomal¨ªa del sistema, sino que nos est¨¢ diciendo que este es redistributivo¡±, recuerda Herrero.
Los resultados preliminares del informe que ?ngel de la Fuente, Ezequiel Uriel (Universidad de Valencia) y Ram¨®n Barber¨¢n (Universidad de Zaragoza) han realizado para el Ministerio de Hacienda se?alan que dos tercios de los saldos fiscales corresponden al efecto redistributivo de los gastos e ingresos. Sin embargo, el tercio restante s¨ª se atribuye a gastos que podr¨ªan suponer graves ¡°problemas de equidad¡±. Entre esos gastos est¨¢n los relacionados con el modelo de financiaci¨®n, que explicar¨ªan el 20% del saldo, aunque ah¨ª est¨¢n tambi¨¦n los cupos del Pa¨ªs Vasco y Navarra. Con el modelo de financiaci¨®n anterior, las catedr¨¢ticas de Hacienda P¨²blica de la UB N¨²ria Bosch y Marta Espasa, hab¨ªan determinado que esa proporci¨®n era m¨¢s elevada, de entre el 35% y el 40% para Catalu?a, la Comunidad Valenciana y Madrid.
Javier Loscos, profesor de la Universidad Complutense y miembro de la comisi¨®n que calcul¨® las balanzas en 2008, coincide en que el modelo de financiaci¨®n no es el ¡°elemento fundamental que determina los saldos fiscales¡±. De hecho, el d¨¦ficit podr¨ªa resolverse por una v¨ªa que no fuera el sistema de financiaci¨®n. El Gobierno, por ejemplo, podr¨ªa tratar de solventar el d¨¦ficit fiscal de una comunidad construyendo tres aeropuertos de golpe. La comunidad tendr¨ªa maravillosas conexiones y ver¨ªa c¨®mo se reduce su d¨¦ficit, pero eso no mejorar¨ªa su modelo de financiaci¨®n, es decir, los recursos de que dispone para sufragar la educaci¨®n, la sanidad o los servicios sociales. Y esa es precisamente la batalla que quieren librar la Comunidad Valenciana, ahogada por la deuda, o Madrid, que necesita recursos para engrasar la m¨¢quina productiva.
La ¨²nica vez que el Gobierno central public¨® las balanzas fiscales de la Administraci¨®n central del Estado con las comunidades aut¨®nomas fue en 2008 con datos de 2005. Las comunidades con m¨¢s d¨¦ficit fueron Baleares (entre el 7,47% y el 14,2% del PIB); Madrid (entre el 5,57% y el 9,13%), y Catalu?a (entre el 6,55% y el 8,7%). Por el otro lado de la balanza estaban Extremadura (entre el 15,73% y el 17,78%), Asturias (entre el 11,08% y el 14,33%) y Galicia (el 7,19% y el 8,19%). Pa¨ªs Vasco y Navarra, dos comunidades din¨¢micas, tambi¨¦n registraron d¨¦ficit, pero muy inferior al resto, de entre el 0,59% y el 1,35% del PIB en el caso del Pa¨ªs Vasco y de entre el 2,01% y el 3,18% en el de Navarra.
Al margen del Pa¨ªs Vasco y Navarra, los datos muestran que las comunidades m¨¢s din¨¢micas son las que tienen m¨¢s d¨¦ficit, mientras que las que cuentan con menos recursos son las que registran super¨¢vit. ¡°Los ricos han de aportar m¨¢s, lo que se discute es cu¨¢nto¡±, matiza el profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Duke e investigador de Fedea, Juan Rubio-Ram¨ªrez. Para ello, suelen usarse varios criterios. Maite Vilalta se?ala que uno de ellos es recurrir a una regi¨®n de un Estado con una renta per capita similar o bien hallar un criterio como el de aportar de acuerdo con la riqueza y recibir por poblaci¨®n. ¡°La ventaja de este patr¨®n es que es sencillo y podr¨ªa sentar unas bases para el di¨¢logo entre quienes est¨¢n preocupados por la solidaridad y quienes creen que tambi¨¦n hay que cuidar a las regiones ricas para que puedan tirar del carro¡±, sostiene Loscos.
Durante los ¨²ltimos seis a?os de apag¨®n por parte del Ministerio de Hacienda, las balanzas se han seguido calculando en las universidades, y el Gobierno de la Generalitat tambi¨¦n ha ofrecido los datos para Catalu?a cada a?o. La tardanza del ministro Montoro en la publicaci¨®n impacient¨® a varias comunidades ante un a?o crucial para su financiaci¨®n. Al contrario de lo ha sido la norma durante toda la democracia, Catalu?a ha decidido no tomar las riendas en el proceso de negociaci¨®n de la financiaci¨®n, por lo que tras obtener los datos para realizar sus c¨¢lculos decidi¨® apartarse del foco. Eso s¨ª, el consejero de Econom¨ªa de la Generalitat, Andreu Mas-Colell, dej¨® claro que en su opini¨®n ¡°todas las comunidades est¨¢n infrafinanciadas¡±.
La Comunidad de Madrid ha decidido finalmente realizar sus c¨¢lculos esta semana. Su presidente, Ignacio Gonz¨¢lez, echaba m¨¢s le?a al fuego al se?alar al Pa¨ªs Vasco y Navarra ¡ªlas dos comunidades de r¨¦gimen com¨²n¡ª y reclamarles una aportaci¨®n de 3.200 millones de euros para que el sistema de financiaci¨®n sea ¡°m¨¢s justo¡±. Solo un d¨ªa despu¨¦s, Extremadura se descolgaba con un documento que pretend¨ªa recoger todos los agravios de la comunidad para presentarla como la m¨¢s maltratada de todas las regiones.
El otro motivo de desconfianza era el cambio de metodolog¨ªa. Las balanzas fiscales pueden elaborarse por varios sistemas y, seg¨²n los expertos consultados, ninguno es mejor que otro, sino que responden a preguntas distintas. Los saldos pueden calcularse mediante el m¨¦todo de carga-beneficio o del flujo monetario. El primero trata de medir el bienestar de los ciudadanos y para determinarlo imputar¨ªa, por ejemplo, el gasto en un cuartel de Melilla en todo el Estado, al considerar que su actividad beneficia a todo el territorio. El flujo de monetario tiene como objeto determinar los efectos de la actuaci¨®n del Estado en el crecimiento. En este caso, ese cuartel de Melilla se imputar¨ªa solo en la ciudad aut¨®noma, puesto que considera que genera una actividad comercial o de restauraci¨®n a su alrededor.
Los expertos s¨ª convienen que el ministerio deber¨ªa haber publicado los resultados por los dos m¨¦todos, m¨¢xime cuando por primera vez se han colgado en la web del IEF todos los datos para realizar los c¨¢lculos y las balanzas contendr¨¢n multitud de resultados parciales que deber¨ªan permitir examinar en qu¨¦ partidas se plantea cada problema. El ejemplo que ponen es la comisi¨®n de expertos constituida en 2005, cuando Pedro Solbes ten¨ªa la cartera de Econom¨ªa y Hacienda. Esta lleg¨® a un consenso cient¨ªfico y determin¨® que ambos m¨¦todos aportaban informaci¨®n relevante. ¡°En 2008 se usaron ambas metodolog¨ªas. El flujo monetario, que esta vez no se utilizar¨¢, requiere mucha menos cocina y permite ver el impacto econ¨®mico de la Administraci¨®n central en las comunidades. Es una l¨¢stima que no se haya continuado¡±, lamenta la catedr¨¢tica N¨²ria Bosch.
¡°La balanza fiscal objetiva no existe, as¨ª que deber¨ªan publicarse los resultados con los dos m¨¦todos, el de flujo del beneficio y flujo monetario y poner una horquilla¡±, reclama el profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Duke e investigador de Fedea, Juan Rubio-Ram¨ªrez. Eso no se har¨¢ en esta ocasi¨®n, aunque los acad¨¦micos recuerdan que tras haber mostrado todas las tripas de las balanzas, Montoro no podr¨¢ evitar que se calculen los saldos con todos los m¨¦todos disponibles y que cada comunidad use el que le parezca.
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