¡°Los obispos ven el mundo como un enemigo al que abatir¡±
El director de 'Vida Nueva' se hizo amigo del Papa en Argentina
Juan Rubio (Fuente del Rey, Ja¨¦n, 1958) empez¨® a escribir en los peri¨®dicos cuando, reci¨¦n ordenado sacerdote a los 23 a?os, su obispo lo mand¨® a pastorear varios pueblos en la Sierra de Segura. Ahora vive en Madrid, dirige la revista Vida Nueva desde hace siete a?os, escribe con regularidad en el blog de EL PA?S Cuesti¨®n de fe, lee tres o cuatro libros por semana y a¨²n saca tiempo para entregar a sus editores un libro cada dos o tres a?os. El ¨²ltimo se titula El fin de la era Rouco. Sospecho que no le ha gustado al cardenal con m¨¢s poder en la Espa?a de los ¨²ltimos 20 a?os. A Rubio parece no importarle. ¡°Si Rouco ha ejercido el poder del que se le acusa es porque se lo han dado¡±.
El desayuno es en el coqueto bistr¨® de la librer¨ªa La Central. Llega con tiempo, se entretiene hojeando novedades literarias, se acerca distra¨ªdamente adonde ya esperan periodista y fot¨®grafo, saluda con voz queda, posa el sombrero sobre la mesa, se sienta, pide un caf¨¦ solo y empieza a hablar de los ¨²ltimos libros le¨ªdos. Se le notan aquellos a?os de solitario cura rural, madurado en combates contra el tedio y los desenga?os. El gran Georges Bernanos cont¨® una experiencia parecida en Diario de un cura rural sobre la Iglesia francesa del preconcilio. Rubio ha recreado sus gozos y sombras sacerdotales en una Espa?a que digiri¨® el posconcilio a trancas y barrancas. En memoria m¨ªa, titul¨® esos diarios en 2010. A¨²n se resiente ¡°del invierno eclesial que ha tra¨ªdo aires involucionistas, con obispos que ven el mundo como un enemigo al que abatir y no como algo que hay que amar¡±.
Hoy vuelve a tener emociones de curacantano escuchando al papa Francisco, as¨ª que cuesta hablar de Rouco, a pesar de que hemos quedado para hablar de su libro sobre Rouco. Al menor resquicio, vuelve sobre Francisco. Se amigaron en Buenos Aires hace dos a?os, cuando el todav¨ªa cardenal Bergoglio apadrin¨® el lanzamiento en Argentina de Vida Nueva, charlando como correligionarios preocupados por el ser o la nada del catolicismo a ambos lados del oc¨¦ano. Que Vida Nueva sigue interesando al Papa lo demuestra el que su peri¨®dico oficial, L¡¯Osservatore Romano, acaba de reproducir a lo grande, traducido al italiano, el pen¨²ltimo editorial de Rubio sobre los nuevos aires eclesiales.
Pero ?y Rouco? A Rubio le parece que la Iglesia cat¨®lica es ahora, en Espa?a, m¨¢s rega?ina que abrazo. ¡°A veces, es como la sacrist¨ªa de Vetusta en la novela de Clar¨ªn. A medida que pierde poder hacia fuera, recrudece el poder hacia dentro. Hay miedo a la intemperie y personas que quieren subir delatando. El miedo crea una casta que est¨¢ muy cerca de ser secta¡±.
Pero ?y los cambios? ¡°Que Espa?a preocupa en el Vaticano es evidente. Al Papa le duele ver una Iglesia fragmentada desde quienes deber¨ªan servir a la comuni¨®n, pero abonan la divisi¨®n. Pero Francisco dijo hace poco, con su gracejo argentino: ¡®No tengan prisa; las cosas importantes hay que hacerlas con serenidad¡¯. El Papa pregunta, y a muchos. Aunque, como se dice, no hay nada m¨¢s parecido a un obispo que otro obispo. Quiz¨¢ tenga que contentarse con lo que escrib¨ªa Quevedo a la reina al ofrecerle dos rosas: ¡®Entre la blanca y la roja, su majestad escoja¡¯. De dobles lenguajes la Iglesia sabe mucho¡±.
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