Uno como nosotros
Los esfuerzos del papa Francisco por parecer una persona normal y no un superh¨¦roe son bien visibles y expl¨ªcitos
La caracter¨ªstica que quiz¨¢s m¨¢s impresiona del papa Francisco es que ha querido parecer, desde el primer momento de su pontificado, uno como nosotros. ¡°Soy una persona normal¡±, afirm¨® d¨ªas atr¨¢s. Lo fue cuando al salir por primera vez al balc¨®n de la Bas¨ªlica de San Pedro pidi¨® a los fieles que lo bendijeran. Antes de ¨¦l eran los papas quienes bendec¨ªan a los cristianos arrodillados a sus pies. Tan normal es Francisco, que es el primer papa que concede entrevistas.
Y sin embargo nunca nadie hab¨ªa parecido m¨¢s ¡°anormal¡± que los papas. Hasta parec¨ªa que no ten¨ªan cuerpo. De ellos se ignoraban todas las debilidades de los dem¨¢s mortales. Siempre se dijo que no enfermaban. Solo se mor¨ªan, y muchas veces ni se sab¨ªa de qu¨¦. Una de las primeras afirmaciones de Francisco que recorrieron el mundo fue cuando dijo: ¡°El papa tambi¨¦n peca¡±.
Ante el peligro, sin embargo, de que justamente ese modo at¨ªpico de comportarse al rechazar toda la vieja simbolog¨ªa del papado heredada de los emperadores romanos, pudiera acabar mitificando su figura, ¨¦l mismo ha salido al ruedo para decir: ¡°Dibujar al Papa como a un superhombre o como a una estrella es algo que me ofende¡±.
?No ser¨¢ ese esfuerzo por aparecer revestido de normalidad lo que est¨¢ cautivando de su persona?
Ha llegado a citar a Freud contra las tentaciones de hacer de ¨¦l un mito, ya que ¡°toda ideologizaci¨®n lleva en su seno una opresi¨®n¡±, como afirmaba el padre del psicoan¨¢lisis. Los papas son la ¨²nica persona del Planeta que se declara oficialmente ¡°infalible¡±. ?Se puede ser m¨¢s diferente?
De ah¨ª los esfuerzos bien visibles y expl¨ªcitos de Francisco por parecer una persona normal y no un superh¨¦roe. ?No ser¨¢ ese esfuerzo por aparecer revestido de normalidad y no de privilegios lo que est¨¢ cautivando de su persona no solo a tantos cat¨®licos hasta ahora desilusionados con su Iglesia, sino a agn¨®sticos y ateos as¨ª como a seguidores de otras confesiones religiosas?
Francisco se ha saltado siglos de teolog¨ªa cl¨¢sica contaminada por las filosof¨ªas griegas y ha vuelto a beber en la fuente original de las primeras ense?anzas del profeta jud¨ªo, Jes¨²s de Nazaret. Ense?anzas a mil a?os luz del ¨¢rido Derecho Can¨®nico y de las teolog¨ªas a la caza de herejes. Era la teolog¨ªa de la "felicidad" a la que Pablo opondr¨ªa la de la "cruz y el sacrificio".
Aquel profeta recordaba a los suyos que quienes ¡°se visten de seda habitan en los palacios", y que ¨¦l ¡°no ten¨ªa donde reclinar la cabeza¡±. Era un pobre entre los pobres. Un pobre que nunca se llam¨® ¡°hijo de Dios¡± sino ¡°hijo del hombre¡±, en una expresi¨®n de su dialecto arameo.
Francisco quiere aparecer m¨¢s como disc¨ªpulo de aquel profeta errante, sin casa y sin poder, que como seguidor de los pomposos emperadores romanos. Esa es ya su primera gran revoluci¨®n: devolver a la Iglesia a la humildad y sencillez de sus or¨ªgenes. Y a todos nosotros hacernos sentir, sin complejos, la riqueza de ser simplemente humanos. Humanos y pecadores, como ¨¦l.
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