El cuco no es tan par¨¢sito
Ni los cuervos que acogen sus huevos son tan tontos: todos sacan algo
Hemos sido injustos con los cucos. Porque es cierto, para qu¨¦ enga?arnos, que ponen sus huevos en los nidos de los cuervos para as¨ª criarlos sin necesidad de dar un palo al agua. Pero tambi¨¦n es cierto, seg¨²n se acaba de saber, que los pollos de los cucos ayudan a los cuervos a mantener alejados a sus depredadores; y que gracias a eso los nidos de cuervos que est¨¢n parasitados por los cucos prosperan mejor que los que no lo est¨¢n, contra todas las ense?anzas de Esopo y otros intoxicadores cl¨¢sicos.
?Hay que limpiar la imagen del cuco, entonces? Quiz¨¢ limpiar no sea el verbo adecuado; porque resulta que los pollos de cuco emiten una mezcla de ¨¢cidos, indoles, fenoles y varias clases de sulfuros pestilentes que horrorizan a los gatos silvestres que pretend¨ªan com¨¦rselos, y a las aves de presa que pretend¨ªan comerse los restos de la fiesta. As¨ª concluye un estudio de 16 a?os sobre los cucos y los cuervos del norte de Espa?a que implica a investigadores del CSIC, las universidades de Oviedo y Valladolid y el Instituto de Gesti¨®n Forestal Sostenible de Palencia. Larga vida al cuco, ese genio incomprendido del parasitismo.
El trabajo ilustra con nitidez que la distinci¨®n cl¨¢sica entre parasitismo (donde una especie se aprovecha de otra de manera impune) y mutualismo (donde las dos sacan algo del intercambio) puede llegar a ser muy difusa. Los cucos y los cuervos mantienen una relaci¨®n que fluct¨²a entre el parasitismo y el mutualismo de una temporada a otra. Y el factor determinante es en realidad por completo ajeno a ellos. Se trata de la presi¨®n que sufren ambos de los predadores que les son comunes.
En tiempos de paz, cuando los felinos y las rapaces escasean o brillan por su ausencia, el cuco es un par¨¢sito del cuervo: tira algunos huevos de cuervo fuera del nido para librarse de competidores y reduce la ingesta del resto con su mera y demandante presencia. Pero cuando los predadores arrecian, los hediondos fenoles y apestosos sulfuros del pollo invasor resultan de gran servicio para refrenar el instinto carn¨ªvoro de sus fauces. Siempre es mejor sufrir una peste que un bocado.
Los resultados de los cient¨ªficos espa?oles ayudan a explicar una paradoja evolutiva. Si el cuco fuera un mero par¨¢sito, cabr¨ªa esperar que, despu¨¦s de millones de a?os de poner sus huevos en lugar indebido, sus v¨ªctimas los cuervos hubieran desarrollado defensas contra ese popular timo. O bien se hubieran extinguido, siguiendo las implacables normas de acceso a la siguiente generaci¨®n que impone la evoluci¨®n darwiniana.
Pero el cuco parece seguir m¨¢s bien un principio general de la biolog¨ªa de los par¨¢sitos: para que no te echen, hazte imprescindible. La din¨¢mica darwiniana permite que una especie soporte el ventajismo de otra en ciertas condiciones, o durante ciertas temporadas. El resto del tiempo, cuando vienen mal dadas, el cuco tiene que devolver el favor. Ley de convivencia.
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