Mercosur comienza una cosecha hist¨®rica de soja
Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay controlan m¨¢s de la mitad de la producci¨®n mundial de la encarecida oleaginosa; China consume un cuarto de ella
Con precios que no son los m¨¢s altos de la historia, pero que se mantienen elevados, la cosecha de soja ha comenzado en el oto?o austral en Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Estos cuatro pa¨ªses de Mercosur (el restante miembro es la petrolera Venezuela) producen m¨¢s de la mitad de la oleaginosa en el mundo y las autoridades esperan que este a?o se bata una marca hist¨®rica en la zafra. Los buenos precios de las materias primas agr¨ªcolas aseguran el ingreso de divisas a unas econom¨ªas desaceleradas como las de Brasil y Argentina.
China acapara un cuarto del consumo mundial de soja y m¨¢s de la mitad de las importaciones. EE UU y la Uni¨®n Europea tambi¨¦n son importantes demandantes. La oleaginosa es usada tanto para alimento humano como animal y, en menor medida, para biocombustibles. El cultivo de sus semillas transg¨¦nicas se han expandido en EE UU y Mercosur ante la elevada cotizaci¨®n de su producci¨®n y su resistencia a diversos climas. Es as¨ª que la soja ha desplazado en algunas regiones a la actividad ganadera, al ma¨ªz o el trigo y a los bosques, como en la Amazonia brasile?a o la regi¨®n chaque?a de Argentina. Mercosur exporta la oleaginosa en forma de grano o lo procesa como aceite, harina para alimentar vacas, cerdos o pollos o combustible.
En el gigante sudamericano, segundo productor mundial de soja, detr¨¢s de EE UU, la Compa?¨ªa Nacional de Abastecimiento predijo esta semana que la recolecci¨®n llegar¨¢ a un r¨¦cord de 86,1 millones de toneladas. En enero se preve¨ªa que la cosecha incluso iba a superar a la norteamericana, pero no fue as¨ª por una sequ¨ªa en el primer trimestre del a?o en el sur de Brasil.
En Argentina, tercer productor mundial de la oleaginosa, las autoridades apuestan a una cosecha hist¨®rica de un cultivo tan bien cotizado para asegurar el ingreso de dinero por exportaciones y contrarrestar as¨ª la escasez de divisas que provoc¨® en enero pasado la devaluaci¨®n del peso. El Banco Central, que ha logrado domar la cotizaci¨®n de la moneda desde febrero con un alza de tipos de inter¨¦s que enfri¨® la econom¨ªa, sabe que es tiempo de zafra de d¨®lares para sus reservas con la mirilla puesta en lo que pueda suceder en el segundo semestre de 2014. La recolecci¨®n de soja se extiende a la largo de este segundo trimestre. Por esa sed de divisas, el jefe de Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich, se apresur¨® esta semana a disolver las amenazas de una huelga de trabajadores en los puertos sojeros de Rosario. Argentina es adem¨¢s el ¨²nico pa¨ªs de Mercosur que cobra impuestos a la exportaci¨®n, que llegan al 35% en el caso de la soja. Por tanto, el Gobierno de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner tambi¨¦n espera esta cosecha para reducir el d¨¦ficit fiscal financiado hasta ahora con emisi¨®n monetaria.
La Bolsa de Comercio de Rosario, ciudad que centraliza el acopio, el procesamiento y la exportaci¨®n del grano, prev¨¦ tambi¨¦n una marca hist¨®rica en la cosecha en Argentina: 54 millones de toneladas. Lo que no est¨¢ claro que es si toda esa producci¨®n se va a vender. Muchos agricultores, que se mantienen en la oposici¨®n al Gobierno de Fern¨¢ndez desde el conflicto impositivo que los enfrent¨® en 2008, optar¨¢n por guardar los granos en silos pl¨¢sticos porque temen cambiarlos ahora por unos pesos que el d¨ªa de ma?ana puedan volver a devaluarse. Prefieren ahorrar en soja, que despu¨¦s podr¨¢n trocar directamente por semillas o camionetas. La oleaginosa, como el resto de las materias primas, cotiza en d¨®lares. Pero tambi¨¦n est¨¢n los productores que necesitan liquidar su zafra para vivir y pagar sus cuentas. Pese a su enfrentamiento con el Gobierno de Fern¨¢ndez, la situaci¨®n de los agricultores y de los pueblos y ciudades que rodean sus campos ha mejorado gracias a los altos precios de la soja desde que en 2003 la demanda de alimentos de la creciente clase media de China los elev¨®.
Paraguay, sexto productor mundial de soja, detr¨¢s de China e India, prev¨¦ que este a?o cosechar¨¢ 8 millones de toneladas. La recolecci¨®n ser¨¢ menor a la de 2013 por falta de lluvias y elevadas temperaturas.
En Uruguay, octavo productor mundial, detr¨¢s de Canad¨¢ y delante de Bolivia, se anticipa un r¨¦cord de exportaci¨®n de soja de 3,7 millones de toneladas. En menos de diez a?os, la soja se convirti¨® en el primer producto de exportaci¨®n de Uruguay, con lo que destron¨® por estrecho margen a la carne vacuna, durante varios siglos sector dominante de la econom¨ªa nacional. La soja juega un papel fundamental en la racha de crecimiento econ¨®mico que vive el pa¨ªs. El a?o pasado Uruguay se expandi¨® m¨¢s del 4%.
En estos d¨ªas de cosecha, enormes m¨¢quinas de colores vivos invaden los campos uruguayos, mientras a un ritmo fren¨¦tico los camiones desfilan por las carreteras rumbo al Puerto de Nueva Palmira. Las enormes cosechadoras con las ¨²ltimas tecnolog¨ªas contrastan con la austeridad que todav¨ªa conservan los pueblos y aldeas rurales. En 2002, cuando una grave crisis azot¨® a Uruguay y Argentina, la hect¨¢rea val¨ªa 1.200 d¨®lares. Hoy se cotiza a 12.000.
Este a?o se calcula que la superficie de siembra de soja se ha incrementado de nuevo en Uruguay, entre el 10% y el 15%, por lo que alcanzar¨¢ a 1,5 millones de hect¨¢reas. En diez a?os, Uruguay multiplic¨® por 12 la cantidad de exportaciones agr¨ªcolas.
¡°No nos llenamos de plata (dinero), tenemos un margen muy chico de beneficios¡±, se queja Alberto Urrestar¨¢zu, representante de la C¨¢mara Uruguaya de Servicios Agropecuarios, que nuclea a los contratistas que alquilan maquinaria para la zafra. Urrestar¨¢zu opina que el sector agr¨ªcola no ha desembolsado todav¨ªa las fuertes inversiones que deber¨ªa para dar el salto tecnol¨®gico que requiere la soja.
El pasado febrero los actores de la cadena de producci¨®n agr¨ªcola uruguaya pusieron el grito en el cielo cuando el expresidente Tabar¨¦ V¨¢zquez, favorito de cara a las elecciones generales de octubre pr¨®ximo, anunci¨® m¨¢s impuestos para los ¡°poderosos estancieros¡±. Los sucesivos Gobiernos uruguayos han evitado gravar con tasas espec¨ªficas a los agricultores, que tributan lo mismo que el resto de las empresas. Seg¨²n fuentes oficiales, el agro pag¨® en 2013 unos 350 millones de d¨®lares de impuestos, una cifra m¨¢s que modesta. Esta cantidad vendr¨ªa a representar el 10% del PIB del sector agr¨ªcola-ganadero.
El presidente de Uruguay, Jos¨¦ Mujica, defendi¨® a su correligionario V¨¢zquez, del Frente Amplio (izquierda): ¡°Todo el campo uruguayo en 2002 pod¨ªa valer unos 7.000 millones de d¨®lares, pero hoy vale unos 60.000 millones. Tal vez se pueda poner un poco m¨¢s¡±. L¨¢zaro Baciagalupe, presidente de la Asociaci¨®n Agropecuaria de Dolores, en el departamento de Soriano, no est¨¢ para nada de acuerdo con Mujica: ¡°Los productores pagan lo suficiente y hasta demasiado por lo que se reinvierte en infraestructuras¡±. Esa es la principal queja del sector rural uruguayo: las carreteras est¨¢n destrozadas, los puertos no dan abasto, la promesa de una red ferroviaria de mercanc¨ªas nunca se cumpli¨®.
De alg¨²n modo, Montevideo y el resto del pa¨ªs mantienen un statu quo: el Estado invierte poco, los productores apenas pagan impuestos. Claro que la evocaci¨®n del sistema tributario argentino, con derechos de exportaci¨®n, provoca aut¨¦nticas reacciones de pavor entre los agricultores uruguayos. ¡°Es veneno, es Siria¡±, dice uno de ellos. En Argentina, un candidato presidencial para las elecciones de 2015, el conservador Mauricio Macri, les ha prometido a los agricultores la eliminaci¨®n de los impuestos a la exportaci¨®n, mientras que diversos economistas los consideran necesarios para evitar el impacto inflacionario de la devaluaci¨®n y para capturar parte de la renta de una tierra poco distribuida para financiar el gasto social y el desarrollo de industrias y servicios exportables, que no dependan de los vaivenes que en forma c¨ªclica sufren los precios de las materias primas. Pero, de momento, el ciclo de la soja cara contin¨²a.
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