Santos, pero opuestos
Francisco canoniza a Juan XXIII y Juan Pablo II, dos visiones distintas de la Iglesia
La llegada al papado de Francisco y sus explosivos titulares period¨ªsticos ¡ªaquel ¡°?Qui¨¦n soy yo para juzgar a los gais?¡± o aquel otro ¡°Jam¨¢s fui de derechas¡±¡ª caus¨® honda preocupaci¨®n en el sector m¨¢s retr¨®grado de la Iglesia cat¨®lica. No fueron pocos los que se alarmaron ante la posibilidad de que bajo las formas sencillas de Jorge Mario Bergoglio se escondiera lo nunca visto: ?Un papa rojo! Sin embargo, la canonizaci¨®n conjunta de Juan XXIII y Juan Pablo II, dos papas tan parecidos como la noche y el d¨ªa, ha venido a demostrar que Francisco, m¨¢s que ser de izquierdas, lo que tiene es mucha mano izquierda. La suficiente para, piano piano, hacer de su capa un sayo sin que nadie ¡ªni siquiera los ultraconservadores m¨¢s furibundos¡ª pueda rasgarse las vestiduras. La de ayer en Roma fue, adem¨¢s de la hist¨®rica jornada de la canonizaci¨®n de dos papas ante la presencia de otros dos, la constataci¨®n de que Bergoglio ya es el rey absoluto de un Estado tan dif¨ªcil de gobernar como el de la Ciudad del Vaticano.
Y si no, ah¨ª estaba ayer Benedicto XVI, flanqueado y venerado por los mismos cardenales que lo dejaron consumirse bajo las intrigas vaticanas, ejemplo vivo de que la Iglesia necesita un papa fuerte. Y Francisco demostr¨® ayer que lo es por partida triple. En primer lugar, haciendo coincidir la canonizaci¨®n de Karol Wojtyla ¡ªque le hab¨ªan servido en bandeja y por v¨ªa de urgencia¡ª con la de Angelo Roncalli, destinada a dormir para siempre el sue?o de los justos. En segundo lugar, dise?ando una ceremonia de canonizaci¨®n sobria para las costumbres vaticanas. De hecho, el perfil que traz¨® Francisco de sus predecesores santos ¡ªhombres valerosos que no se abrumaron frente a las tragedias del siglo XX¡ª fue menos papista que el impresionante despliegue de loa medi¨¢tica. Y, en tercer lugar, desatando la locura de los fieles ¡ªde los amantes del perfil conservador de Juan Pablo II y de los del aperturismo de Juan XXIII¡ª cuando sali¨® con el papam¨®vil de la plaza de San Pedro y lleg¨® hasta el umbral mismo del castillo de Sant' Angelo.
Una jornada en la que la Iglesia se daba un homenaje por el pasado termin¨® resultando una apuesta por el futuro. Durante su homil¨ªa, Jorge Mario Bergoglio dijo que los dos nuevos santos fueron ¡°sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue m¨¢s fuerte¡±. Francisco destac¨® que ¡°san Juan XXIII¡± fue ¡°el papa de la docilidad del Esp¨ªritu Santo¡±, mientras que ¡°san Juan Pablo II fue el papa de la familia¡±. Uno y otro, a?adi¨®, ¡°restauraron y actualizaron la Iglesia seg¨²n su fisonom¨ªa originaria¡±. La ceremonia ¡ªconcelebrada por 150 cardenales y 700 obispos ante la presencia de 24 jefes de Estado¡ª fue seguida en directo por m¨¢s de 800.000 peregrinos por pantallas instaladas en las principales plazas de Roma.
La proclamaci¨®n se produjo al inicio de la ceremonia. El cardenal Angelo Amato, prefecto para la Congregaci¨®n para las Causas de los Santos, present¨® ante el papa Francisco las tres peticiones de la doble canonizaci¨®n tal como dicta el ritual: primero con ¡°gran fuerza¡±, a continuaci¨®n con ¡°mayor fuerza¡± y, finalmente, con ¡°grand¨ªsima fuerza¡±. Como respuesta, el Papa pronunci¨® la f¨®rmula: ¡°En honor de la Sant¨ªsima Trinidad, por la exaltaci¨®n de la fe cat¨®lica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Se?or Jesucristo y de los santos ap¨®stoles Pedro y Pablo, despu¨¦s de haber reflexionado largamente e invocado la ayuda divina y escuchando el parecer de muchos de nuestros hermanos obispos, declaramos santos a Juan XXIII y a Juan Pablo II¡±.
El d¨ªa hist¨®rico fue, en realidad, solo una pausa. Hoy Francisco retomar¨¢ su cargada agenda. Por la ma?ana recibir¨¢ en audiencia a los Reyes de Espa?a ¡ªa los que ya salud¨® ayer tras la doble canonizaci¨®n¡ª y luego se reunir¨¢ con el llamado G-8 del Vaticano, el consejo de ocho cardenales que le est¨¢n ayudando a transformar el Gobierno de la Iglesia.
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