?Crispaci¨®n o falta de respuesta?
Los poderes p¨²blicos les toca dar respuesta al conjunto de problemas que les hemos atribuido a trav¨¦s de las leyes
En la construcci¨®n del imaginario social sobre la distribuci¨®n de tareas, a los poderes p¨²blicos les toca dar respuesta al conjunto de problemas que les hemos atribuido a trav¨¦s de las leyes. Y esa atribuci¨®n no es casual. Procede de la constataci¨®n hist¨®rica, llena de innumerables conflictos y luchas, de que hay ciertos temas que deben ser resueltos en ese ¨¢mbito, ya que el mercado se desentiende al creer que son externalidades propias de la prioridad en el competir.
Es cierto que los l¨ªmites de lo que es propio de las instituciones y lo que es responsabilidad de la propia ciudadan¨ªa, v¨ªa mercado o v¨ªa capacidad colectiva, es un tema abierto con sus idas y venidas. Pero, lo que ahora acontece es que, en muchos casos, los poderes p¨²blicos no cumplen sus compromisos, sin que hayan modificado lo que marcan las normas. Un derecho subjetivo no puede estar sujeto a disponibilidad presupuestaria: en tal caso, no es un derecho, es una concesi¨®n graciable.
En tal situaci¨®n, esa burocracia a la que Hannah Arendt denomina Nadie, se nos muestra exenta de responsabilidad. Y los que la tienen, se escudan en los que atienden a la gente. No es extra?o que algunas Administraciones hayan contratado un seguro para los empleados que atienden en primera l¨ªnea a una ciudadan¨ªa cada vez m¨¢s cabreada. Tampoco lo es que personas y colectivos vayan organiz¨¢ndose para buscar respuesta a tareas que antes aseguraban las instituciones y que ahora solo encuentran repuesta, pagando, en el ¨¢mbito mercantil.
Por otro lado, los bloqueos institucionales, el cinismo administrativo o las apelaciones gen¨¦ricas al di¨¢logo sin que nada acontezca, producen una creciente crispaci¨®n. ?Qu¨¦ esper¨¢bamos? Nos hemos habituado a un sistema pol¨ªtico que basa su legitimidad no tanto en la identificaci¨®n ideol¨®gica (m¨¢s ret¨®rica que real si atendemos a los aspectos clave que afectan el trabajo y la subsistencia de la gente), sino en su capacidad de proveer servicios, de prometer mejoras o fortalecer identidades y adhesiones. Pero cuando lo que est¨¢ en juego es la vida, el cuidado de los que lo tienen m¨¢s dif¨ªcil o la simple perspectiva de un futuro m¨¢s justo, no valen juegos ret¨®ricos. Los pol¨ªticos ya no pueden ir tan tranquilos por el mundo inaugurando y recibiendo parabienes. La gente se ha puesto a hacer pol¨ªtica por su cuenta. Y eso empieza a notarse.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.