El coraz¨®n o el p¨²lpito
El aperturismo del papa Francisco hacia el celibato devuelve la esperanza a los curas casados 8.000 sacerdotes han contra¨ªdo matrimonio en Espa?a desde los setenta
¡°Los funerales, sin ti, no son funerales ni son nada¡±. Probablemente ninguna mujer en el planeta, aparte de Pura Loureiro, habr¨¢ recibido un piropo semejante. No es que esperase las defunciones como agua de mayo, pero Guillermo Prieto, cura en el municipio coru?¨¦s de A Laracha, se apuntaba el primero para participar como cooficiante en los entierros de la parroquia vecina de San Marti?o de Lest¨®n. ?La raz¨®n? Que a los sepelios iba todo el mundo y estaba garantizada la presencia de Pura, una mujer resplandeciente, verdadera pompa entre la negrura f¨²nebre, de la que el sacerdote se enamor¨® hasta la m¨¦dula. ?l llegar¨ªa a ser uno de los 8.000 curas o religiosos que se han casado en Espa?a en los ¨²ltimos 40 a?os, seg¨²n el Movimiento por el Celibato Opcional.
Don Guillermo termin¨® rompiendo el hielo de la manera m¨¢s tonta. Marr¨® varias veces en su intento de abordarla a la salida del templo. El mo?o rub¨ªsimo de Pura se esfumaba siempre entre la multitud hasta el d¨ªa en que el cura descubri¨® que la vecina, en vez de enfilar el camino de casa, quedaba tras el muro del camposanto poni¨¦ndole flores a su padre. Al cura enamorado no se le ocurri¨® mejor cosa que comprarle una m¨¢quina de tejer a su sobrina y pedirle a Pura, que a esas alturas ya rondaba los 40 y hab¨ªa levantado sin ayuda de nadie un taller textil, que aceptase a la chica como aprendiz. Fue entonces cuando el sacerdote, a principios de los a?os setenta, al filo de su 60 aniversario y con sotana hasta los pies, tuvo al fin excusa para empezar a frecuentar el negocio de su amada.
Pura era madre soltera. Su novio hab¨ªa muerto hac¨ªa a?os en accidente y ella cri¨® al ni?o sin buscar jam¨¢s pareja. Hablaban siempre a trav¨¦s del mostrador de la tejedur¨ªa: ¡°Alguna vez, tu hijo crecer¨¢ y quedar¨¢s sola¡±, ¡°nunca se sabe, puedes encontrar un hombre bueno¡±, ¡°yo s¨¦ de uno que se casaba contigo de buena gana¡±... As¨ª hasta el d¨ªa en que el cura se confes¨®: ¡°?Y si te dijera que ese hombre soy yo?¡±
El d¨ªa de la boda, Guillermo Prieto reparti¨® sus sotanas entre otros curas
¡°?Menudos nervios! Not¨¦ c¨®mo me empez¨® a subir la sangre hirviendo por las piernas hasta las orejas¡±, recuerda ahora Pura en su casa de Paiosaco, A Laracha, donde guarda como un tesoro su foto de boda. La parroquiana deslumbrante ha cumplido ya los 82 y es viuda desde hace dos a?os. Guillermo, al que sigue llorando muchas veces al d¨ªa, muri¨® con 101, despu¨¦s de cuatro d¨¦cadas de un matrimonio en el que todav¨ªa hubo tiempo de engendrar a Lorena, orgullosa de ser hija de un cura casado y hermana del otro v¨¢stago de Pura, al que Guillermo tambi¨¦n quiso.
Tras la proposici¨®n, Pura opt¨® primero por evitar al sacerdote. ¡°Primero me lo tom¨¦ muy mal¡±, cuenta la viuda. ¡°Oiga usted, los curas no se pueden casar. Me parece que se est¨¢ equivocando de mujer¡¯, le dije, y ¨¦l me respondi¨®: ¡®S¨ª, Pura, s¨ª, los curas se casan. ?C¨®mo no se van a casar!¡¯ Despu¨¦s me fueron enamorando sus palabras. Lo que m¨¢s me gustaba de ¨¦l era que solo dec¨ªa verdades¡±. Tard¨® un a?o en dar el s¨ª y luego pas¨® casi otro entero hasta que el hombre, contacto en Roma mediante, logr¨® la dispensa papal.
Pura recuerda que ¡°las calumnias y las cr¨ªticas, en el pueblo, fueron de espanto¡±, y por supuesto se extendi¨® el infundio de que estaba embarazada. ¡°En aquella ¨¦poca se hablaba mucho en la comarca de los curas y sus criadas... pero lo nuestro era distinto para todos¡±. Un esc¨¢ndalo. Al fin, se casaron por la Iglesia, fuera de su pueblo, el 24 de julio de 1974, ¡°d¨ªa de Santa Cristina¡±. La novia cosi¨® para la ocasi¨®n ¡°un vestido tres cuartos de flores con escote de tres picos¡±. Guillermo reparti¨® sus sotanas entre otros curas que ¡°nunca dejaron de ser amigos¡±.
Desde la d¨¦cada de los setenta, seg¨²n Moceop (Movimiento por el Celibato Opcional), el colectivo fundado en 1977 para defender el derecho a seguir ejerciendo el sacerdocio de los curas que contraen matrimonio, se han casado unos 8.000 curas o religiosos de los cerca de 27.000 que hay en Espa?a. En el mundo son unos 100.000, sostiene la Confederaci¨®n Internacional de Curas Casados (en la que se integra Moceop).
El Vaticano, que ha aceptado a los curas casados procedentes del anglicanismo o de las iglesias cat¨®licas orientales, concede hoy unas 700 dispensas al a?o a los de su propio rito. Con ellas, sacerdotes de Europa occidental y Am¨¦rica Latina, principalmente, obtienen autorizaci¨®n para casarse por la Iglesia. Pero no todos la consiguen. Muchos ni siquiera llegan a pedirla. En todo caso, con dispensa o sin ella, una vez han contra¨ªdo matrimonio no pueden en principio ejercer, aunque el sacramento de la ordenaci¨®n es de por vida y mueren siendo curas. Algunos siguen oficiando misa, confiando en que la situaci¨®n no llegue a o¨ªdos del obispo o en que, si este se entera, decida no intervenir.
¡°Entre 1964 y 1996, seg¨²n la cifra oficial que obtuvimos de un anuario del Vaticano, casi 58.000 sacerdotes diocesanos y religiosos pidieron la secularizaci¨®n¡±, explica Emilia Robles, esposa de Julio P¨¦rez Pinillos ¡ªun cura casado que sigue dando misa en Vallecas (Madrid)¡ª y presidenta del movimiento Proconcil. ¡°Lo que no sabemos es qu¨¦ ha pasado despu¨¦s de esa fecha¡±, lamenta.
Julio y Emilia, te¨®loga de vocaci¨®n y soldadora de oficio, se conocieron en 1973 trabajando en la f¨¢brica de Intelsa (hoy Ericsson). Empezaron hablando de Dios y el esp¨ªritu misionero, y tuvieron que ser sus compa?eros de plantilla quienes les hicieron caer en la cuenta de su enamoramiento. ¡°El cardenal Taranc¨®n nos ayud¨® much¨ªsimo, pero al final, en el 77, nos casamos sin dispensa papal en un colegio, ante 200 invitados y 20 curas amigos¡±, cuentan.
Aquella uni¨®n fue v¨¢lida para ellos, pero no ante Roma ni el Estado. ¡°Tuvimos que esperar hasta que se aprob¨® la Constituci¨®n¡±, sigue explicando Emilia, ¡°porque antes los curas sin dispensa no pod¨ªan casarse por lo civil¡±. Hoy, P¨¦rez Pinillos, padre de tres chicas de nombres b¨ªblicos, oficia en Vallecas, ¡°pero de forma discreta, nunca la misa de 12 los domingos¡±. Y el arzobispo de Madrid, Antonio Mar¨ªa Rouco Varela, aferrado a la defensa del celibato obligatorio ¡ªpara ¨¦l, ¡°una norma unida a las verdades profundas de la fe que no se debe revisar¡±¡ª, est¨¢ informado.
P¨¦rez Pinillos, padre de tres chicas, oficia en Vallecas (Madrid) de forma discreta
La Conferencia Episcopal Espa?ola no aporta cifras para rebatir los n¨²meros recabados por los grupos aperturistas de la Iglesia cat¨®lica, que sit¨²an el porcentaje de curas casados en el 29%. Tampoco ha querido pronunciarse, de momento, tras un par de acontecimientos recientes que han devuelto la esperanza y las ganas a las comunidades cristianas de base.
Primero fue la noticia de la carta que enviaron en mayo al papa Francisco 26 italianas enamoradas de curas (en realidad, una an¨¦cdota frente a tantas como son en el mundo) denunciando el ¡°devastador sufrimiento al que est¨¢ sometida una mujer que vive con un sacerdote¡± en la clandestinidad. Despu¨¦s fue el propio Bergoglio quien habl¨®. Y lanz¨® un mensaje sorprendente desde el avi¨®n, en su viaje de vuelta a Roma desde Jerusal¨¦n esta semana: ¡°El celibato es una regla de vida que aprecio mucho y creo que es un regalo para la Iglesia¡±, dijo, ¡°pero, ya que no es un dogma, la puerta est¨¢ siempre abierta¡±.
Desde Juan XXIII y Pablo VI, desde el Concilio Vaticano II, ning¨²n papa hab¨ªa dicho nada semejante. ¡°Lo malo es que Bergoglio ya tiene 77 a?os y a lo mejor no le da tiempo¡± de girar el tim¨®n y marcar un rumbo nuevo a la Iglesia, opina otro cura, el vallisoletano Jos¨¦ Centeno, que desde que eligi¨® casarse con Esperanza, en 1975, solo ha celebrado misa o confesado media docena de veces: ¡°Las resistencias en la curia son muy grandes¡±.
¡°Las cr¨ªticas en el pueblo fueron de espanto¡±, recuerda Pura Loureiro
¡°Las palabras de Francisco las vivo con esperanza, pero tambi¨¦n con precauci¨®n y paciencia¡±, reconoce el albacete?o Jos¨¦ Luis Alfaro, ¡°aunque hay cambios mucho m¨¢s profundos que son m¨¢s necesarios¡±. ¡°Empezando por que se renueve el estilo de cura y de parroquia, que hoy se han convertido en oficinas de sacramentos, iglesias que despachan ceremonias¡±. Siendo cura de Fuentealbilla, Alfaro se prend¨® de Juani, la maestra de la escuela. Cuando se casaron, los parroquianos le regalaron una especie de diploma: ¡°En la Iglesia nos hablabas de Dios, y con tu matrimonio nos das testimonio de Dios¡±, le dec¨ªan. Cuando pidi¨® la dispensa, en 1976, crey¨® que se adelantaba ¡°por muy poquito¡± a la abolici¨®n del celibato obligatorio. ¡°Entonces viv¨ªamos lo que se llam¨® la primavera conciliar, y ten¨ªamos el convencimiento de que era algo inminente¡±, recuerda. Pero no.
Bien entrado el siglo XXI, el ourensano Gumersindo Meiri?o decidi¨® que quer¨ªa pasar el resto de su vida difundiendo el Evangelio en compa?¨ªa de Mar¨ªa Benetti, una laica entregada al cuidado de enfermos que conoci¨® de misionero en Santo Tom¨¦ (Corrientes, Argentina). En Ourense el obispo ped¨ªa a los fieles que rezasen para que el cl¨¦rigo enderezase el rumbo. Cuando decidi¨® casarse, advirti¨® a los feligreses del pecado que cometer¨ªan si respaldaban esos esponsales. El valiente que asistiese a la boda, celebrada en un club de deportes de Virasoro, ya no podr¨ªa comulgar, les dijo.
Hasta el Concilio de Trento, en el siglo XVI, no se impuso el celibato
Un tercio de los sacerdotes que se han casado nunca han pedido la dispensa. Algunos explican que por ¡°coherencia¡±, por ¡°objeci¨®n de conciencia¡±, porque se resist¨ªan a ¡°mentir¡± e incluso a ¡°renegar de su fe¡±. Los requisitos para obtenerla han variado dependiendo de los papas. Con Juan Pablo II, seg¨²n Moceop, se cerr¨® pr¨¢cticamente esta v¨ªa. Wojtyla lleg¨® a reconocer que la abolici¨®n del celibato obligatorio terminar¨ªa siendo ¡°inevitable¡±, pero no quer¨ªa que fuese bajo su mandato.
El colectivo por el celibato opcional cita numerosos casos de religiosos que tardaron 20 a?os en lograr el documento porque ¡°fueron sinceros¡±. Otros, en cambio, se hicieron con el visto bueno simplemente ¡°inventando un embarazo o tras un doloroso proceso en el que les obligaron a declarar cosas terribles, como que hab¨ªan perdido la fe o eran obsesos sexuales¡±, denuncia el sacerdote casado Andr¨¦s Mu?oz, esposo de Teresa Cort¨¦s, presidenta de Moceop. ?l nunca pidi¨® la dispensa, se cas¨® por lo civil y dice que ahora ya le ¡°importa todo tres narices¡±. ¡°La carta de estas mujeres al Papa es un grito desgarrador, pero a Francisco, que efectivamente est¨¢ teniendo gestos, no lo veo muy lanzado. Estamos hablando del organismo m¨¢s atrasado de la historia. Yo soy profundamente religioso, pero si la Iglesia no sirve a la humanidad, no vale¡±, defiende Mu?oz. La ¡°hipocres¨ªa y la cerraz¨®n¡±, ¡°el empecinamiento en mantener a los curas como una casta aparte¡±, seg¨²n ¨¦l, acabar¨¢n reduci¨¦ndola a ¡°algo minoritario¡±: ¡°A nosotros nos tratan como a desertores, como a traidores, y mientras hacen la vista gorda con muchos sacerdotes que se sabe que viven con una mujer pero no salen a la luz. Hay una m¨¢xima que se nos repite a todos los seminaristas: ¡®Si no puedes ser casto, s¨¦ cauto¡¯. Y as¨ª est¨¢n las cosas¡±.
Antes de obtener la dispensa, seg¨²n los integrantes de Moceop que lo sufrieron, los curas ten¨ªan que pasar el examen de un psic¨®logo. Al final, ¨¦ste conclu¨ªa que padec¨ªan un trastorno mental y por eso quer¨ªan casarse. ¡°La dispensa denigraba el matrimonio como si fuera un estado inferior, un sacramento para sacerdotes desequilibrados¡±, insiste en la misma idea Emilia Robles.
El gaditano Juan Cejudo habr¨ªa perdido media vida si hubiese aguardado por el permiso papal para contraer matrimonio con Manoli, a la que conoci¨® siendo un cura obrero que ¡°nunca vest¨ªa sotana, sino mono de trabajo¡±. Al salir del seminario hizo ¡°un curso de calderero-tubero¡± y encaden¨® empleos en astilleros y empresas auxiliares. ¡°Lo malo es que siempre me echaban¡±, relata, ¡°al enterarse de que era cura¡±. ¡°En el 77, a los tres meses de empezar a salir con ella, ped¨ª la dispensa¡±, recuerda. ¡°No me la dieron hasta el a?o 2000¡±. Claro que, ante el silencio de la jerarqu¨ªa, en 1979 se tom¨® la libertad de casarse.
¡°Lo que ha dicho esta semana el Papa es una obviedad: el celibato no es un dogma¡±, opina Cejudo. ¡°Nosotros llevamos cuatro d¨¦cadas reivindic¨¢ndolo. Los ap¨®stoles estaban casados, y solo se empez¨® a plantear el tema a partir del concilio de Elvira y despu¨¦s en Letr¨¢n. Hasta Trento, en el siglo XVI, no se impuso el celibato¡±. Al principio, lo ¨²nico que se exig¨ªa a los sacerdotes era que se abstuviesen de mantener relaciones el s¨¢bado si el domingo iban a celebrar la Eucarist¨ªa. Pero con el tiempo el celibato se impuso; entre otras cosas, seg¨²n Moceop, para asegurar que la Iglesia, y no los hijos, heredase los bienes del cura al morir. Hoy, seg¨²n muchos cl¨¦rigos, se mantiene porque las cargas familiares obligar¨ªan a subir el salario a p¨¢rrocos que no llegan a mileuristas.
No se celebra ya la Eucarist¨ªa en muchas parroquias por falta de cura
Por otro lado, la Iglesia tampoco puede prescindir de su mermado ej¨¦rcito. ¡°La escasez de curas es pavorosa, un problema muy serio que hasta ahora no ha afrontado¡±, comenta Ram¨®n Alario, un religioso casado de Cabanillas del Campo (Guadalajara), que se uni¨® e Paloma en 1980 sin pedir la dispensa. ¡°La Conferencia Episcopal padece una esclerosis absoluta. En much¨ªsimas parroquias de Espa?a ya no se celebra la Eucarist¨ªa por falta de sacerdote¡±.
Solo una, entre las 26 italianas, firm¨® la carta con su nombre. Las dem¨¢s probablemente no lo hicieron porque son v¨ªctimas de una relaci¨®n oculta, un fraude alimentado por curas que ejercen, llevan doble vida y nunca se casan. Esos no entran dentro de los 100.000 a los que representan las federaciones latinoamericana y europea de curas casados, esta ¨²ltima con congreso en Bruselas dentro de medio mes. Este diario ha telefoneado a varios sacerdotes cuya relaci¨®n no oficial es conocida y consentida por los parroquianos, pero ninguno quiso hablar.
¡°Pero vamos a ver¡±, protesta Pura Loureiro cuando se le habla de la famosa carta. ¡°Estar con una mujer no es pecado. Los curas tambi¨¦n son hombres y es lo natural. ?Qu¨¦ pasa?, ?que no tienen coraz¨®n como los otros?¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.