Lamento por el elefante Satao
El exterminio de esta especie recuerda que el tr¨¢fico de marfil se cobr¨® 20.000 ejemplares en ?frica en 2013 ONG y Gobiernos se unen para salvarlos
El pasado 20 de mayo, la Polic¨ªa senegalesa deten¨ªa a Eloi Sokoto Siakou y Modou Sarr en el mercado de Soumbedioune (Dakar). Entre ambos llevaban 380 pulseras de marfil, un total de seis kilos y medio, que tras su venta les pod¨ªan haber reportado unos 7.600 euros. Ahora est¨¢n en prisi¨®n.
M¨¢s o menos por esas fechas, pero en Kenia, en el otro extremo de ?frica, un enorme elefante de 45 a?os que viv¨ªa en el parque nacional Tsavo y al que los guardias conoc¨ªan con el nombre de Satao era abatido por cazadores furtivos que usaron flechas envenenadas para matarlo. Su cuerpo apareci¨® el 30 de mayo salvajemente mutilado: le hab¨ªan arrancado sus enormes colmillos. Estas son las dos caras de una misma moneda, el tr¨¢fico ilegal de marfil que amenaza seriamente la supervivencia de esta especie (20.000 ejemplares abatidos s¨®lo en 2013), un problema que, sin embargo, los pa¨ªses africanos empiezan a tomarse en serio.
Satao, un macho adulto con unos colmillos de unos 45 kilos cada uno, era muy conocido por los turistas que visitaban el parque keniano. ¡°Una gran vida perdida para que alguien, en alg¨²n lugar lejano, pueda lucir un adorno en la repisa de su chimenea¡±, seg¨²n aseguran desde la ONG Tsavo Trust, que lo segu¨ªa desde hac¨ªa a?os. La imagen de su triste final ha dado la vuelta al mundo y ha vuelto a poner el foco sobre un problema mucho m¨¢s grande que el gigante Satao: el tr¨¢fico ilegal de marfil, que mueve unos 10.000 millones de d¨®lares cada a?o. Se calcula que hace un siglo hab¨ªa unos 10 millones de elefantes en ?frica. En la actualidad, quedan tan solo unos 400.000 y en diez a?os esta cifra podr¨ªa reducirse en un 20%. La demanda de marfil procede sobre todo del sudeste asi¨¢tico, de pa¨ªses como China, Tailandia o Vietnam, que transforman este preciado material en objetos decorativos y adornos corporales y luego lo distribuyen en sus mercados internos o lo exportan al resto del mundo.
22 ejemplares fueron masacrados con escopetas desde helic¨®pteros en 2012
Los matan de muchas maneras. Echando cianuro en sus puntos de abastecimiento de agua, con flechas envenenadas o escopetas, e incluso dispar¨¢ndoles desde el aire, como ocurri¨® en 2012 en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo con 22 elefantes masacrados desde helic¨®pteros. En ocasiones ocurre con la connivencia de los propios guardias que deb¨ªan protegerlos y los protagonistas son cazadores furtivos que proceden de la poblaci¨®n local y se ven tentados por grandes sumas de dinero. Adem¨¢s, en ciertos pa¨ªses se trata de un tr¨¢fico vinculado a la obtenci¨®n de fondos para la financiaci¨®n de grupos armados, como ocurre por ejemplo en Sud¨¢n, Etiop¨ªa y Uganda. Y normalmente el problema est¨¢ asociado a la escasez de medios materiales (guardias, veh¨ªculos, tecnolog¨ªa) de los propios Gobiernos africanos para hacer frente a esta caza furtiva a gran escala.
Y, aun as¨ª, hay lugar para la esperanza. Seg¨²n el convenio CITES (Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestre), la cifra de elefantes abatidos por los furtivos ha descendido ligeramente desde 2011, pasando de 25.000 a 20.000 ejemplares, mientras que el n¨²mero de decomisos ha aumentado, alcanz¨¢ndose las 16.000 toneladas en 2013. Ese mismo a?o, los pa¨ªses africanos decidieron adoptar 14 medidas de urgencia para proteger a los elefantes e incrementar las penas a los cazadores y traficantes. La reuni¨®n tuvo lugar en Botsuana, pa¨ªs que meses despu¨¦s de la publicaci¨®n de la foto del entonces rey Juan Carlos con un elefante abatido en un safari, decidi¨® prohibir esta pr¨¢ctica. Gab¨®n, Zimbabue o Kenia, por citar algunos, est¨¢n ya imponiendo penas de decenas de miles de euros a quienes son pillados traficando con marfil.
El comandante Abba Sonko es el responsable de la aplicaci¨®n del convenio CITES en Senegal. ¡°Es una enorme responsabilidad. En este pa¨ªs queda una poblaci¨®n muy reducida de elefantes, apenas tres grupos familiares en el parque Niokolo-Kob¨¢, cerca de la frontera con Guinea, pero sabemos que por nuestro puerto entra marfil procedente de otros pa¨ªses. Estamos siendo lo m¨¢s severos que podemos para proteger a los ejemplares que a¨²n viven en nuestro pa¨ªs, que son importantes para nuestra oferta tur¨ªstica, pero tambi¨¦n para mantener el equilibrio ecol¨®gico¡±, asegura. La detenci¨®n de dos traficantes el pasado mes de mayo es la primera gran acci¨®n llevada a cabo por las autoridades de Senegal en colaboraci¨®n con la ONG francesa proyecto GALF, un ejemplo m¨¢s de que las cosas empiezan a cambiar.
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