¡°Ya he llamado demasiado la atenci¨®n¡±
A estas alturas cree que se merece hacer lo que le da la gana
Pregunta. ?Por qu¨¦ no da m¨¢s entrevistas?
Respuesta. Porque no me gusta; soy muy sosa respondiendo. Me he pasado casi cuarenta a?os yendo de puntillas para no dar titulares porque les tengo p¨¢nico¡ ?No crees que ya he llamado demasiado la atenci¨®n? Tengo la mala suerte de que cualquier cosa m¨ªa se magnifica y, encima, me juzgan. Es una pesadez.
P. ?C¨®mo vive ese prejuicio?
R. Dejando de hacer muchas cosas, algunas de ellas divertidas, porque me persiguen. ?Hombre, creo que he llegado a una edad en la que me merezco hacer lo que me da la gana y que me dejen en paz! De momento he empezado por decir lo que pienso de verdad.
P. Dice en Vanity Fair que es rencorosa.
R. Reconozco que soy m¨¢s rencorosa cuando se toca el tema de mis hijos porque, como a cualquier madre, me llega al alma. Si se meten conmigo me importa mucho menos. Todo depende de quien venga. Si es de un amigo me duele.
El dolor. ?Todos sabemos que todos lo tenemos que pasar, desgraciadamente! Nadie se salva
P. ?Qu¨¦ le preocupa de su imagen?
R. A estas alturas casi nada. Hay cosas m¨¢s importantes por las que me tengo que preocupar.
P. ?Y qu¨¦ ha significado para usted preocuparse por su imagen?
R. Ser yo misma. No s¨¦ si es bueno o malo¡ Mi separaci¨®n y mi divorcio han hecho mucho ruido por el cotilleo; pero las situaciones no eran para tanto. Y despu¨¦s he llevado una vida muy tranquila con Miguel [BOYER][Boyer, su marido] durante much¨ªsimos a?os.
P. ?Echa de menos la exposici¨®n p¨²blica?
R. Nada¡ Reconozco que sin esa exposici¨®n no estar¨ªa trabajando en lo que trabajo. No necesito publicidad y me encanta la tranquilidad. Los periodistas que me esperan en la puerta de mi casa saben que no me hace ninguna gracia.
P. A este periodista le afe¨® (en 1990) que fuera con prejuicio a entrevistarla. Usted ten¨ªa raz¨®n.
R. Que tengan prejuicios es comprensible aunque no sea agradable. (Menos mal que, cuando me conocen, generalmente cambian de opini¨®n). Me duele cuando ese prejuicio viene de alguien que me conoce y m¨¢s si es alguien que quiero.
P. Ha ido al juzgado a veces.
R. Y he ganado casi siempre¡ Cuando no he ido, me he arrepentido.
P. ?Qu¨¦ le incomoda de los periodistas?
R. Cuando me esperan a la salida de mi casa escondidos, cuando me persiguen, entorpecen el tr¨¢fico, la gente mira¡ Te va a sonar rid¨ªculo, ?pero me horroriza llamar la atenci¨®n!
P. ?Se imagina cuando eso no ocurra?
R. ?No sabes lo feliz que soy cuando puedo andar por la calle y nadie me hace caso!
P. El dolor. ?Qu¨¦ le hace llorar?
R. Por supuesto me hacen llorar cosas de mis hijos, momentos ¨ªntimos, despedidas¡ ?Pero de dolor no quiero hablar, todos sabemos que todos lo tenemos que pasar, desgraciadamente! No se salva nadie.
P. Hijos de varios padres. ?C¨®mo logra la armon¨ªa?
R. Aunque son tan diferentes todos tienen en com¨²n a su madre. ?Las madres son las que normalmente crean la armon¨ªa en las familias¡!
P. ?C¨®mo est¨¢ ahora?
R. Tranquila, en un momento de par¨¦ntesis, a la espera de tiempos mejores. Ahora el centro de la casa es Miguel. En eso todos estamos juntos. Y es lo que me da la tranquilidad.
P. Dec¨ªa Brecht que hay que cantar en tiempos oscuros. ?Qu¨¦ hace en tiempos oscuros?
R. Intentar llevar esa oscuridad lo mejor posible. Aceptarla. Yo lucho cuando s¨¦ que puedo luchar, cuando existe la posibilidad de conseguir algo o cambiar las cosas. Pero cuando de repente la vida te da uno de esos golpes de los que habla C¨¦sar Vallejo, no lucho: lo acepto e intento cantar, que no es f¨¢cil.
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