Nuevo gesto de Francisco en favor de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n
El Papa levanta el castigo de Juan Pablo II al sacerdote y ministro sandinista Miguel D'Escoto
Se sab¨ªa que el papa Francisco no es muy amigo de los te¨®logos y sacerdotes de la liberaci¨®n, tachados tantas veces de comunistas, pero est¨¢ dando pasos inequ¨ªvocos de querer rehabilitarlos o, al menos, de librarles de pasadas execraciones o excomuniones. Se nota que convivi¨® con muchos de ellos en su Argentina natal, cuando era el general de los Jesuitas y vivi¨® la experiencia de que su propia congregaci¨®n era el gran vivero de esa corriente teol¨®gica y pastoral en toda Latinoam¨¦rica. Algunos sacerdotes que estaban bajo su mando sufrieron entonces la brutal persecuci¨®n de la dictadura militar, con secuestros, torturas e incluso muertes.
Radio Vaticano ha dado noticia, este lunes, de un nuevo episodio de comprensi¨®n o, al menos, de misericordia hacia uno de los te¨®logos castigados. Se trata del sacerdote y ex ministro de Exteriores de Nicaragua Miguel d'Escoto, de 81 a?os. Suspendido en 1984 'a divinis' sin contemplaciones por Juan Pablo II, Francisco ha ordenado ahora que se le levante el castigo, es decir, podr¨¢ volver a tener trabajo pastoral, sobre todo la celebraci¨®n de la Eucarist¨ªa y la confesi¨®n de fieles.
D'Escoto pertenece a la Congregaci¨®n misionera Maryknoll y escribi¨® la primavera pasada una carta al Papa para expresarle su deseo de volver a celebrar la Eucarist¨ªa ¡°antes de morir¡±. El pont¨ªfice argentino no ha tardado en contestar. Adem¨¢s de aceptar la revocaci¨®n de la ¡°suspensi¨®n a divinis¡±, ha pedido al superior general de la congregaci¨®n que inicie cuanto antes el proceso de reintegraci¨®n del sacerdote nicarag¨¹ense, informa la agencia EFE.
Miguel D'Escoto Brockmann naci¨® el 5 de febrero de 1933 en Los ?ngeles (EEUU). Ordenado sacerdote en Nueva York en 1961, pronto se convirti¨® en uno de los exponentes de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n. Su colaboraci¨®n con el Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional (FSLN) comenz¨® en 1975 a trav¨¦s del Comit¨¦ de Solidaridad en los Estados Unidos. Tras el triunfo de la revoluci¨®n sandinista, fue llamado por la Junta de Reconstrucci¨®n Nacional para ser ministro de Exteriores, con Daniel Ortega en la presidencia de Gobierno. Lo fue durante todo el primer mandato del pol¨¦mico grupo guerrillero. Tras el regreso al poder del presidente Ortega en enero de 2007, fue nombrado asesor para asuntos lim¨ªtrofes y de relaciones internacionales, funci¨®n de la que ya est¨¢ retirado.
?Habr¨¢ m¨¢s rehabilitaciones de te¨®logos de la liberaci¨®n o de sacerdotes metidos en pol¨ªtica en contra de los deseos (o las ¨®rdenes) del Vaticano? Es muy probable. El paso de este lunes es un precedente poco habitual en una confesi¨®n religiosa nada amiga de rectificarse a s¨ª misma, o que lo hace, si no tiene m¨¢s remedio, dejando pasar antes incluso siglos. Con raz¨®n suele decirse que cuando Roma habla sobre un tema, el caso est¨¢ cerrado para siempre ('Roma locuta est, causa finita est')
Fueron el papa polaco Juan Pablo II y su ¡®polic¨ªa¡¯ de la fe, el cardenal Joseph Ratzinger, ahora em¨¦rito Benedicto XVI, quienes emitieron una severa condena de la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, echando de sus cargos docentes y del ministerio ordenado a miles de sacerdotes de todo el mundo, algunos tambi¨¦n en Espa?a. Los casos m¨¢s sonados, sin embargo, ocurrieron en la Nicaragua de la revoluci¨®n sandinista, sobre todo cuando el Gobierno de ese pa¨ªs, tras derrocar a una brutal dictadura apoyada por Estados Unidos, entr¨® en guerra no declarada con la gran potencia, con el presidente Ronald Reagan empe?ado en desalojarlos del poder.
Juan Pablo II ech¨® paladas de arena en aquel conflicto, sobre todo durante su viaje a Managua, la capital de Nicaragua, el 14 de marzo de 1983. Pese a ser tachado de anticlerical y comunista, el Gobierno en pleno acudi¨® al aeropuerto a recibir al pont¨ªfice romano. Hab¨ªa dos sacerdotes en aquel Ejecutivo: D¡¯Escoto y Ernesto Cardenal, ¨¦ste como ministro de Cultura. Otro sacerdote, Fernando Cardenal, jesuita y hermano del anterior, dirig¨ªa el programa sandinista de alfabetizaci¨®n. Tras un discurso de bienvenida, el presidente Ortega llev¨® al Papa hacia los miembros del Gobierno. Juan Pablo II quiso saludarlos uno a uno. Cuando lleg¨® delante de Ernesto Cardenal, el monje trapense y ministro se quit¨® su famosa boina y se arrodill¨®. Con en¨¦rgicos gestos de su mano derecha, el Papa le dijo: ¡°Regulariza tu posici¨®n con la Iglesia. Regulariza tu posici¨®n con la Iglesia.¡± La fotograf¨ªa de aquella reprimenda recorri¨® el mundo.
Pero Ernesto Cardenal, poeta de fama universal ya entonces, no hizo caso a aquel gesto de desaprobaci¨®n papal. Tampoco tom¨® medidas contra ¨¦l su congregaci¨®n. Poco despu¨¦s, su hermano Fernando, el jesuita, acept¨® el cargo de ministro de Educaci¨®n. Tuvo peor suerte. Inmediatamente, la Compa?¨ªa de Jes¨²s, muy presionada por Juan Pablo II, (incluso con amenazas nada veladas de suspenderla, como hab¨ªa ocurrido en el pasado), le comunic¨® que no pod¨ªa seguir en la pol¨ªtica como jesuita. ¡°Es posible que me equivoque siendo jesuita y ministro, pero d¨¦jenme equivocarme en favor de los pobres, porque la Iglesia se ha equivocado durante muchos siglos en favor de los ricos¡±, respondi¨® a sus superiores.
Como se?ala el profesor Juan Jos¨¦ Tamayo, tambi¨¦n miembro de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, tambi¨¦n castigado por Roma, ¡°la presencia de obispos, te¨®logos, sacerdotes y religiosos en la vida pol¨ªtica es una constante en Am¨¦rica Latina desde los inicios de la conquista hasta nuestros d¨ªas. Y no s¨®lo ni siempre del lado de los colonizadores, sino con frecuencia del lado de los sectores marginados¡±. Casos emblem¨¢ticos de compromiso pol¨ªtico liberador son el obispo Bartolom¨¦ de Las Casas y el dominico Antonio Montesinos.
Pero el compromiso pol¨ªtico de te¨®logos y sacerdotes se intensifica en la d¨¦cada de los sesenta del siglo pasado, incluso con un cristianismo revolucionario que tiene en Camilo Torres un mito tan arraigado, casi, como el del Ch¨¦ Guevara. Ejemplos de ese activismo, que no siempre acab¨® bien, hay tambi¨¦n en la actualidad. Es el caso de Fernando Lugo (San Pedro del Paran¨¢, 1951), que accedi¨® a la presidencia del Paraguay tras su triunfo electoral en abril de 2008. Era el candidato de la Alianza Patri¨®tica para el Cambio y logr¨® derrotar al Partido Colorado, que llevaba m¨¢s de sesenta a?os en el poder. As¨ª resumi¨® resum¨ªa su programa de gobierno, nada m¨¢s ser elegido: "A partir de hoy, mi gran catedral ser¨¢ todo mi pa¨ªs. Hasta ahora estuve en una catedral ense?ando, compartiendo, sufriendo, construyendo¡±.
Hab¨ªa sido maestro. Tambi¨¦n fue misionero en una de las zonas m¨¢s depauperadas de Ecuador y despu¨¦s estudiante de sociolog¨ªa en Roma. El Vaticano lo hizo finalmente obispo de la di¨®cesis de San Pedro. Cuando renunci¨® al episcopado, el Vaticano le suspendi¨® a divinis pese a que inicialmente le hab¨ªa dado permiso para retirarse y dedicarse a la pol¨ªtica. La dispensa se la concedi¨® en junio de 2008 Benedicto XVI. Es decir, la Santa Sede le permit¨ªa su retorno al estado laical, que le da derecho a recibir los sacramentos como cat¨®lico, pero con p¨¦rdida de su estado clerical. Entonces se comunic¨®, adem¨¢s, que si Lugo, desalojado ya de la presidencia tras un pol¨¦mico proceso, volviese a pedir su incorporaci¨®n a la Iglesia cat¨®lica como obispo, el caso ser¨ªa ¡°analizado por la Santa Sede¡±.
Otro caso de compromiso pol¨ªtico, tambi¨¦n muy pol¨¦mico, lo protagoniz¨® el salesiano haitiano Jean Bertrand d'Aristide, tambi¨¦n en sinton¨ªa con la teolog¨ªa de la liberaci¨®n. Sacerdote en una parroquia pobre de Puerto Pr¨ªncipe, hab¨ªa participado activamente en el derrocamiento de la dictadura de Duvalier y en diciembre de 1990 fue elegido presidente de Hait¨ª con el 67% de los votos. Entre sus prioridades coloc¨® la erradicaci¨®n de la pobreza y la dignificaci¨®n de los sectores populares con las que estaba comprometido desde su ¨¦poca de sacerdote. Fue derrocado por un golpe militar y posteriormente rehabilitado. Poco a poco cambi¨® de estilo de vida y se distanci¨® de las opciones liberadoras del comienzo.
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