¡°Le he dicho a mi mujer que, por si acaso, no se acerque al hospital¡±
Los religiosos se encuentran desde las 09.30 en la sexta planta del Carlos III de Madrid Los m¨¦dicos, que les acompa?an las 24 horas, les mantienen en habitaciones aisladas
Solidaridad, rechazo o indiferencia. Los vecinos del barrio del Pilar, donde se encuentra el hospital Carlos III, se mueven entre tres posturas cuando hablan de la llegada de los religiosos Miguel Pajares y Juliana Boh¨¦, a las 09.30 de este jueves. Que si hay que ayudar a los nuevos "vecinos", que si pueden transmitir el virus del ¨¦bola, que si era mejor llevarles a un lugar m¨¢s apartado y menos residencial... El debate est¨¢ en las calles.
En las calles y en las casas, como la de Antonio Arnaiz, un jubilado de 82 a?os. Fue un testigo privilegiado del ingreso de los religiosos, que se produjo por una puerta secundaria y no por la principal. Desde la d¨¦cima planta del portal 12, el edificio que queda junto al hospital, observ¨® la llegada de las ambulancias del Summa escoltadas por m¨¢s de una decena de veh¨ªculos del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, Polic¨ªa Municipal y la Guardia Civil. "Est¨¢ bien que le atiendan porque deben tener seguridades, pero, por si acaso, le he dicho a mi mujer que no se acerque al hospital. Ella suele ir a la capilla [del centro] tres veces por semana".
Solidaridad, pero m¨¢s. Es lo que pidieron las dos hermanas de la congregaci¨®n de las Misioneras de la Inmaculada Concepci¨®n ¡ªde la que Boh¨¦ forma parte¡ª cuando se acercaron al centro para visitar a los religiosos. "Nos alegramos de que est¨¦n aqu¨ª, pero tambi¨¦n pedimos por los que se quedaron all¨¢", coment¨® una de las misioneras, que no quiso identificarse. Se refiere a la?congole?a Chantal Pascaline y la ecuatoguineana Paciencia Melgar, que acompa?aban a Boh¨¦ en Liberia y que tambi¨¦n est¨¢n infectadas con el virus. "Vamos a crear una plataforma y a pedir firmas para que las traigan a Espa?a o las atiendan de alguna manera. Ellas ya han estado aqu¨ª cuando han tenido que venir a cursos o talleres de la congregaci¨®n", a?adi¨®.
Pero hay quienes, por temor, rechazan que Pajares y Boh¨¦ sean atendidos en un barrio residencial. Emilia Camacho ha escuchado todo tipo de cr¨ªticas en el quiosco de peri¨®dicos y revistas que atiende desde hace 21 a?os en la esquina de la calle de Sinesio Delgado. "Hombre, nadie dice que no les atiendan, pero no s¨¦, tal vez se les pod¨ªa aislar en un lugar m¨¢s apartado", comenta mientras uno de sus clientes habituales asiente con la cabeza. "Es normal que la gente tema porque, al final, es un foco de infecci¨®n y yo trabajo aqu¨ª, a solo 100 metros", a?ade el hombre mientras se?ala su oficina, a pocos pasos de distancia.
En el hospital aseguran, sin embargo, que los vecinos no tienen de qu¨¦ preocuparse. Los religiosos est¨¢n en la sexta planta del edificio, en habitaciones aisladas y con presi¨®n negativa, que no permite que salga el aire de la estancia hacia el exterior. En ellas se entra por una puerta y se sale por otra para que, al final del recorrido, se pueda recoger el material de protecci¨®n del personal que ha podido quedar contaminado. El centro tambi¨¦n cuenta con otras medidas de seguridad, como dep¨®sitos individualizados para retirar los residuos sanitarios, c¨¢maras de v¨ªdeo para poder hacer un seguimiento desde el exterior y un ascensor exclusivo para la planta.
El centro cuenta con medidas de seguridad, como esclusas individualizadas para retirar los residuos sanitarios, c¨¢maras de v¨ªdeo para poder hacer un seguimiento desde el exterior y un ascensor exclusivo para la planta
En el centro, que depende de La Paz, trabajaron incluso de madrugada, despu¨¦s de haber dado el alta o trasladado a m¨¢s de 30 pacientes la tarde anterior. Las luces del interior del edificio jam¨¢s se apagaron. El ir y venir de los coches oficiales fue constante, incluso por la noche, y se acentu¨® a partir de las seis de la ma?ana. Aunque fuentes sanitarias del hospital hab¨ªan dicho que se minimizar¨ªa el n¨²mero de personas en el centro, no dejaron de entrar coches particulares y taxis ¡ªal menos unos 50¡ª al ¨¢rea de aparcamiento, donde no se permiti¨® el acceso de la prensa. La mayor¨ªa era personal administrativo y de investigaci¨®n, seg¨²n fuentes sanitarias, que aseguran que 12 personas?¡ªentre m¨¦dicos, enfermeros y auxiliares¡ª tienen contacto con Pajares y Boh¨¦.
La desinformaci¨®n y las reclamaciones tambi¨¦n fueron parte de la jornada. Hasta el hospital tambi¨¦n se acercaron pacientes que ten¨ªan citas programadas para este jueves, sobre todo para efectuarse ex¨¢menes de sangre. No fueron atendidos. Una mujer lleg¨® con su padre, a quien deb¨ªan tomarle una radiograf¨ªa. "Venimos desde Colmenar Viejo y ahora me dicen que vayamos a La Paz para ver si all¨¢ lo pueden atender o le dan otra cita", coment¨® indignada. Otra paciente se quej¨® porque, seg¨²n dijo, recibe tratamiento por la enfermedad de Chagas y deb¨ªan realizarle nuevas pruebas para determinar si manten¨ªa la misma medicaci¨®n.
El caso m¨¢s llamativo fue el de Mar¨ªa Petra Ulloa, de 86 a?os. Al mediod¨ªa se acerc¨® al centro para visitar a su hijo, internado en el Carlos III desde hace un mes, pero no le permitieron ingresar en el edificio ni le dijeron a d¨®nde le hab¨ªan trasladado. "Estuve aqu¨ª ayer en la ma?ana y no me dijeron nada. ?C¨®mo pueden cambiarlo de hospital y no decirme ni a d¨®nde?", coment¨® entre l¨¢grimas.
Esta desinformaci¨®n es consecuencia de la "falta de organizaci¨®n" de la Consejer¨ªa de Sanidad, que actu¨®?"tarde y deprisa". As¨ª lo dice Manuel Torres, enfermero del Carlos III y delegado de la Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF): "?ramos el plan b, pero en realidad hemos sido el plan a. Han tenido que limpiar la sexta planta corriendo porque estaba cerrada desde hace meses. En mayo denunciamos que en septiembre la iban a desmantelar y resulta que ahora s¨ª la necesitan", comenta en la puerta principal del centro, desde donde se lee, en un letrero que han colgado en la malla, "Salvemos al hospital Carlos III".
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