El ¨¦bola no les echa de ?frica
Los espa?oles residentes en los pa¨ªses afectados por el virus viven al margen de la enfermedad Son cerca de 500 en Sierra Leona, Liberia, Guinea y Nigeria
Algunos espa?oles tienen el foco del ¨¦bola a la vuelta de la esquina. En ?frica Occidental, epicentro de la epidemia, residen cerca de 500: ocho en Liberia, 36 en Sierra Leona, 160 en Guinea y 260 en Nigeria. Adem¨¢s, en Senegal, donde hay un guineano afectado, residen otros 2.000 espa?oles. Algunos llegaron por las oportunidades de negocio; otros, como ¨²ltimo recurso para encontrar trabajo. Son empresarios dedicados a la miner¨ªa o al cacao, ingenieros, arquitectos, m¨¦dicos, diplom¨¢ticos y personal de instituciones europeas. El virus?¡ªque suma 1.552 fallecidos y 3.069 contagiados¡ª tambi¨¦n vive entre ellos, aunque su situaci¨®n es distinta de la que se ve en los telediarios.
Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez lleva seis a?os en ?frica. La crisis del ladrillo le empuj¨® primero a Costa de Marfil y despu¨¦s a Liberia, el pa¨ªs m¨¢s golpeado por el ¨¦bola con 694 muertos y donde el 83,8% de la poblaci¨®n vive con menos de un euro al d¨ªa, seg¨²n Naciones Unidas. ¡°En las calles no hay ni Cristo¡±, cuenta desde Monrovia, la capital.?Aunque barrios enteros han estado en cuarentena y el Gobierno ha decretado el toque de queda nocturno, el empresario?guipuzcoano no teme ser parte de las cifras. Su preocupaci¨®n se centra ahora mismo en la supervivencia de su nuevo negocio, una empresa que importa materiales de construcci¨®n y que ¡ªvirus mediante¡ª no logra despegar.
"Muchas oficinas est¨¢n cerradas y otras funcionan a medio gas. En estas condiciones, los papeleos tardan mucho m¨¢s", lamenta Fern¨¢ndez, de 49 a?os, sumido en los tr¨¢mites para retirar del puerto un contenedor por valor de 35.000 euros. Lo m¨¢s duro ¡ªasegura¡ª es la preocupaci¨®n de sus dos hijas, que constantemente le piden que regrese a casa, como ya han hecho muchos de los espa?oles que ha conocido en Liberia. "Pero les digo que no, que estoy empezando el negocio y que hay que comer. Si la malaria no ha podido conmigo, y me he enfermado tres veces, el ¨¦bola tampoco", les responde para consolarlas.
Para Jos¨¦ Luis Garayoa, un navarro de 62 a?os que lleva una d¨¦cada en Sierra Leona, el ¨¦bola no es sino otro invitado m¨¢s de ¡°la fiesta¡±. ¡°Tenemos la casa llena: malaria, c¨®lera, tifus, disenter¨ªa... No desaparecen porque venga otro virus¡±, comenta. ?l mismo ha perdido la cuenta del n¨²mero de veces que se ha enfermado. ¡°Llevo como 20 malarias y de las tifoideas ya ni me acuerdo¡±, relata por tel¨¦fono a la par que instala baldosas en un ba?o de uso comunitario en una de las peque?as aldeas de Kamabai, en el norte del pa¨ªs. All¨ª, como misionero de los Agustinos Recoletos, ha trabajado en la construcci¨®n de 17 escuelas y 50 pozos. Tambi¨¦n hace de mediador entre los lugare?os y los m¨¦dicos espa?oles que ¨¦l mismo lleva a la ciudad.
Algunas empresas reparten misivas a sus trabajadores avisando de las precauciones que deben tomar
Los nativos han aprendido a convivir con la enfermedad o, m¨¢s bien, con las medidas de seguridad, que han cambiado las rutinas de los pueblos. Por ejemplo, las ¡°chabolitas¡± donde antes se aglomeraban para ver un partido o una pel¨ªcula deben permanecer cerradas. Los mercados populares, tambi¨¦n. Solo para ir a Freetown, la capital, deben pasar por tres controles de temperatura, una tarea que se complica con los poda-poda, una especie de furg¨®n readaptado para movilizar a unos 25 pasajeros. ¡°Por lo menos, el Ej¨¦rcito se est¨¢ tomando en serio su trabajo y ya no pide propinillas¡±, destaca Garayoa, que anualmente regresa a Espa?a para someterse a controles m¨¦dicos. De Sierra Leona, sin embargo, donde ya han muerto 422 personas, no piensa marcharse todav¨ªa: ¡°Ahora no puedo salir corriendo¡±.
En Nigeria los expatriados no suelen aguantar mucho tiempo. "Hay poca seguridad y la vida es muy mon¨®tona. El ocio se reduce a quedar para comer con los amigos", explica Alejandro Corredor, un arquitecto t¨¦cnico de 33 a?os que lleva dos trabajando en la construcci¨®n del que ser¨¢ el rascacielos m¨¢s alto de Lagos, la capital. Cuando regres¨® de sus vacaciones por Espa?a y Estados Unidos, el ¨¦bola a¨²n no se hab¨ªa expandido por el pa¨ªs africano; dos d¨ªas despu¨¦s lleg¨® Patrick Sawyer, el m¨¦dico liberiano-estadounidense que introdujo la enfermedad en Nigeria, donde ya han muerto seis personas. "Vigilo mi higiene y guardo la distancia con los dem¨¢s, pero no tengo sensaci¨®n de peligro. De momento no me planteo salir de aqu¨ª".
Nigeria concentra la mayor relaci¨®n comercial con Espa?a
El saldo de la balanza comercial espa?ola con los cuatro pa¨ªses afectados por el ¨¦bola ¡ªLiberia, Sierra Leona, Guinea Conakry y Nigeria¡ª es deficitario. En 2013, seg¨²n datos del Instituto de Comercio Exterior (ICEX), las exportaciones sumaron 481.910.000 euros y las importaciones, 5.872.494.000.
Nigeria, el pa¨ªs m¨¢s poblado de ?frica, es el que m¨¢s actividad intercambia. Casi todas las importaciones ¡ª5.669.823.000, el 96% del total¡ª provienen de all¨ª. El 98,5% de lo que compra Espa?a corresponde a combustibles y lubricantes; el 68% de lo que vende, a materias primas y productos industriales, como pavimentos y revestimientos cer¨¢micos.
Guinea es el segundo pa¨ªs con el que Espa?a mantiene mayor intercambio. Le compra 130.590.000 euros ¡ªcasi el 95% corresponde a minerales met¨¢licos y no met¨¢licos¡ª y exporta 45.791.000.
Las cifras son relativamente bajas, incluso si se comparan con las de otros pa¨ªses africanos. En 2013, Espa?a realiz¨® con Argelia 9.174.939.000 importanciones y?3.859.083.000 exportaciones. El pa¨ªs tiene oficinas comerciales en Nigeria y Guinea; en el caso de Liberia y Sierra Leona, al ser escaso el intercambio, la oficina en Ghana se encarga de las gestiones.
Corredor vive con su novia polaca en Victoria Island, el centro financiero de la ciudad. Una "jaula de oro", como ¨¦l mismo lo denomina. Los fines de semana queda con otros espa?oles, son unos 30 en el grupo, y si hace bueno van a la playa. La relaci¨®n con los locales es escasa, salvo cuando toca poner ladrillos. "No es como irse a Francia o a Italia; el choque cultural es considerable y al final acabas en grupos cerrados", se justifica. Desde que estall¨® el brote, la empresa belga para la que trabaja ha repartido varias misivas avisando de las precauciones que deben tomar: no tocar o comer bush meat (monos, murci¨¦lagos, roedores), usar geles desinfectantes, restringir los viajes, llamar al m¨¦dico de la empresa antes de ir al hospital... Los mensajes se repiten en carteles y tablones por todo Lagos y ¡ªseg¨²n el arquitecto¡ª han calado en la conciencia de los nigerianos. "Algo tan simple como lavarse las manos aqu¨ª es todo un logro porque los est¨¢ndares de higiene son muy bajos". El martes le tomaron por primera vez la temperatura en el trabajo.
David Verges llevaba casi dos a?os en el paro. Aunque buscaba y buscaba trabajo, este ingeniero catal¨¢n de 43 a?os ten¨ªa claro que no le serv¨ªa cualquier cosa: quer¨ªa ejercer su profesi¨®n. "De camarero, nada", cuenta desde Kankan, al este de Guinea Conakry, donde desde hace dos meses trabaja en la construcci¨®n de una carretera de 80 km hacia Mal¨ª. Del virus solo conoc¨ªa lo que hab¨ªa le¨ªdo en los peri¨®dicos y admite que, antes de viajar, todo le parec¨ªa "una pel¨ªcula". Una vez en el pa¨ªs, ha aprendido a vivir entre cubos de agua y desinfectantes ¡ªcomunes en bares y hoteles para lavarse las manos¡ª y tambi¨¦n entre murci¨¦lagos. "Hay muchos, y m¨¢s grandes que en Espa?a". En la empresa les han recomendado tener cuidado con los animales, vivos o muertos, y ¨¦l por propia cuenta ha adoptado costumbres que seguir¨ªa incluso sin la presencia de la enfermedad, como consumir solo agua embotellada y cocinar bien los alimentos.
"Somos seis espa?oles, nos pagan bien y nos incluyen todo menos la comida", dice Verges, que admite sentirse un privilegiado en un pa¨ªs donde el 68% de la poblaci¨®n vive en una situaci¨®n de pobreza extrema. Aunque el ¨¦bola ha causado 430 muertes, para muchas personas la batalla diaria es sobrevivir con lo b¨¢sico. "Ni siquiera hay electricidad en las casas. Hay locales en los que la gente paga solo por ver la tele o cargar la bater¨ªa de un m¨®vil".
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