¡°No creo que vuelva a Monrovia mientras haya ¨¦bola¡±
La religiosa a¨²n habla de (Miguel) Pajares en presente. No pudo despedirse de ¨¦l
Juliana Bonoha Boh¨¦, a la que llaman Mami, pertenece a la orden de las Hermanas de la Concepci¨®n y tiene 65 a?os. La religiosa sali¨® del hospital madrile?o Carlos III el 28 de agosto tras pasar 21 d¨ªas aislada por posible contagio de ¨¦bola. A¨²n no ha hablado con la familia de Miguel Pajares, el espa?ol fallecido por el virus, ni con la religiosa Paciencia Melgar, que se qued¨® en Monrovia contagiada cuando les repatriaron, y se ha salvado. Durante la cuarentena, se entreten¨ªa mirando por la ventana y leyendo el Hola, dice. A¨²n habla de Pajares en presente. No pudo despedirse de ¨¦l. Asegura que esta experiencia ha sido la m¨¢s dura de sus 50 a?os como misionera.
Pregunta. ?C¨®mo recuerda los d¨ªas anteriores a que la recogieran en el avi¨®n?
Respuesta. En julio lo ve¨ªamos a¨²n muy lejos. Hasta que lleg¨® el brote. El padre Pajares estaba preocupado. Yo no ten¨ªa miedo, ve¨ªa a tanta gente¡ A lo mejor si hubiera estado sola habr¨ªa sido distinto. Cuando muri¨® el hermano Patrick [el director del hospital cat¨®lico de San Jos¨¦ de Monrovia, Patrick Nshamdze, cuyo primer an¨¢lisis del virus dio negativo], empez¨® a aterrarse todo el mundo.
P. ?C¨®mo era Pajares?
R. Es un fuera de serie. No quer¨ªa irse sin las hermanas Chantal y Paciencia [se quedaron en Liberia cuando repatriaron a sus compa?eros por no tener la nacionalidad espa?ola]. A m¨ª me dijeron que me viniera porque si no ¨ªbamos a morir todas juntas. Si llego a quedarme ah¨ª, lo cojo. Dos enfermeras que se quedaron han muerto.
P. ?Qu¨¦ pens¨® cuando vio que se los llevaban a ustedes y a ellas no?
R. No las vi. Estaba en la puerta, me pusieron el traje y no pod¨ªa volver atr¨¢s. Vine sin nada m¨¢s que el pasaporte. No me pude despedir de ellas. Con el traje no puedes andar dando vueltas.
P. ?Ten¨ªan material suficiente para protegerse?
R. Yo no necesitaba. Estaba aislada en el complejo del hospital, que est¨¢ vallado. Pero hab¨ªa muchas mascarillas y guantes. La gente no nos saludaba. El Gobierno hab¨ªa dicho que nadie se saludara con la mano ni con besos. Hab¨ªa que hacer as¨ª, sin tocarse.
P. Asegura que no le importar¨ªa volver a Monrovia.
R. No me importa, pero no creo que vaya mientras haya ¨¦bola. Hay que pararlo bien. Imagine que vamos y abren los hospitales. Entrar¨¢n enfermos con y sin ¨¦bola. Si me mandan, ir¨¦. Y si no, a otro destino. Todo es ?frica, mi idea es volver a ?frica.
P. ?C¨®mo fue su aislamiento?
Yo estaba distra¨ªda mirando y leyendo tambi¨¦n el Hola. Sal¨ªan los Reyes¡±
R. Me pusieron televisi¨®n, pero se estrope¨®. No dec¨ªa nada, solo escuchaba de Irak y de Israel. Y pens¨¦: ¡®No quiero ver guerras¡¯. Ten¨ªa radio. Miraba por la ventana. Y le¨ªa. Las enfermeras entraban pero bien tapadas. Eran muy amables, pero solo les ve¨ªa los ojos. No hablaba con nadie. Sin nada de esto, una se puede volver loca. Pero yo estaba distra¨ªda mirando y leyendo tambi¨¦n el Hola. Sal¨ªan los Reyes. Llevaba mucho tiempo sin leerlo, el ¨²ltimo que vi lo llev¨® el padre Pajares cuando volvi¨® de su pueblo.
P. Durante el aislamiento supo de su muerte.
R. Me lo dijo el m¨¦dico. No lo esperaba tan pronto. Hay mucha gente que ha salido de esta enfermedad y los m¨¦dicos estaban todo el d¨ªa encima del padre. Yo les escuchaba. No pude despedirme de ¨¦l.
P. ?C¨®mo acabar¨¢ esto?
R. Si trabajan como lo est¨¢n haciendo, desaparecer¨¢, pero a¨²n durar¨¢. El contagio es f¨¢cil: los taxis africanos, los mercados... Ahora la gente lleva manga larga, a pesar del calor. Yo tambi¨¦n me la puse. Para acabar con esto hacen falta meses.
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