Abusos hasta el otro lado del mundo
Una comisi¨®n brit¨¢nica revela que menores de centros religiosos fueron obligados a emigrar a Australia, donde sufrieron vejaciones
Un grupo de ni?os norirlandeses, a quienes se les ha pintado el rostro de negro en una burda parodia de los abor¨ªgenes, es obligado a ¡°amenizar¡± la larga traves¨ªa del pasaje de un barco que se dirige a Australia en 1953. El humillante episodio ha sido rememorado esta semana por uno de sus protagonistas, hoy septuagenario, ante una comisi¨®n p¨²blica que investiga en Irlanda del Norte las vejaciones que sufrieron decenas de menores enviados a la antigua colonia con la promesa de que all¨ª tendr¨ªan una vida mejor.
El nuevo destino de estos hu¨¦rfanos o hijos de madres solteras, hasta entonces ingresados en instituciones religiosas, acab¨® traduci¨¦ndose en los mismos o peores abusos f¨ªsicos, sexuales y emocionales que ya hab¨ªan conocido antes en su tierra natal.
El traslado forzoso de esos cr¨ªos, algunos de s¨®lo 5 a?os, a lugares tan remotos como el oeste australiano forma parte del relato que un panel de juristas establecido en Banbridge (localidad cercana a Belfast) intenta reconstruir sobre d¨¦cadas de maltrato infantil en centros de acogida estatales y regentados por la iglesia en Irlanda del Norte. La investigaci¨®n, la mayor de esa naturaleza acometida hasta la fecha en el Reino Unido, se centra en los abusos registrados en esos recintos locales entre 1922 y 1995, pero tambi¨¦n ha querido dar voz a quienes en su ni?ez fueron convertidos en inmigrantes forzosos en el otro lado del mundo.
En algunos casos eran hu¨¦rfanos. En otros, hijos de madres solteras a quienes se les dijo que no ten¨ªan ning¨²n otro familiar para que no intentaran escapar, como explic¨® uno de los sesenta y seis ancianos que desde el lunes han venido desgranando sus historias ante la comisi¨®n, en persona, por escrito o v¨ªa correo electr¨®nico. Todos han pedido que se preserve su identidad. La mayor¨ªa viv¨ªan ingresados en condiciones de maltrato en cuatro instituciones norirlandesas dirigidas por la orden cat¨®lica de las Hermanas de Nazaret en Belfast, y sobre todo el condado de Derry, cuando fueron enviados a Australia. Los abusos de toda ¨ªndole se multiplicaron en los nuevos centros. ¡°Despu¨¦s de mi experiencia en Bindoon (poblaci¨®n del occidente australiano), el antiguo centro de Termonbacca, en Derry, me parec¨ªa un campamento de vacaciones¡±, relat¨® otro de los testigos, hoy un militar retirado de la Fuerza A¨¦rea Australiana.
Su terrible historia es el producto de una pol¨ªtica gubernamental establecida al finalizar la II Guerra Mundial, y que en Irlanda del Norte se prolong¨® al menos durante diez a?os (1946-1956), para transportar remesas de ni?os hacia una tierra en creciente desarrollo que reclamaba sangre nueva y rostros blancos. En el resto del Reino Unido, se estima que entre 7.000 y 11.000 menores fueron deportados a Australia y otras ex colonias en un periodo m¨¢s dilatado y bajo el lema ¡°el ni?o, el mejor inmigrante¡±. Hace s¨®lo cinco a?os, el Gobierno de Canberra emiti¨® una disculpa p¨²blica por los abusos de los que fueron objeto, incluida su conversi¨®n en mano de obra infantil, pero las autoridades brit¨¢nicas no han hecho ning¨²n amago para recuperar la memoria de ese vergonzoso cap¨ªtulo.
La comisi¨®n de Banbridge (Historical Institutional Abuse Inquiry) ha conseguido localizar a 131 de las v¨ªctimas norirlandesas, una labor compleja por la falta en muchos casos de registros de la ¨¦poca. Los testimonios recabados se incluir¨¢n en el informe que el panel debe presentar al gobierno auton¨®mico de Belfast en 2016 ¡ªaunque ha pedido que se extienda el plazo un a?o m¨¢s¡ª bajo la promesa de su presidente, el juez Anthony Hart, de que ¡°no ser¨¢n barridos bajo la alfombra¡±. Su ¨²nica potestad, sin embargo, es la de transmitirlos a las autoridades australianas.
A lo largo de las sesiones, Hart se ha mostrado especialmente conmovido por el impacto que una larga singladura de abusos ha tenido en la vida de los afectados. Uno de ellos admiti¨® que, en la vida adulta, ¡°no ten¨ªa idea de c¨®mo criar a mis hijos, ni siquiera de c¨®mo abrazarlos y darles cari?o. Realmente, no s¨¦ lo que es el amor¡±.
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