El Papa ordena investigar otro caso de abusos de un obispo estadounidense

La Iglesia cat¨®lica, en medio de una crisis hist¨®rica a causa de los esc¨¢ndalos por abusos sexuales a menores, ya no tiene ning¨²n margen de reacci¨®n ante este tipo de asuntos. Este jueves el Papa, d¨ªa en que se reun¨ªa con la c¨²pula de la Iglesia en EE UU por ese motivo, ha abierto una investigaci¨®n contra otro presunto abusador en ese pa¨ªs. En este caso se trata del obispo del Virginia Oeste, Michael J. Bransfield, acusado de acosar a hombres mayores de edad. Francisco ha aceptado su renuncia ¨Cvoluntaria, puesto que cumpl¨ªa 75 a?os¨C y ordenado la apertura de unas pesquisas que determinar¨¢n el alcance de los abusos y el v¨ªnculo que Bransfield ten¨ªa con el excardenal Theodore McCarrick, obligado a renunciar tambi¨¦n en julio por un asunto parecido. Casualmente, el primo de Bransfield, se encontraba en la comitiva de cuatro miembros que despachaba con el Papa.

La conservadora iglesia de EE UU, que aspiraba a ganar poder e influencia y colocar a alguno de sus cardenales entre los pr¨®ximos papables, est¨¢ profundamente tocada por los esc¨¢ndalos de abusos y solo aspira ahora a la regeneraci¨®n total. Entre 1950 y 2015, seg¨²n el National Catholic Reporter, se ha gastado 4.000 millones de d¨®lares (unos 3.421 millones de euros) en indemnizaciones para silenciar las denuncias de las v¨ªctimas. Al tremendo esc¨¢ndalo de Boston, se sum¨® este verano la lista de 1.000 v¨ªctimas reveladas por el informe del gran jurado de Pensilvania y los casos de abusos a seminaristas de McCarrick, a quien el Papa retir¨® la birreta cardenalicia en una decisi¨®n ins¨®lita en los ¨²ltimos 80 a?os. La renuncia de Bransfield, pese a ser voluntaria, no se hubiera aceptado de una forma tan r¨¢pida si no fuera por el esc¨¢ndalo por unos hechos que se remontan a 2007 y por los que ya hab¨ªa como testigo en un tribunal.

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El obispo de Baltimore, William Lori, sustiuir¨¢ temporalmente a Bransfield y se encargar¨¢ de recibir m¨¢s denuncias. De hecho, ha abierto ya una l¨ªnea telef¨®nica para que pueda presentarse otros casos y la investigaci¨®n, que podr¨ªa destapar otro gran esc¨¢ndalo, prosiga su curso.

La noticia lleg¨® justo cuando la c¨²pula de esta Iglesia ¨Cacompa?ados por el arzobispo de Boston, el cardenal Sean O¡¯Malley¨C visitaba al Pont¨ªfice para abordar la cuesti¨®n y presentarle un supuesto plan de regeneraci¨®n. Lo m¨¢s ins¨®lito es que entre los cuatro miembros de la comitiva, se encontraba monse?or Brian Bransfield, secretario general de la Conferencia Episcopal de EE UU y primo directo del obispo investigado. Un s¨ªntoma m¨¢s del entrelazamiento que ha permitido durante a?os la cobertura de tant¨ªsimos abusos.

La reuni¨®n fue larga y fruct¨ªfera, seg¨²n los asistentes. Y como de costumbre, solo trascendi¨® un escueto comunicado de la Conferencia Episcopal de EE UU en el que son¨® el viol¨ªn y no hubo rastro de la investigaci¨®n que su presidente, Daniel DiNardo, hab¨ªa anunciado que pedir¨ªa al Vaticano sobre su presunto conocimiento de los abusos de McCarrick desde el a?o 2000. "Estamos muy agradecidos al Santo Padre por habernos recibido en esta audiencia. Compartimos con el papa Francisco nuestra situaci¨®n en Estados Unidos. C¨®mo el cuerpo de Cristo est¨¢ lacerado por el diablo de los abusos sexuales. ?l escuch¨® desde lo m¨¢s profundo de su coraz¨®n. Fue un intercambio extenso, fruct¨ªfero y positivo". El intercambio, se espera ahora, se convertir¨¢ en una profunda depuraci¨®n de responsabilidades.