Se ve¨ªa venir
Se ha cerrado el c¨ªrculo, se ha coronado la cadena de lamentaciones por las faltas de ortograf¨ªa. Unos por otros, y la casa sin barrer
El problema de las incorrecciones ortogr¨¢ficas ha ido escalando niveles y ha llegado a uno de los m¨¢s altos, el de las pruebas para adquirir la condici¨®n de profesor funcionario en la ense?anza secundaria. As¨ª se desprende de una informaci¨®n, tan interesante como deprimente, aparecida en este peri¨®dico el pasado s¨¢bado. S¨ª, se ve¨ªa venir.
Nos enteramos ley¨¦ndola de que en las pruebas de este a?o qued¨® vacante casi un 10% de las plazas, pese a que se presentaban diez aspirantes para cada una. Al parecer, las faltas de ortograf¨ªa y gramaticales fueron determinantes para el fracaso de ¡°un n¨²mero no despreciable de opositores¡±.
Coincido con las apreciaciones hechas por la profesora Amparo Medina-Bocos: cuando los actuales profesores eran ni?os no les exigieron ortograf¨ªa, y ahora ¡°no saben ense?arla¡± (ni en consecuencia exigirla).
Es frecuente o¨ªr a profesores de secundaria quej¨¢ndose de ¡°c¨®mo les llegan¡± los ni?os de la primaria. A los de Bachillerato expresando la misma queja respecto de los de la secundaria obligatoria. Y a los de universidad lamentando el nivel con que los estudiantes salen de los institutos y colegios. Ahora son los jueces de las oposiciones a la profesi¨®n docente los que echar¨¢n la culpa del desaguisado a los profesores de la universidad. Se ha cerrado el c¨ªrculo, se ha coronado la cadena de lamentaciones. Unos por otros, y la casa sin barrer.
"Me acuso de haber relajado en Filolog¨ªa el nivel de exigencia para evitar escabechinas mayores"
He sido profesor de Lengua en ense?anza secundaria y ahora lo soy, de Filolog¨ªa, en la universitaria. Y me acuso de haber ¡ªen esta ¨²ltima¡ª relajado el nivel de exigencia para evitar escabechinas mayores. De haber restado puntos a las calificaciones, graduando el descuento seg¨²n se tratara de una falta de ortograf¨ªa literal (un punto) o de acentuaci¨®n (medio punto). Reconozco haberlo hecho, s¨ª, aun a pesar de que algo en mi fuero interno me dec¨ªa que, trat¨¢ndose del examen de un aspirante a fil¨®logo, ser¨ªa plausible mayor severidad con las faltas del primer tipo; o que no deb¨ªa obtener el aprobado, bajando de un diez a un cinco, un examen que, mereciendo por su ¡°contenido¡± la m¨¢xima nota, al mismo tiempo adoleciera de diez faltas de acentuaci¨®n (circunstancia que en la pr¨¢ctica nunca se da, pues expresi¨®n y contenido van de la mano; pero al menos era te¨®ricamente posible). La paradoja es que aplicar esos criterios me ha granjeado cierta fama de ¡°duro¡±, se?al probable de que los de otros colegas o eran m¨¢s ben¨¦volos o acaso inexistentes.
(Querr¨ªa, entre par¨¦ntesis, corregir una peque?a inexactitud de la informaci¨®n publicada en el peri¨®dico. Se da a entender que las faltas de acentuaci¨®n y de puntuaci¨®n no lo son de ortograf¨ªa sino de ¡°prosodia¡±. No es as¨ª: son faltas de ortograf¨ªa tanto como las que ata?en al uso de las letras. La prosodia no es la ortograf¨ªa de los acentos de intensidad y la entonaci¨®n, es la manifestaci¨®n misma en la expresi¨®n oral de lo que tildes y signos de puntuaci¨®n reflejan en la escritura).
Por el art¨ªculo que comento vengo en conocimiento de cosas inquietantes. Por ejemplo, que ¡°algunas regiones han comenzado a penalizar ahora¡±. ?Ahora? ?Tan tarde? ?Quiere ello decir que hasta ahora no lo hac¨ªan?
Otra es que el mismo baremo que me genera remordimientos se adopta, pero ya nada menos que para ser profesor de Lengua, en las pruebas de la Comunidad de Madrid. Y en las de otras materias se aplica uno que es la mitad de severo ¡ªo el doble de benigno¡ª: 0,50 puntos por cada falta y 0,25 por cada tilde. Ello quiere decir que un candidato podr¨¢ obtener plaza de profesor de diversas asignaturas con diez faltas de ortograf¨ªa ¡°propiamente dichas¡± y veinte de acentuaci¨®n (que tambi¨¦n son en rigor faltas de ortograf¨ªa). Uno de Lengua, con la mitad, que siguen siendo demasiadas.
"Solo me cabe desear que los tribunales de las oposiciones a docentes se ratifiquen en su voluntad de exigencia y aun eleven el nivel de ella"
Deja asimismo preocupado leer, al final de la informaci¨®n, que la mayor¨ªa de los concurrentes eran profesores interinos. Es decir, como ah¨ª mismo se precisa, que hab¨ªan tenido que obtener previamente el CAP (Certificado de Aptitud Pedag¨®gica) o superar un m¨¢ster de formaci¨®n del profesorado. Y lo peor de todo: que al d¨ªa siguiente de no superar las pruebas para ser funcionarios volv¨ªan al aula a continuar ejerciendo su labor, en calidad de interinos.
Habi¨¦ndome reconocido corresponsable de la situaci¨®n presente no se me conceder¨¢ mucho cr¨¦dito si propusiera soluciones. Solo me cabe desear que los tribunales de las oposiciones a docentes se ratifiquen en su voluntad de exigencia y aun eleven el nivel de ella. A ver si eso repercute hacia atr¨¢s en los niveles previos: ense?anza universitaria, pruebas de acceso a la universidad, Bachillerato, Ense?anza Secundaria Obligatoria, primaria.
Dos ¨²ltimas consideraciones. Una: tiene delito que nos cause problemas una ortograf¨ªa como la nuestra, bastante m¨¢s sencilla que la orthographe del franc¨¦s o el spelling del ingl¨¦s, y con un sistema de acentuaci¨®n mucho m¨¢s n¨ªtido que el italiano. ¡°Pero hombre ¡ªles digo a mis alumnos¡ª, si no podemos quejarnos, si tenemos una ortograf¨ªa que no nos la merecemos¡±.
?Y dos: esto ocurre en un pa¨ªs en que era fama que las oposiciones al cuerpo de catedr¨¢ticos de ense?anza media ¡ªhoy desmantelado¡ª resultaban incluso m¨¢s exigentes que las de ingreso en los cuerpos docentes de la universidad.
¡ª Pedro ?lvarez de Miranda es miembro de la Real Academia Espa?ola.
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