Ense?ar a enga?ar
La ofensiva del Gobierno contra las pseudoterapias es cient¨ªficamente impecable
La ofensiva del Gobierno contra las pseudoterapias es cient¨ªficamente impecable. Si estos elixires de la salud que carecen del menor soporte emp¨ªrico fueran meramente in¨²tiles, los ministerios de los que estar¨ªamos hablando ser¨ªan los de Econom¨ªa y Justicia, a los que compete perseguir la estafa. El mero hecho de que el protagonismo sea de Sanidad y Ciencia revela un aspecto m¨¢s grave a¨²n: que las pseudoterapias matan, porque inducen al paciente a abandonar o retrasar los tratamientos basados en la ciencia. Uno de los santos contempor¨¢neos de las masas acr¨ªticas, Steve Jobs, pag¨® con su vida esa fe en los chamanes. Y hemos conocido otros casos espeluznantes en los ¨²ltimos tiempos.
De las medidas incluidas en el Plan de protecci¨®n de la salud frente a las pseudoterapias?propuesto por el Gobierno, la m¨¢s contundente es seguramente la de eliminar las pseudoterapias de los centros sanitarios. Si las pseudoterapias no solo no sirven para curar nada, sino que adem¨¢s suponen un riesgo para la vida del paciente, esta medida deber¨ªa ser tan obvia como el amanecer. Sacarla adelante, sin embargo, tendr¨¢ muy ocupados a los servicios jur¨ªdicos de dos ministerios. Hay un enjambre de decretos ley que, ahora mismo, garantizan el negocio y la impunidad de los estafadores sanitarios. Una de las trabas m¨¢s chocantes es una directiva europea de hace casi 20 a?os que obliga a considerar los productos homeop¨¢ticos como "medicamentos", cuando no lo son, puesto que no han demostrado ni su seguridad ni su eficacia en ensayos cl¨ªnicos.
Pero, si esa es la medida m¨¢s contundente, la m¨¢s importante a largo plazo es otra bien distinta: expulsar de la universidad las titulaciones en estas pseudociencias. Ser¨¢ dif¨ªcil, o imposible, impedir que una "medicina alternativa" se venda en un mercadillo de hortalizas ecol¨®gicas, pero que una universidad expida t¨ªtulos sobre patra?as pseudocient¨ªficas es insoportable en un sistema de educaci¨®n superior que se pretende serio. Eso es validar la farsa, perpetuar el enredo, enga?ar a gente. Peor a¨²n: ense?ar a la gente a enga?ar a la gente. No hay por d¨®nde cogerlo, y el Gobierno hace bien en proponer eliminarlo. Veremos hasta d¨®nde llega la autonom¨ªa universitaria en su defensa de lo irracional.
El resto del paquete tambi¨¦n es interesante, porque plantea campa?as de informaci¨®n "basadas en el conocimiento y la evidencia cient¨ªfica" (es decir, de informaci¨®n) y restricciones a la publicidad enga?osa de estos productos. Una buena campa?a, seguramente, ser¨ªa construir unas webs oficiales que ofrecieran una informaci¨®n puntual, transparente y fundamentada de la mejor ciencia disponible. Sabemos que es posible, porque los NIH (institutos nacionales de la salud) y los CDC (centros de control y prevenci¨®n de enfermedades) norteamericanos lo llevan haciendo 20 a?os. Adelante, pues.
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