El ¡®corredor de la muerte¡¯ de cuatro yeguas salvajes en Galicia
Los animales, de una raza milenaria en peligro de extinci¨®n, aparecieron en un pasillo de desparasitaci¨®n con golpes en la cabeza
Cuando Modesto Dom¨ªnguez lleg¨® al monte el s¨¢bado a las siete de la tarde, una de las yeguas todav¨ªa respiraba. Ten¨ªa el cr¨¢neo hundido, lo mismo que sus otras tres compa?eras ya muertas, pero su sufrimiento se hab¨ªa alargado desde el jueves, el d¨ªa en que los ganaderos sospechan que se produjo la matanza. En un particular corredor de la muerte, los cuatro animales permanec¨ªan encerrados con pestillo junto a otros cinco caballos que salvaron la vida, en fila, uno detr¨¢s de otro, entre las dos barandillas de hierro de un pasillo de desparasitaci¨®n para reses en el municipio pontevedr¨¦s de Oia, al sur de Vigo.
El Seprona ha abierto este lunes una investigaci¨®n para descubrir a los autores de este ataque a una especie milenaria en v¨ªas de desaparici¨®n, los garranos, ¨¦quidos salvajes pero con propietario que habitan la sierra y que anualmente protagonizan las tradicionales "rapas das bestas" en Galicia.
Las yeguas pertenec¨ªan a cuatro due?os diferentes de varios municipios de la comarca, y si se trata de un ajuste de cuentas nadie se explica por qu¨¦. Los ganaderos aseguran que estos animales, marcadamente territoriales, "no molestaban a nadie". Viv¨ªan en lo alto, en una zona muy apartada conocida como O Areeiro (Viladesuso, Oia), por la que solo pasa a veces "alg¨²n ciclista". Para llegar al lugar donde se sit¨²a el pasillo o manga de desparasitaci¨®n hay que atravesar una pista de un kil¨®metro sin asfaltar, y para acorralar all¨ª a los caballos salvajes hay que tener experiencia.
"Cuando llegu¨¦ era ya de noche, hab¨ªa niebla y llov¨ªa", relata Dom¨ªnguez, presidente de la Asociaci¨®n de Gandeiros de Cabalos do Monte da Groba: "Abr¨ª la puerta y los cinco animales que estaban vivos escaparon. Hoy los buscaremos a ver c¨®mo est¨¢n, porque todav¨ªa no sabemos si tambi¨¦n los golpearon". Mientras los agentes de la Guardia Civil de Tui (Pontevedra) y los veterinarios de la Xunta desplazados al lugar toman muestras del macabro escenario, los ganaderos apuntan que el arma utilizada fue seguramente una barra de hierro que permanece tirada junto a la estrecha estructura donde murieron las yeguas. Creen que "la intenci¨®n era matar a los nueve", pero que "alg¨²n ruido" o cualquier otra circunstancia frustr¨® su objetivo.
Los primeros en descubrir la masacre fueron, el s¨¢bado por la tarde, varios propietarios de vacas que viven en libertad en el mismo paraje. De hecho, esta manga construida por la Comunidad de Montes de Viladesuso solo se utiliza para el ganado vacuno. La estructura met¨¢lica y de hormig¨®n da servicio al veterinario, que recluye en ella a las reses en sus revisiones peri¨®dicas. Los caballos silvestres estaban en un terreno diferente, y quienes orquestaron su matanza "tuvieron que atravesar con ellos dos cercados" antes de empujarlos hacia el embudo que lleva al pasillo de desparasitaci¨®n. "Imposible que fuese una sola persona", apunta Arsenio P¨¦rez, presidente de la Comunidad de Montes de Viladesuso.
"Esto nos perjudica a todos", lamenta este representante vecinal. "Actualmente no existen conflictos entre los propietarios de caballos y de vacas, y estos caballos en concreto no daban problemas a nadie. Se sab¨ªa que estaban all¨ª, pero no causaban destrozos, no bajaban a las zonas habitadas y nadie los ve¨ªa". Este ataque es "inexplicable", "no puede ser m¨¢s que obra de un psic¨®pata", protesta, "para da?ar el patrimonio vivo que tenemos: estos animales que son tan importantes para el mantenimiento de este monte, donde no volvimos a tener incendios desde 2006".
Chip identificativo
El s¨¢bado, despu¨¦s de liberar a los vivos y descubrir a los muertos, Modesto Dom¨ªnguez convoc¨® a todos los propietarios de equinos del Monte da Groba y pas¨® el lector de chips por los cad¨¢veres para identificarlos. Todas las yeguas apaleadas lo llevaban, tal y como obliga un decreto de 2012 de la Conseller¨ªa de Medio Rural contra el que se rebelaron los due?os de caballos salvajes en Galicia por considerar econ¨®micamente inviable la medida. El conflicto deriv¨® en un largo pulso judicial y el pasado septiembre el ¨²ltimo recurso de dos asociaciones ganaderas desemboc¨® en el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.
Tal como recuerda Seraf¨ªn Gonz¨¢lez, cient¨ªfico del CSIC y presidente de la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN), la obligaci¨®n de implantar microchips a los garranos, una especie en riesgo de desaparecer despu¨¦s de habitar los montes del norte peninsular desde hace 20.000 a?os, ha provocado una dr¨¢stica reducci¨®n de la caba?a desde hace seis a?os. Si antes del decreto, en la Serra da Groba hab¨ªa unos 1.300, ahora los ejemplares suman aproximadamente 700.
"Seg¨²n estudios gen¨¦ticos recientes", destaca la SGHN, "los garranos ya estaban aqu¨ª en el Pleistoceno y son uno de los dos ancestros de los caballos actuales, o caballos propiamente dichos". Entre unos y otros "hay diferencias gen¨¦ticas, ecol¨®gicas, etol¨®gicas, morfol¨®gicas y fisiol¨®gicas". En su decreto, "la Xunta ignor¨® las excepciones a la identificaci¨®n obligatoria que hab¨ªa contemplado la Comisi¨®n Europea para los ¨¦quidos que viven en estado salvaje o semisalvaje", destaca el grupo de defensa medioambiental. "Y desde entonces, en Galicia, los Ayuntamientos pueden decidir la venta en puja p¨²blica o el env¨ªo al sacrificio en mataderos de los garranos que localicen sin chip en los montes". Pero las cuatro yeguas torturadas en Oia cumpl¨ªan con esa ley tan ajena a su vida en completa libertad.
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