¡°Ya no puedo m¨¢s¡±
En los ¨²ltimos d¨ªas arreciaron los ataques y burlas de compa?eros hacia la empleada de Iveco v¨ªctima de la difusi¨®n de v¨ªdeos sexuales. Bajo presi¨®n, se suicid¨®. Esta es la historia
"Me revuelve las tripas pensar c¨®mo se tiene que ver alguien para decidir que ya no quiere vivir m¨¢s", dice un empleado de Iveco. Y se pregunta: "?No hab¨ªa nadie que le dijera 'no pasa nada', que le quitara hierro al asunto...? De verdad, ?tan sola estaba?". Habla de Ver¨®nica, la compa?era de trabajo que se suicid¨® el s¨¢bado 25 de mayo, en su casa de Alcal¨¢ de Henares, en Madrid. Llevaba m¨¢s de un mes bajo presi¨®n: circulaban entre sus compa?eros de trabajo unos v¨ªdeos sexuales en los que ella aparec¨ªa. Primero, entre un grupo de unas 20 personas, despu¨¦s, entre m¨¢s de 200.
"Ni todos vimos ni pasamos el v¨ªdeo, pero le das vueltas a la responsabilidad de cada uno. ?En qu¨¦ mundo de mierda vivimos?", espeta el trabajador antes de marcharse, cabeceando. ?l se enter¨® de la existencia de esos archivos al mismo tiempo que de la muerte de su compa?era, el lunes, a trav¨¦s de una circular interna, como muchos empleados de los alrededor de 2.500 que tiene la f¨¢brica al noreste de Madrid. Un microcosmos en el que esta mujer de 32 a?os y madre de dos hijos, de cuatro a?os y nueve meses, se vio acorralada. Qui¨¦n empez¨® a propagar los v¨ªdeos est¨¢ por determinar, pero desde el principio, la polic¨ªa coloc¨® como principal sospechoso a un exnovio.
Aquella no era la primera vez. Hace algunos a?os, esos archivos "ya corrieron". En aquel momento Ver¨®nica "logr¨® frenarlo", recuerdan tres compa?eros. Esta vez, durante m¨¢s de 10 d¨ªas, por los pasillos resonaban risas; los v¨ªdeos saltaban de m¨®vil a m¨®vil; y en su puesto de trabajo se arremolinaban compa?eros para cerciorarse de que era ella. "Creo que ninguno nos dimos cuenta realmente de lo grave que era lo que estaba pasando, se tom¨® a broma", dice un operario. Para ella fueron humillaci¨®n y angustia constantes; d¨ªas en los que llor¨® y en los que intent¨® pasar desapercibida; un "ya no puedo m¨¢s" que pronunci¨® en voz alta, como recuerda un empleado.
A finales de la pasada semana, la situaci¨®n empeor¨®. Se enter¨® su cu?ada, la hermana de su pareja, que tambi¨¦n trabajaba en Iveco. Y se enter¨® ¨¦l.
El jueves 23 de mayo, en una reuni¨®n con la direcci¨®n de Recursos Humanos, ella cont¨® lo que ocurr¨ªa y dio un nombre. La empresa contest¨® que "era un tema personal y no laboral", como apunt¨® una abogada de CC OO. Poco despu¨¦s, le propusieron un cambio de secci¨®n o una baja. Para Comisiones, algo inadecuado e insuficiente. Cuando el viernes fueron a buscarla, con la queja por escrito para presentarla ante la empresa, ella ya se hab¨ªa marchado. "Se fue a casa con un ataque de ansiedad", dijo la letrada. 24 horas despu¨¦s decidi¨® no vivir m¨¢s.
La mediatizaci¨®n
A partir de ese momento, esa historia de acoso y hostigamiento que se hab¨ªa mantenido entre la planta y el entorno m¨¢s cercano de Ver¨®nica salt¨®. La empresa se blind¨®; los sindicatos (UGT, CC OO y CGT) mandaron notas oficiales pidiendo que la justicia depurara responsabilidades. Comisiones, adem¨¢s, advirti¨® de que presentar¨ªa una denuncia contra Iveco ante la Inspecci¨®n de Trabajo por "incumplir la ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres y la de Prevenci¨®n de Riesgos Laborales, porque ni evaluaron el riesgo ni tomaron medidas a¨²n sabiendo lo que ocurr¨ªa". Algo que ocurri¨® el viernes por la ma?ana.
En la planta la semana ha sido "dif¨ªcil", dicen fuentes cercanas a la empresa. Desde el lunes, dos veces al d¨ªa, un grupo de empleados se manifiestan en la puerta de entrada en memoria de su compa?era y en repulsa de lo ocurrido. Al mismo tiempo, piden que no "se criminalice" a toda la plantilla por lo sucedido. "No todos somos culpables ni todos somos c¨®mplices", escribi¨® un grupo de unos 20 empleados, en su mayor¨ªa hombres, en una nota que hicieron llegar a las agencias de noticias.
En los d¨ªas siguientes, la polic¨ªa continu¨® con sus pesquisas, la Fiscal¨ªa abri¨® diligencias, el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 5 de Alcal¨¢ de Henares comenz¨® a investigar tras una denuncia del padre de la fallecida y la Agencia de Protecci¨®n de Datos comenz¨® actuaciones de oficio.
Las conjeturas y los rumores, mientras, siguieron creciendo, en los 374.000 metros cuadrados del terreno que ocupa Iveco al noreste de Madrid y fuera de ellos: en la calle, en algunos medios de comunicaci¨®n y en las redes sociales. Se abri¨® un debate sobre la intimidad y la culpabilizaci¨®n sexual de las mujeres y, de forma mayoritaria, la sociedad se manifest¨® contra ese correveidile que punz¨® y asfixi¨® a la mujer durante d¨ªas.
En el cuartel de la Guardia Civil de la localidad madrile?a de Mejorada del Campo?se present¨® voluntariamente un exnovio de Ver¨®nica el jueves a las cuatro de la tarde. Las presiones de su entorno, que sab¨ªan que hab¨ªa salido hace tiempo con la mujer, hicieron que este hombre entregara su tel¨¦fono m¨®vil y prestara testimonio. Lo hizo poco despu¨¦s, en la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Madrid, que lleva la investigaci¨®n.
Neg¨® ser quien hab¨ªa difundido los v¨ªdeos y los agentes no encontraron en su testimonio elementos suficientes para ponerle a disposici¨®n judicial. Sali¨® a las pocas horas en libertad sin cargos, y el acta de su declaraci¨®n fue enviada a la juez para que valorara su contenido y decidiese si citarlo.
Pero el hombre que Ver¨®nica hab¨ªa se?alado una semana antes en el despacho de Recursos Humanos no era el que acababa de declarar. El nombre que ella pronunci¨® fich¨® aquella misma noche del jueves en la planta de Iveco, donde trabaja.
El viernes por la ma?ana, una circular por parte de la direcci¨®n de Iveco lleg¨® hasta los sindicatos. En ella se explicaba que iban a abrir una investigaci¨®n interna con "alguien de fuera" en la que quer¨ªan contar con la colaboraci¨®n de las organizaciones sindicales y los empleados; aseguraban que estaban "colaborando" plenamente con los cuerpos policiales y que, citan fuentes cercanas a la empresa, "lo hab¨ªan hecho todo muy bien".
Por la tarde, en la concentraci¨®n que varias organizaciones feministas de Madrid convocaron en la plaza de los Cubos, los carteles y los gritos de protesta iban en direcci¨®n contraria. "Complicidad", se ley¨® en varios carteles. "C¨®mplices", clamaron varias participantes.
?Qui¨¦nes? "Quien lo envi¨®, quienes lo compartieron, quienes lo vieron y no hicieron nada, y quienes lo sab¨ªan y tampoco hicieron nada", se?alaba una de las manifestantes.
La investigaci¨®n
S¨¢bado 25 de mayo. Ver¨®nica se suicida en su casa, en Alcal¨¢ de Henares. El Juzgado de Instrucci¨®n 5 del municipio, que estaba de guardia, procede al levantamiento del cad¨¢ver.
Domingo 26 de mayo. La Polic¨ªa Nacional inicia una investigaci¨®n tras conocer la difusi¨®n entre un grupo de empleados de Iveco?de cinco v¨ªdeos sexuales en los que aparec¨ªa la mujer. Empiezan a tomar declaraciones y a analizar dispositivos m¨®viles.
Mi¨¦rcoles 29 de mayo. La fiscal de sala de Criminalidad Inform¨¢tica, Elvira Tejada, pide un informe a la Polic¨ªa Nacional para determinar si hay hechos que pudieran ser constitutivos de delito. Ese mismo d¨ªa, la Agencia Espa?ola de Protecci¨®n de Datos inicia actuaciones de oficio por la distribuci¨®n sin consentimiento del material audiovisual.
Jueves 30 de mayo. El Juzgado de Instrucci¨®n 5 de Alcal¨¢ de Henares abre diligencias previas para investigar si la propagaci¨®n de los archivos incurre en un posible delito de descubrimiento y revelaci¨®n de secretos despu¨¦s de recibir el atestado policial con las diligencias hechas hasta entonces y tras la denuncia del padre de la fallecida. Se decreta el secreto de las actuaciones.
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