El precio del oro que llega a nuestros m¨®viles
Reporteros represaliados, da?o ambiental y mujeres violadas rodean la extracci¨®n del mineral en la mina North Mara, en Tanzania
Mujeres violadas por guardias de la mina, reporteros amenazados y perseguidos y contaminaci¨®n medioambiental es la herencia de una mina de oro que abastece nuestra tecnolog¨ªa desde el norte de Tanzania. Los reporteros que intentan investigar la violencia, el da?o ambiental y otras irregularidades est¨¢n atrapados entre el silencio de un gigante minero y las mentiras de un Gobierno represivo. Al menos una docena de reporteros, locales y extranjeros, que escribieron sobre la mina han sido censurados o amenazados. Forbidden Stories, un consorcio internacional de 40 periodistas que publican en 30 medios de comunicaci¨®n, ha investigado esta vergonzosa historia del oro de la mina de North Mara. Un mineral que termina en los codiciados tel¨¦fonos inteligentes y computadoras de alta tecnolog¨ªa. Este art¨ªculo forma parte de la serie Green Blood, un proyecto que indaga las historias de periodistas que han sido amenazados, encarcelados o asesinados mientras investigaban temas ambientales.
¡°Los productos realmente innovadores son los que dejan su huella en el mundo, no en el planeta¡±, afirma Apple con orgullo en su p¨¢gina web. "Estamos construyendo un mundo mejor para las generaciones futuras", dice el consejero delegado de Canon. Mientras que la tecnolog¨ªa de Nokia "mejora la vida". "En este momento, el abastecimiento responsable forma claramente parte del coste de hacer negocios, es parte de la necesidad comercial de una empresa para acceder a los mercados y al financiamiento, entre otros", dijo Tyler Gillard, experto en auditor¨ªas de compras de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico.
En otras palabras, vale la pena anunciar productos ecol¨®gicos, libres de sangre, sostenibles y producidos de forma ¨¦tica y humana. Por esta raz¨®n, las grandes empresas de tecnolog¨ªa obtienen el oro que necesitan para ciertos componentes electr¨®nicos de proveedores certificados. En el caso de Apple, Canon, Nokia y m¨¢s de 500 empresas registradas en la Comisi¨®n de Bolsa y Valores de Estados Unidos, es la Refiner¨ªa MMTC-PAMP en India. Sin embargo, las certificaciones que garantizan minerales libres de conflictos se dise?aron teniendo en cuenta a los peque?os mineros, no a las multinacionales. Y en Tanzania, una mina de oro propiedad del gigante canadiense de la extracci¨®n de oro Barrick tiene un historial documentado de abusos a los derechos humanos y da?os ambientales. La mina de oro North Mara actualmente env¨ªa sus lingotes a la refiner¨ªa MMTC-PAMP, que los coloca luego entre los proveedores de muchos clientes de la industria tecnol¨®gica.
Tanto Canon como Nokia aseguran que la refiner¨ªa india ha sido auditada previamente y que se determin¨® que era conforme. "Si se confirman las acusaciones, esta fundici¨®n ser¨¢ de bandera roja y pediremos a nuestra cadena de suministro que desv¨ªe el negocio", dijo un portavoz de Nokia. Apple comparti¨® una declaraci¨®n similar.
En el otro extremo de la cadena, sin embargo, los reporteros locales y extranjeros que han tratado de cubrir lo que est¨¢ sucediendo en el terreno se han enfrentado a la intimidaci¨®n y a la censura del estado. Forbidden Stories, un consorcio de 30 medios de comunicaci¨®n, descubri¨® irregularidades en la mina de oro North Mara, a pesar de las declaraciones de la compa?¨ªa.
Durante aproximadamente dos d¨¦cadas, la historia de la mina, cerca de la regi¨®n de los Grandes Lagos, ha estado plagada de violencia. Como resultado, la explotaci¨®n est¨¢ rodeada por un muro de dos metros de altura y custodiada como una fortaleza. F¨ªsica y metaf¨®ricamente. Forbidden Stories habl¨® con varios reporteros que hab¨ªan sido amenazados por informar sobre ella. Algunos fueron intimidados, otros censurados por las autoridades. Un reportero tuvo que huir del pa¨ªs durante un par de a?os. "Han generado miedo", dice Jabir Idrissa, un periodista de 55 a?os de Zanz¨ªbar que no ha olvidado lo que le sucedi¨® hace dos a?os. Trabajaba como editor de dos peri¨®dicos, el semanario de lengua suahil¨ª MwanaHalisi y Mawio, ambos integrantes de un grupo de prensa reconocido por sus reportajes de investigaci¨®n.
En junio de 2017, Mawio public¨® un art¨ªculo que relacionaba a dos expresidentes con supuestas irregularidades en los acuerdos mineros firmados en la d¨¦cada de 1990. "Ten¨ªamos largas discusiones en la sala de redacci¨®n cuando decid¨ªamos sobre las historias", dice Idrissa recordando la reuni¨®n editorial que precedi¨® a la publicaci¨®n. "En verdad, hay temas sobre los que no informamos debido al entorno general", se?al¨®. ¡°Pero este era un deber¡±, a?ade, "porque el trabajo del periodista es decir la verdad".?
Esto es particularmente dif¨ªcil en Tanzania, donde la libertad de prensa ha sido amenazada durante los ¨²ltimos cinco a?os y, m¨¢s concretamente, desde la elecci¨®n de John Magufuli como presidente en 2015. Una reciente ley prev¨¦ m¨¢s de tres a?os de prisi¨®n, una multa de m¨¢s de cinco millones de chelines (1.870 euros) o ambos por publicar a sabiendas informaci¨®n o datos considerados "falsos, enga?osos o inexactos".
Adem¨¢s, "los periodistas son atacados sin raz¨®n", seg¨²n Ryan Powell, un especialista en desarrollo de medios que trabaja en ?frica Oriental y Occidental. "La polic¨ªa acosa a los periodistas y la gente no interfiere". Tanzania ocupa ahora el puesto 118 entre los 179 pa¨ªses en el ?ndice de Libertad Mundial de Reporteros Sin Fronteras. Cay¨® 25 puestos en el ¨²ltimo a?o.
El d¨ªa siguiente a la publicaci¨®n de la investigaci¨®n de Mawio, el ministro de Informaci¨®n Harrisson Mwakyembe, prohibi¨® el peri¨®dico durante dos a?os. El editor jefe, Simon Mkina, afirm¨® que comenz¨® a recibir llamadas telef¨®nicas amenazadoras. En cuanto a Idrissa, perdi¨® su trabajo y fue excluido de cualquier otra posible ocupaci¨®n como periodista. Sin recursos, teniendo que alimentar a sus tres hijos, comenz¨® a trabajar en la tienda de segunda mano de su primo en Zanz¨ªbar.
La historia que caus¨® todo esto era sobre Acacia Mining, una compa?¨ªa registrada en el Reino Unido que ha sido propietaria de la mina de oro North Mara con diferentes nombres desde 2006 y cuyo accionista mayoritario es Barrick. La empresa matriz canadiense pronto podr¨ªa convertirse en el propietario directo de la mina North Mara y otras dos m¨¢s, debido a una disputa fiscal entre Acacia y el Gobierno de Tanzania.
Despu¨¦s de beneficiarse durante a?os de un acuerdo fiscal extremadamente ventajoso con el Gobierno de Tanzania, la compa?¨ªa ahora est¨¢ perdiendo su combate con las autoridades en el frente ambiental. En mayo, las autoridades multaron a la compa?¨ªa con 5.600 millones de chelines (2,2 millones de euros), por supuesta contaminaci¨®n en la presa de desechos de North Mara.
January Makamba, el ministro responsable de medio ambiente, dijo que la cuant¨ªa de la multa se justificaba, entre otras cosas, por la persistencia del problema. "Han pasado 10 a?os y en la instalaci¨®n de almacenamiento de deshechos a¨²n se producen filtraciones", apunt¨® sobre la presa que se supone deber¨ªa evitar filtraciones de los subproductos de la operaci¨®n minera. "La mina de oro de North Mara ha guardado el agua con veneno en esta instalaci¨®n durante mucho tiempo, y esta presa no est¨¢ construida correctamente, por lo que el veneno se ha filtrado en el agua subterr¨¢nea y en los r¨ªos y arroyos cercanos". Makamba reconoci¨® cierta responsabilidad por parte del Gobierno de Tanzania diciendo: "Siempre cre¨ªmos lo que la mina nos dec¨ªa".
Acacia Mining notific¨® a Forbidden Stories que "ya ha reconocido la necesidad de un manejo adicional de relaves [residuos de miner¨ªa]" y que "ha comenzado a planificar y dise?ar una nueva instalaci¨®n de almacenamiento de relaves".
El pol¨ªtico opositor Tundu Lissu, que ha escrito sobre los aspectos ambientales de la industria minera en Tanzania, se?al¨® "la contaminaci¨®n de los r¨ªos y las praderas de donde los aldeanos est¨¢n obteniendo el agua y criando a sus animales¡± as¨ª como ¡°graves problemas de salud asociados a la contaminaci¨®n¡±. "Vi a seis personas que se lavaban en el agua cerca del ¨¢rea minera y sufrieron una muy mala reacci¨®n", dijo el Nega, exoficial m¨¦dico del distrito en el ¨¢rea, sobre los pacientes que vio en 2013.
En 2009, un estudio encontr¨® altos niveles de ars¨¦nico en el agua en las proximidades de la mina. Las concentraciones elevadas de ars¨¦nico est¨¢n con frecuencia cerca de los sitios de extracci¨®n de oro. En 2015, agricultores de la regi¨®n enviaron muestras de agua que iban de la mina a Kenia para que fueran analizadas. El an¨¢lisis toxicol¨®gico de un analista del Gobierno de Kenia se?al¨® que "los niveles de nitratos y nitritos se consideran inseguros para el consumo del ganado".
"Se produjo un incidente ambiental en la mina North Mara durante la temporada alta de lluvias de la primavera de 2009, cuando el agua que conten¨ªa las descargas de los estanques de contenci¨®n y la escorrent¨ªa de la mina entraron al cercano r¨ªo Tigithe", inform¨® Acacia Mining en un comunicado. La compa?¨ªa dice que tom¨® medidas inmediatas tras lo ocurrido.?
Adem¨¢s, las organizaciones no gubernamentales han documentado 22 presuntos homicidios cometidos por la polic¨ªa o los trabajadores de seguridad de las minas desde 2014. ?Las v¨ªctimas? La mayor parte mineros ilegales, llamados "intrusos" por la compa?¨ªa. "Los peque?os mineros que ten¨ªan licencias gubernamentales eran los due?os de la mayor¨ªa de las tierras en cuesti¨®n", explic¨® Mary Rutenge, profesora de la Universidad Mzumbe en Tanzania. "La adquisici¨®n de sus tierras por parte de la compa?¨ªa desestabiliz¨® sus medios de subsistencia y la compa?¨ªa no les compens¨® adecuadamente".
En 2009, un estudio encontr¨® altos niveles de ars¨¦nico en el agua en las proximidades de la mina
Todo aquello con resultados desastrosos: grupos de j¨®venes desempleados de las aldeas vecinas se arman con machetes o lanzas de metal y se emborrachan con cerveza y Knoyagi ¨Cuna marca local de ginebra¨C todas las noches para encontrar el coraje de escalar el muro con la esperanza de ganar un par de cientos de d¨®lares al mes. En su lugar, encuentran a la polic¨ªa armada al otro lado.
?Por qu¨¦ arriesgan tanto? ¡°Tenemos que ir a buscar oro para ayudar a nuestras familias¡±, coment¨® Monchena Mwita, l¨ªder de los ¡°intrusos¡± de Kiwanja, un pueblo que se encuentra al borde de la mina. "No podemos conseguir oro sin entrar en el lugar y no hay ning¨²n otro para conseguir dinero, esta es nuestra ¨²nica fuente de ingresos".
Los responsables de Barrick culpan a la polic¨ªa de Tanzania de cualquier acci¨®n delictiva. "Ha habido muchas, muchas investigaciones sobre varias acusaciones, y no puedes responsabilizarme por lo que haga el Estado", afirm¨® el consejero delegado de Barrick, Mark Bristow, cuando Forbidden Stories le pregunt¨® por los asesinatos.
Sin embargo, la barrera que separa a las fuerzas policiales nacionales de la seguridad de las minas no es tan clara. Seg¨²n la organizaci¨®n no gubernamental del Reino Unido RAID, Acacia firm¨® un memorando de entendimiento con la polic¨ªa en el que establece que "proporcionar¨¢ apoyo monetario y en especie a la polic¨ªa, pagar¨¢ a los oficiales un subsidio, proporcionar¨¢ comidas y alojamiento y suministro combustible ¡± para proteger a la mina.
Algunas v¨ªctimas tambi¨¦n dicen que no fue la polic¨ªa, sino los trabajadores de seguridad de la mina quienes los atacaron. Forbidden Stories, junto con un reportero de The Guardian (Reino Unido), se encontraron con Luc¨ªa Marembela, una mujer de 44 a?os que fue violada dos veces en 2010. Afirm¨® que reconoci¨® a sus violadores como fuerzas de seguridad de la mina porque llevaban uniformes azules y no los beige de la fuerza policial.
Marembela fue acorralada por varios hombres mientras buscaba oro cerca de la mina, un destino que, comenta, es com¨²n para las mujeres de la zona. "Cuando nos cans¨¢bamos de correr terminaban atrap¨¢ndonos y llev¨¢ndonos con ellos", indica. "Nos tiraban en su veh¨ªculo y nos llevaban a un lugar aislado, cerca de un peque?o aer¨®dromo, lejos de la vista de los transe¨²ntes". Afirma que un hombre la violaba mientras los otros vigilaban. "Una vez que terminaban su sucio trabajo, te dejaban ir, sub¨ªan a su veh¨ªculo y regresaban al trabajo", concluye. Hemos conocido a otras dos mujeres que describen el mismo ataque.
Marembela tendr¨¢ que pasar el resto de su vida viviendo con las consecuencias. Su esposo la dej¨® cuando supo que hab¨ªa sido violada, dej¨¢ndola sola para criar a sus seis hijos. "Tengo muy malos recuerdos de lo que me hicieron", expresa ella. ¡°Especialmente porque todos saben que fui violada, comenzando por mis hijos. A veces las personas, en la calle, hablan de lo que me pas¨®, y eso me duele mucho".
"Los abusos de derechos humanos relacionados con el uso excesivo de la fuerza por parte de la seguridad minera privada y p¨²blica fueron muy altos entre 2009 y 2016"
Marembela y otras mujeres fueron juntas para quejarse a la gerencia de la mina. La compa?¨ªa, llamada posteriormente African Barrick Gold, las contact¨® y les hizo firmar un acuerdo: a cambio de 13,9 millones de chelines (5.400 euros aproximadamente), tuvieron que renunciar a su derecho de presentar un caso civil contra la mina o Barrick. Ella reconoce que no fue capaz de leer y entender completamente el documento antes de firmarlo.
"No se debe silenciar a las personas, pero siempre hay retribuci¨®n", comenta Bristow. "En el poco tiempo que he estado con Barrick ha habido demandas de retribuci¨®n, no por v¨ªa de la justicia, para pagar a las personas que est¨¢n poniendo las demandas".
La situaci¨®n contin¨²a hoy en d¨ªa. "Estos abusos, particularmente en la mina de oro de North Mara, van y vienen", dice Lissu, quien anteriormente representaba legalmente a los aldeanos en la regi¨®n. Lissu fue v¨ªctima de un intento de asesinato en 2017, despu¨¦s de acusar al Gobierno de Magufuli de mentir sobre el contrato minero. ¡°Hay periodos de calma, y luego algo sucede y todo explota. Pero las tensiones se mantienen".
"Los abusos de derechos humanos relacionados con el uso excesivo de la fuerza por parte de la seguridad minera privada y p¨²blica comenzaron a aumentar notablemente alrededor de 2005 y fueron muy altos entre 2009 y 2016", explic¨® Catherine Coumans, de la ONG canadiense Mining Watch, que ha estado documentando lo que est¨¢ sucediendo en North Mara durante a?os. "Nuestros contactos locales, e incluso personal de la mina que he entrevistado, me han dicho que el enfoque internacional de MiningWatch y RAID han abierto el tema, han ayudado a reducir los casos de tiroteos, pero sigue habiendo fuertes palizas, especialmente en la cabeza y articulaciones de las personas, lo que a veces conduce a discapacidades de por vida". En una declaraci¨®n, Acacia Mining dijo que hab¨ªa refutado consistentemente varias acusaciones de ambas ONG con respecto a muertes ilegales y temas de derechos humanos.?
Los periodistas de Forbidden Stories se reunieron con las familias de dos hombres fusilados por la polic¨ªa en incidentes separados en 2014 y 2016, cuando estaban dentro de la mina. Las familias dicen que no fueron compensadas. La polic¨ªa insiste en que actu¨® en leg¨ªtima defensa.
"De acuerdo con los propios registros de Acacia se desprende claramente que las violaciones de los derechos humanos contin¨²an en esta mina", escribi¨® en julio de 2017, Rights and Accountability in Development (RAID), una organizaci¨®n no gubernamental con sede en el Reino Unido. Sin embargo, las barras de oro de la mina ahora se refinan en MMTC-PAMP, una refiner¨ªa india que forma parte del grupo suizo-holand¨¦s MKS PAMP, certificada por la London Bullion Market Association, la asociaci¨®n comercial m¨¢s prestigiosa de la industria.
"Durante nuestra diligencia en North Mara, tomamos muy en serio los informes de las ONG y desafiamos a la mina en las cuestiones planteadas", se?al¨® Hitesh Kalia, un oficial de riesgos y cumplimiento de MMTC-PAMP. "Hemos evaluado las medidas tomadas por la mina para remediar los reclamos de derechos humanos, que son en gran parte hist¨®ricos y relacionados con las actividades de la polic¨ªa estatal que opera en la misma zona".
Volviendo a 2010, en el momento ¨¢lgido de los abusos contra los derechos humanos, un documento escrito para inversores indicaba que el oro era refinado por la compa?¨ªa suiza Argor-Heraeus, que tambi¨¦n certifica y provee a m¨¢s de 600 compa?¨ªas.
Hay que fiarse menos de las etiquetas, insisten los expertos. "Es importante saber que estas etiquetas de la industria del oro, que son administradas por la propia industria, no son un programa de certificaciones", explica Gillard. "Verifican que las refiner¨ªas dispongan de sistemas para obtener oro de manera responsable, en conformidad con las normas de la OCDE. No tienen la intenci¨®n de proporcionar una garant¨ªa sobre el estado de los productos, una garant¨ªa de que no hay trabajo infantil, una garant¨ªa de que no existe una financiaci¨®n de conflictos con cada pedazo de oro que se compra". Y sostiene que la complejidad de la cadena del oro hace imposible el trabajo y que la calidad de las auditor¨ªas a menudo es insuficiente. La responsabilidad se diluye a lo largo de la cadena de suministro. J¨¹rgen Heraeus, presidente de la Junta de Supervisi¨®n de Argor-Heraeus, describe la situaci¨®n con franqueza en una entrevista en 2016: "En esta industria es imposible refinar oro limpio".
As¨ª, de regreso en Tanzania, los mineros ¡°intrusos¡± empobrecidos siguen buscando oro a riesgo de sus vidas, y los reporteros son castigados y se les impide arrojar luz sobre el da?o ambiental y otros delitos. "Una vez que hayan usado el oro, se ir¨¢n y dejar¨¢n tras ellos el veneno", remarc¨® Lissu sobre la actividad minera. Y, en el caso del periodista Jabir Idrissa, una carrera y un modo de vida destrozados.
En diciembre de 2018, Mawio gan¨® el caso en la corte contra el ministro para poder obtener la informaci¨®n que solicita. Sin embargo, el peri¨®dico no se volver¨¢ a abrir pronto, ya que necesitan una licencia del Gobierno para publicar nuevamente. "As¨ª que solo depende del Gobierno. Si nos otorgan la licencia, volveremos a trabajar ¡±, contin¨²a Idrissa. "No he perdido la esperanza de poder regresar y trabajar en condiciones y con coraje".?
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