Las leyes contra el aborto en Marruecos reflejan una doble moral cada vez m¨¢s cuestionada
La detenci¨®n de Hajar Raissouni, una periodista acusada de interrumpir su embarazo, ha puesto en evidencia el desfase entre ciertas leyes relativas al sexo y la realidad
Existe en Rabat un supermercado de una cadena francesa muy concurrido, en un barrio de clase media. La fachada principal tiene dos puertas. Una conduce a la tienda y otra, m¨¢s peque?a y sin ning¨²n letrero, lleva a trav¨¦s de una escalera hasta un s¨®tano donde solo se venden bebidas alcoh¨®licas. Todo el mundo sabe que la venta de alcohol a los musulmanes est¨¢ prohibida. As¨ª lo dictamina un decreto emitido en 1967. Y sin embargo, el negocio funciona a plena luz del d¨ªa.
El desfase entre la ley y la calle se vuelve abrumador cuando afecta a las libertades individuales. El C¨®digo Penal contempla penas de un a?o para quienes mantengan relaciones sexuales fuera del matrimonio (art¨ªculo 490), dos a?os para los casados que cometan adulterio (491), tres a?os para quienes cometan ¡°actos imp¨²dicos¡± o ¡°contra natura¡± con personas del mismo sexo (489) y hasta dos a?os de c¨¢rcel (art¨ªculo 454) para las mujeres que aborten.
Miles de personas se las saltan a diario. Pero esas leyes han permitido que la polic¨ªa detuviese el s¨¢bado 7 de septiembre a la periodista Hajar Raissouni, de 28 a?os, en las inmediaciones de una cl¨ªnica ginecol¨®gica. Est¨¢ acusada de abortar, aunque ella y el doctor que la atendi¨® aseguran que sufri¨® una hemorragia interna.
Adem¨¢s de la periodista fueron detenidos su pareja sentimental, el ginec¨®logo, su enfermero y la secretaria de la cl¨ªnica. Todos ellos siguen en prisi¨®n a espera de que se celebre el juicio. Bajo el amparo de esa ley, las autoridades obligaron a Raissouni, una vez detenida, a someterse a una exploraci¨®n m¨¦dica en un hospital p¨²blico, para determinar si hab¨ªa abortado. Los resultados m¨¦dicos fueron debidamente filtrados a la prensa. Y el esc¨¢ndalo medi¨¢tico no se hizo esperar. Muchas voces en las redes sociales vuelven a pedir la reforma del C¨®digo Penal y la derogaci¨®n de los llamados ¡°art¨ªculos liberticidas¡±.
A?cha Akalay, directora del semanario marroqu¨ª Tel Quel, escribi¨®: ¡°Todos vivimos en la ¡®ilegalidad tolerada¡¯. (¡) Porque a pesar de todas las convicciones, sin duda fuertes y sinceras de la franja m¨¢s conservadora de marroqu¨ªes, la carne es d¨¦bil. Todos los d¨ªas, hombres y mujeres o amantes del mismo sexo se aman, se tocan, se unen en los placeres carnales sin estar unidos por el matrimonio. Todos los d¨ªas las mujeres abortan clandestinamente (¡). Todos los d¨ªas los m¨¦dicos tiemblan temiendo que su juramento de Hip¨®crates le conduzca a prisi¨®n. Todos los d¨ªas uno de nosotros puede estar en la posici¨®n actual de Hajar Raissouni¡±.
En 2018 la justicia marroqu¨ª proces¨® a 14.503 personas por ¡°libertinaje¡±, 3.048 por adulterio, 170 por homosexualidad y 73 por aborto. El doctor Chafik Chraibi estima que cada d¨ªa se practican en Marruecos entre 600 y 800 abortos clandestinos. Chraibi es fundador y presidente de la Asociaci¨®n Marroqu¨ª de Lucha contra el Aborto Clandestino. Sentado en su despacho de la Maternidad Les Orangers, en Rabat, el ginec¨®logo se muestra convencido de que en los ¨²ltimos a?os se han producido m¨¢s detenciones relacionadas con este hecho.
¡°Eso implica que muchos m¨¦dicos est¨¢n dando marcha atr¨¢s y ya no se atreven a practicar estas operaciones¡±, se?ala. ¡°Con lo cual, aumentan los abortos con m¨¦todos tradicionales. Eso conlleva un incremento de las complicaciones sanitarias y el riesgo de p¨¦rdida de vidas. Tambi¨¦n aumentan los suicidios de mujeres j¨®venes. Otras muchas son expulsadas de sus casas por los padres o por los hermanos mayores. Y aqu¨ª se llega a una de las situaciones m¨¢s tr¨¢gicas: hay mujeres que tras pasar su embarazo y parir abandonan a los beb¨¦s en alguna estaci¨®n de autob¨²s o en un orfanato. Los orfanatos est¨¢n repletos de ni?os abandonados. Son ni?os que al cabo de los a?os te los encuentras en los sem¨¢foros pidiendo, sin buena salud, ni nutrici¨®n ni educaci¨®n¡±.
El profesor Chafik Chraibi ha sido un personaje clave en la lucha por los derechos de las marroqu¨ªes a abortar. El C¨®digo Penal solo contempla que el aborto no ser¨¢ castigado cuando sea necesario salvaguardar la salud de la madre (art¨ªculo 453).?Chraibi y diversas asociaciones feministas lucharon por extender los derechos. Y en 2016, el Rey Mohamed VI impuls¨® la reforma que permitir¨¢ practicar los abortos de forma legal cuando exista violaci¨®n o incesto, malformaci¨®n fetal o enfermedad mental de la madre. Estos cuatro supuestos est¨¢n a¨²n en tr¨¢mite parlamentario, pero deber¨ªan ser aprobados este a?o.
No obstante, Chraibi cree que esa reforma es insuficiente. ¡°Todos esos supuestos apenas abarcan un 10 ¨® 15% de los abortos que se producen a diario en Marruecos¡±, indica. ¡°Ah¨ª no aparecen ni los abortos de menores, ni los de las mujeres con cuatro o cinco hijos que no tiene para alimentarlos, ni las que se quedan embarazadas a los seis meses de parir, ni las mujeres que viven en la calle, ni tantos casos¡±.
Stephanie Willman, fundadora en Rabat de la ONG Mobilising For Rights Associates, se?ala que la reforma de las leyes del aborto est¨¢ en marcha, pero la despenalizaci¨®n de las relaciones sexuales fuera del matrimonio est¨¢ fuera de la agenda. ¡°Varios comit¨¦s de Naciones Unidas vienen diciendo claramente al Gobierno desde hace a?os que hay que despenalizar esas relaciones. Y el Gobierno [de mayor¨ªa islamista] ha respondido que nunca lo va a hacer¡±. Willman cree que la raz¨®n de fondo de ese rechazo a modificar las leyes es que un sector poderoso de la sociedad, ¡°los hombres¡±, persisten en mantener sus poderes y privilegios sobre los cuerpos de las mujeres.
En los hoteles no se pueden hospedar dos adultos de diferente sexo si no est¨¢n casados. As¨ª que los amantes tienen que recurrir a los coches o a la casa de alg¨²n amigo. Siempre se encuentra la forma. A veces, como sucedi¨® en 2016, la polic¨ªa sorprende in fraganti a una pareja de ad¨²lteros dirigentes islamistas, de los que suelen condenar en p¨²blico las relaciones fuera del matrimonio, y la sociedad recuerda que la espada de ley sigue ah¨ª, colgando sobre la cabeza de millones de marroqu¨ªes.
¡°En Marruecos besar a una mujer en p¨²blico sale m¨¢s caro que pegarle¡±
Hace tres a?os dos adolescentes fueron detenidas en Marrakech por besarse. Las denunci¨® una persona de su entorno. Tras un esc¨¢ndalo de dimensiones internacionales, fueron liberadas a la semana. En 2013, otras dos chicas de 14 y 15 a?os se dieron un beso al salir de su instituto en Nador y un amigo de ellas les hizo una foto. Una asociaci¨®n los denunci¨® por atentado al pudor. El juez decret¨® libertad provisional, pero orden¨® una investigaci¨®n social contra las dos chicas y el amigo. Tuvieron que comparecer dos veces ante la justicia acusados de incitaci¨®n al vicio.
El corresponsal de la Agencia Efe en Marruecos, Javier Otazu, aborda este caso en su libro reci¨¦n publicado, Marruecos, el extra?o vecino (Catarata) y se?ala que el beso de Nador record¨® que "hay art¨ªculos del C¨®digo Penal que est¨¢n ah¨ª a la discrecionalidad de los jueces, y que los besos y las caricias (¡), en la calle marroqu¨ª son una rareza; peor a¨²n, pueden ser sencillamente objeto de delito. Como me dijo ir¨®nicamente el activista rife?o pro derechos humanos Chakib Khiyari, ¨¦l mismo tambi¨¦n vecino de Nador, "en Marruecos besar a una mujer en p¨²blico sale m¨¢s caro que pegarle".
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