?Se puede despedir a un trabajador porque ha cambiado de sexo? El Supremo de EE UU decide
La mayor lucha del colectivo LGBT desde el matrimonio igualitario llega al alto tribunal con el despido de la transg¨¦nero Aimee Stephens. Los jueces tambi¨¦n abordar¨¢n los de dos hombres gays. Deben decidir si la Ley de Derechos Civiles de 1964 protege la orientaci¨®n sexual
Donna llevaba un tiempo notando ausencias injustificadas, peque?as mentiras, objetos extempor¨¢neos entre las pertenencias del que hab¨ªa sido su marido durante 20 a?os. Un d¨ªa, ya medio desquiciada, lo llam¨® a cap¨ªtulo y le enfrent¨® a la pregunta de si, tal y como ella tem¨ªa, estaba vi¨¦ndose con otra mujer. ¡°Bueno, eso que crees no es del todo falso, pero esa mujer soy yo¡±, respondi¨® el otro.
Aimee Australia Stephens, llegada al mundo bajo el nombre de Anthony hace 58 a?os, ha nacido varias veces a lo largo de su vida, pero probablemente una de las m¨¢s importantes fue el d¨ªa que le dijo a su ser m¨¢s querido del mundo qui¨¦n era ella de verdad. Hab¨ªa crecido en Fayetteville, un pueblo de la sure?a Carolina del Norte, en el seno de una iglesia baptista. Se hab¨ªa ordenado pastor. Se hab¨ªa casado y enviudado. Hab¨ªa dejado el sacerdocio, se hab¨ªa reciclado como embalsamador de muertos. Todo eso lo sab¨ªa ya Donna. Lo que ignoraba es lo que sent¨ªa dentro del cuerpo desde los cinco a?os.
Se conoc¨ªan desde la infancia, pero hicieron su vida con otras personas, les fue regular y, al reencontrarse 20 a?os despu¨¦s, se casaron. Stephens se mud¨® a Michigan con su segunda esposa y todo marchaba m¨¢s o menos bien, pero Aimee no tardar¨ªa en reclamar su lugar. Cuando Donna se ausentaba, se vest¨ªa de mujer. Por casa y en peque?as escapadas. Ser descubierta, all¨¢ por 2008, le liber¨®. ¡°Mi esposa me dijo: ¡®Si es eso lo que pasa, podremos solucionarlo¡¯. As¨ª que dentro de casa, pude empezar a vestir como mujer. Ella necesit¨® un tiempo para entenderlo bien, acudi¨® a un grupo de apoyo, pero seguimos adelante. La ni?a [hija fruto del primer matrimonio de Donna] lo acept¨®, su familia, tambi¨¦n. Y durante 10 a?os viv¨ª una doble vida: en el trabajo era Anthony y, en casa, Aimee. Me acab¨¦ sintiendo atrapada, intent¨¦ suicidarme, y al final me arm¨¦ de valor y le escrib¨ª una carta mi jefe de la funeraria para contarle lo que ocurr¨ªa. Se la di el 31 de julio de 2013¡±.
Cuando te has casado con un pene entre la piernas, bajo el nombre Anthony, y has conseguido que tu esposa, su hija y tu suegro acepten que, en realidad, eres una mujer llamada Aimee, crees que ya has conseguido lo m¨¢s dif¨ªcil. Ahora solo quieres que en la funeraria en la que trabajas se refieran a ti en femenino y te dejen vestir con un traje de chaqueta y falda, como siempre, de riguroso luto. El due?o de Harris Funeral Homes, Thomas Rost, sin embargo, la despidi¨® dos semanas despu¨¦s de leer la carta. Como testific¨® m¨¢s tarde, ¨¦l hab¨ªa contratado a un hombre seis a?os atr¨¢s, y su representaci¨®n como mujer resultar¨ªa ¡°una distracci¨®n inapropiada¡± para el duelo de las familias, adem¨¢s de, a?adi¨®, un rechazo a los mandamientos de Dios.
Donna la anim¨® a denunciar. Un primer juez fall¨® contra la trabajadora, defendiendo los derechos religiosos de Rost; luego un tribunal de apelaciones de Cincinnatti le dio la raz¨®n, pero la funeraria recurri¨®. Ahora se ver¨¢n las caras en el Tribunal Supremo de Estados Unidos, en la batalla m¨¢s trascendental del colectivo LGBT desde la legalizaci¨®n del matrimonio igualitario en 2015.
El Supremo ha moldeado la sociedad estadounidense a lo largo de la historia con sentencias capitales, como la que consagr¨® el derecho al aborto, la que vet¨® la segregaci¨®n racial en los espacios privados o la que blind¨® la libertad de quemar la bandera americana. La cuesti¨®n de fondo que se discute ahora en este tr¨ªo de casos es si el T¨ªtulo VII de La Ley de Derechos Civiles de 1964, que proh¨ªbe la discriminaci¨®n de los trabajadores por motivo de raza, sexo o religi¨®n, tambi¨¦n cubre la orientaci¨®n sexual y el cambio de sexo.
El caso se escuchar¨¢ este martes junto al de dos hombres homosexuales que perdieron su empleo tras dar a conocer su condici¨®n. En 2010, Donald Zarda, un monitor de paracaidismo, coment¨® a una clienta que era ¡°100% gay¡± para dar confianza a una clienta que no se sent¨ªa c¨®moda con la idea de pegarse al instructor en el salto, lo que, asegur¨® Zarda, llev¨® a su despido sin otro motivo. Gerald Bostock, un trabajador social dedicado a ni?os con problemas en un condado de la sure?a Georgia, se apunt¨® en 2013 una liga de f¨²tbol LGBT, lo que lo sac¨® del armario en el entorno laboral y, pocos d¨ªas despu¨¦s, se qued¨® sin trabajo.
En un pa¨ªs donde la mitad de Estados no tienen leyes espec¨ªficas que proh¨ªban a los empresarios despedir a trabajadores por que sean gays o transgen¨¦ro, este es el mayor momento de la verdad para la comunidad LGBT en a?os. El escenario, sin embargo, es diferente del de 2015, tras el giro conservador impulsado por la Administraci¨®n de Donald Trump en el Supremo a trav¨¦s de los dos ¨²ltimos nombramientos. La jubilaci¨®n del juez Anthony Kennedy, un centrista cuyo voto de desempate ha sido clave en las ¨²ltimas conquistas de los gays, pone las cosas muy dif¨ªciles al colectivo, pues su sustituto, Brett Kavanaugh, es un conservador pata negra.
¡°El g¨¦nero es algo m¨¢s de lo que hay entre tus piernas cuando naces¡±, clama Aimee Stephens, representada en el caso por la gran asociaci¨®n de libertades civiles de EE UU (ACLU, en sus siglas en ingl¨¦s). Los abogados argumentan que la discriminaci¨®n ¡°con motivo de sexo¡± por parte de la funeraria se produjo por partida doble. Por una parte, aunque el T¨ªtulo VII de la Ley de Derechos Civiles solo se aplicase al sexo con el que una persona nace, la discriminaci¨®n a un transg¨¦nero sigue siendo ¡°con motivo del sexo¡±, ya que, si hubiese nacido con el sexo de mujer, en lugar de con el sexo de hombre, su jefe no la hubiese despedido ¡°por vivir abiertamente como una mujer¡±.
Por otra parte, plantea que el despido tambi¨¦n se debe a que ella ¡°no cumpl¨ªa la idea que tiene el propietario de c¨®mo hombres y mujeres deber¨ªan identificarse, mirar y actuar¡±, un aspecto sobre el que el Supremo ya se pronunci¨® en 1989: cesar a un empleado por los estereotipos que el empresario tiene sobre el sexo es ilegal.
Harris Funeral Homes arguye, en cambio, que el T¨ªtulo VII, desde 1964 y hasta el d¨ªa de hoy, ¡°lo que proh¨ªbe es que los hombres sean favorecidos sobre la mujer en el puesto de trabajo por motivo de sexo¡±.
Los casos de Zarda y Bostock tambi¨¦n llegan a Washington despu¨¦s de sus propios periplos por los juzgados inferiores. Ambos se discutir¨¢n a la vez con un mismo argumento: el despido de alguien con motivo de su orientaci¨®n sexual conlleva intr¨ªnsecamente tambi¨¦n una discriminaci¨®n por motivo de sexo. En otras palabras: aseguran que fueron despedidos por sentirse atra¨ªdos por hombres, pero a una mujer no la hubiesen despedido por sentirse atra¨ªda por hombres, as¨ª que hay un perjuicio a su condici¨®n de hombres.
¡°La cuesti¨®n central es si los americanos pueden confiar en la ley tal y como est¨¢ escrita o si funcionarios no electos pueden redefinir ¡®sexo¡¯ en la ley para incluir ¡®identidad de g¨¦nero¡¯¡±, sostiene Kate Anderson, asesora legal de Alliance Defending Freedom, que apoya a la funeraria Harris de Michigan. ¡°Solo el Congreso puede hacer eso¡±, a?ade, y advierte de que, si la ACLU consigue su objetivo, ¡°se crear¨¢n situaciones injustas para las mujeres en el trabajo, en el mundo del deporte e incluso en sitios como albergues de mujeres que est¨¢n destinados a v¨ªctimas de abusos¡±.
La Administraci¨®n de Trump tabmi¨¦n se ha puesto del lado de los empresarios en estos tres casos y tomar¨¢ parte de los argumentos orales para defender que el t¨ªtulo VII no cubre la orientaci¨®n sexual ni a los transg¨¦nero, a pesar de que otra parte del Gobierno, la Comisi¨®n de Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC, en la siglas en ingl¨¦s), se ha pronunciado a favor de los trabajadores.
La vida de estas tres personas que no se conocen entre s¨ª se cruza este martes en la capital de Estados Unidos. Independientemente del desenlace, pasar¨¢n a la posteridad por el nombre de unos casos que marcar¨¢n a millones de personas. R.G. & G.R. Harris Funeral Homes contra EEOC, Bostock contra el condado de Clayton y Altitude Express contra Zarda. Daniel Zarda no podr¨¢ ver lo que ocurre. Falleci¨® en 2014 en un accidente de paracaidismo, pero su caso sigui¨® adelante y este martes ser¨¢ una hermana suya quien suba la ic¨®nica escalinata del Supremo. Aimee Stephens acudir¨¢ con su mujer, Donna, y con la hija de ambas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.