Levantar la losa

Espa?a est¨¢ a punto de cerrar uno de los m¨¢s rocambolescos cap¨ªtulos de su historia reciente. A pesar de la llegada de la democracia, ha mantenido durante 44 a?os la tumba de su ¨²ltimo dictador en un monumento preferente e inadecuado y est¨¢ afrontando ahora todo tipo de dificultades para trasladar su cad¨¢ver. Duele comprobar que desbrozar el camino haya requerido la determinada movilizaci¨®n de los tres poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

La resistencia de los nost¨¢lgicos es tan bizantina que el prior del Valle de los Ca¨ªdos Santiago Cantera amenaz¨® incluso con obstaculizar la exhumaci¨®n de Francisco Franco. Ahora, ha aclarado que no opondr¨¢ resistencia; una buena decisi¨®n que le evitar¨¢ hacer el rid¨ªculo. Aunque la pregunta adecuada no es si se habr¨ªa encadenado a la tumba, sino por qu¨¦ este se?or se permite tanta arrogancia.

La respuesta se llama inercia y esta es la que ha favorecido que la Iglesia Cat¨®lica siga funcionando como un Estado dentro del Estado a pesar de los acuerdos con la Santa Sede suscritos en 1979, m¨¢s acordes con la aconfesionalidad consagrada en la Constituci¨®n. Casi cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, sin embargo, el Estado exime del pago de algunos impuestos a la iglesia y mantiene a los obispos y a sus palacios. El erario paga a los profesores de religi¨®n, pero es la Iglesia la que los selecciona y despide. Con el dinero p¨²blico se restauran iglesias y catedrales, pero es el clero el que recauda el dinero de las entradas y decide qu¨¦ fot¨®grafo cubre (y cobra) la boda o el bautizo.

Herederos de una cultura tan extempor¨¢nea, l¨ªderes pol¨ªticos de uno y otro color rinden pleites¨ªa a la jerarqu¨ªa cat¨®lica. El Ejecutivo de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar le facilit¨® las inmatriculaciones (incluida la Mezquita de C¨®rdoba), el de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero reformul¨® su financiaci¨®n a trav¨¦s del IRPF, lo que supuso elevar sus ingresos hasta los 250 millones anuales de hoy en d¨ªa, y la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, ha acudido dos veces a Roma para obtener el pl¨¢cet del Vaticano sobre la exhumaci¨®n del cad¨¢ver del dictador, un asunto interno que solo deber¨ªa competer al poder civil espa?ol.

En este contexto se inscribe la actitud del prior Santiago Cantera, anclado quiz¨¢ en esa inercia seg¨²n la cual, como en la Edad Media, la autoridad civil se acaba donde empieza la puerta de la iglesia, el derecho can¨®nico prevalece sobre el resto y se aplica el principio de no inviolabilidad de los lugares de culto olvidando, claro, que la ley est¨¢ hoy por encima (art¨ªculo 1.5 del Concordato). Levantar esta losa ¡ªla de la tumba de Franco¡ª tiene, sin duda, un enorme y amplio poder simb¨®lico.