Derrotismo verde
El poco eco medi¨¢tico del gran proyecto ecologista de la UE se inscribe en una actitud negativa e inane
La gran noticia de la reciente Cumbre del Clima de Madrid se produjo en Bruselas, como bien se?al¨® The Economist. Mientras el desenlace madrile?o asomaba en el horizonte, la Comisi¨®n Europea lanzaba su pacto verde con objetivos ambiciosos para 2050. Incluso los ecologistas han recibido el anuncio con agrado.
Polonia, Hungr¨ªa y Rep¨²blica Checa frenan el proyecto. Los tres a¨²n dependen mucho del carb¨®n y quieren asegurarse de que podr¨¢n construir centrales nucleares, que garantizan energ¨ªa sin emitir gases de efecto invernadero. El acuerdo final tendr¨¢ que negociarse, pero se perfila como trascendental e imparable.
Se pondr¨¢n sobre la mesa 100.000 millones de euros en siete a?os para impulsar la gran transformaci¨®n. Las recetas son conocidas: poner fin a los productos de un solo uso, promover energ¨ªas limpias, dejar de subvencionar los combustibles f¨®siles, renovar viviendas sociales, escuelas y hospitales con est¨¢ndares de ahorro energ¨¦tico, obligar a las constructoras a dise?ar edificios m¨¢s eficientes¡ Se prev¨¦ para marzo mayor concreci¨®n de este proyecto hist¨®rico que, adem¨¢s de contribuir a la salud del planeta (y su gente), va a actuar como una palanca para el resto del mundo. Exigir a otros pa¨ªses los est¨¢ndares y compromisos medioambientales suscritos en las cumbres de la ONU podr¨ªa ser una de las insignias del bloque europeo para firmar acuerdos comerciales. De hecho, ya ha introducido esa cl¨¢usula en su pacto con Mercosur. Esta misma semana, el Parlamento Europeo ha anunciado que analizar¨¢ si es compatible con el nuevo proyecto de Bruselas.
El Banco Central Europeo sopesa la posibilidad de restringir o suprimir la compra de bonos de compa?¨ªas contaminantes. El banco central de China, por cierto, ha promovido un nuevo mercado de bonos verdes. El Supremo obligar¨¢ al gobierno holand¨¦s a reducir emisiones. ?No es todo esto esperanzador?
Si la Cumbre de Madrid ha resultado decepcionante para tantos es porque los intereses de casi 200 pa¨ªses se contraponen a veces tan radicalmente que o es imposible lanzar nuevas medidas o las acordadas resultan inextricables. Intenten, por ejemplo, entender el art¨ªculo 6 de la Cumbre de Par¨ªs sobre el mercado de emisiones que ha hecho descarrilar la reuni¨®n madrile?a. Ser¨ªa exigible un poco m¨¢s de claridad. Pero no solo. ?Qu¨¦ tal un poco menos de derrotismo?
Los expertos abusan de la idea de que casi nada es suficiente, pero eso solo conduce, casi siempre, a la frustraci¨®n de la gente, que ante tanto catastrofismo se pregunta si vale la pena seleccionar residuos o comprar un veh¨ªculo el¨¦ctrico de precio inabordable. El peligro est¨¢ en transitar del derrotismo a la rendici¨®n.
La Cumbre de Madrid ha producido la reacci¨®n habitual de decepci¨®n y fracaso. Sin embargo, ha tenido un gran impacto y ha aumentado (gracias tambi¨¦n a las exigencias de los activistas) la concienciaci¨®n ciudadana sobre el cambio clim¨¢tico. Movilizarse requiere llamar la atenci¨®n sobre la emergencia, pero tambi¨¦n un poco de aliento.
Todo suma en esta batalla. La UE aportar¨¢, otra vez, m¨¢s que nadie y en el escaso eco medi¨¢tico que ha logrado su anuncio se percibe ese terco escepticismo hacia los avances que resulta tan inane.
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