El infierno de Malena, quemada con ¨¢cido en Oaxaca
Mar¨ªa Elena R¨ªos, de 26 a?os, acusa a su expareja, un empresario y exdiputado local del Estado del sur de M¨¦xico de haber ordenado el ataque. Tres meses despu¨¦s, no hay detenidos
Mientras el ¨¢cido abrasaba su piel, en medio de la agon¨ªa en la camilla de una ambulancia, marc¨® su n¨²mero. "Fuiste t¨². Lo s¨¦". El rostro de Mar¨ªa Elena R¨ªos, de 26 a?os, se estaba borrando. El qu¨ªmico penetraba sus mejillas, su boca, su cuello, su pecho, sus brazos, sus piernas. Y su piel hab¨ªa entrado en una cruel carrera contra reloj para volver a ser ella misma. Tres meses despu¨¦s, no lo ha conseguido. Lleva 100 d¨ªas encerrada en hospitales. El hombre que le roci¨® el 9 de septiembre en su casa de Huajuapan de Le¨®n (Oaxaca, M¨¦xico) un bote con ¨¢cido y que quem¨® la mitad de su cuerpo, sigue libre.
"Mejor me hubiera matado", le dijo hace dos d¨ªas a su hermana Silvia. Los m¨¦dicos del Instituto Nacional de Rehabilitaci¨®n de Quemados de la capital mexicana han pronosticado un tratamiento de a?os para su recuperaci¨®n, ha perdido un ojo y la movilidad de la mitad de su cara. Le han injertado piel de su espalda que no ha aceptado su cuerpo, en carne viva.
El infierno de Malena, como la llaman en su familia, empez¨® hace dos a?os. Estudi¨® Comunicaci¨®n Social en Puebla y Saxof¨®n en el Conservatorio de M¨²sica de la misma entidad. En 2017 se abri¨® una vacante para un puesto en la oficina de prensa del entonces diputado Juan Vera Carrizal, del PRI, en su pueblo de Oaxaca. Y, aunque su sue?o era vivir de la m¨²sica, necesitaba pagarse sus cursos y comer. Aplic¨®. Vera Carrizal y ella comenzaron una relaci¨®n poco despu¨¦s de que entrara a trabajar a su oficina, seg¨²n el testimonio de su hermana Silvia que ha guardado cada uno de los mensajes y archivos que se enviaron durante esos a?os en un disco duro por miedo a que alguien de la Fiscal¨ªa pudiera borrarlos. "Eres una puta, una muerta de hambre, sin m¨ª no vas a hacer nada...", le escrib¨ªa el exdiputado, cuenta.
Una relaci¨®n tormentosa que no le cont¨® a nadie de su familia. ?l, mucho mayor que ella, de 43 a?os ¡ªaunque R¨ªos sospecha que ten¨ªa m¨¢s de los que ¨¦l declaraba p¨²blicamente, al menos unos 50¡ª y ella, una joven enganchada a una pareja que aparentemente la maltrataba psicol¨®gicamente. Despu¨¦s de que viajaran por una cuesti¨®n de trabajo a Estados Unidos y que ¨¦l la forzara a tener relaciones sexuales (seg¨²n el testimonio de R¨ªos desde el hospital), dej¨® el trabajo. Poco despu¨¦s regresaron y la relaci¨®n se fue desgastando tanto que terminaron rompiendo. La ¨²ltima llamada que se hicieron fue en julio de este a?o. ?l lloraba y le ped¨ªa que volvieran. Ella se neg¨®. Siempre seg¨²n lo que Malena le ha contado a su hermana desde la cama del hospital y lo que registran los mensajes de WhatsApp.
"?l era un celoso, la agred¨ªa mucho, la insultaba... Y adem¨¢s la segu¨ªa, no solo a ella, a m¨ª tambi¨¦n, para ver d¨®nde estaba. Eso es lo que ponen los mensajes", cuenta Silvia R¨ªos al otro lado del tel¨¦fono. "Me ha costado mucho entender por qu¨¦ mi hermana, una joven brillante, talentosa, estaba con alguien como ¨¦l. Pero en este tiempo he aprendido que cada mujer es libre de estar con quien quiera y no por ello se merece que le pase algo as¨ª", se?ala.
"Fuiste t¨²", le espet¨® agonizando cuando la trasladaban en una ambulancia. Nadie de su familia duda de que aquel hombre, un exdiputado, due?o de gasolineras del Estado de Oaxaca y de una cadena de radio local, hab¨ªa ordenado el crimen. Quien vaci¨® el bote con ¨¢cido en el sal¨®n de su casa, cuentan, fue otra persona. Un hombre que acudi¨® la ma?ana del 9 de septiembre porque necesitaba sus servicios. Ella se dedicaba a gestionar viajes, arreglaba los tr¨¢mites para renovar o sacar pasaportes y aquel hombre la hab¨ªa llamado dos d¨ªas antes para acordar una cita. Ese lunes estaba su madre en casa. Unas c¨¢maras de seguridad captaron la cara del agresor en la calle. Tres meses despu¨¦s de lo ocurrido, no ha sido detenido nadie. Ella no lo conoc¨ªa, pero est¨¢ segura de que Vera Carrizal le hab¨ªa pagado para que cometiera el ataque. Este diario ha tratado de comunicarse con el empresario y exdiputado, pero no ha recibido respuesta.
El exdiputado se ha defendido en un programa de su cadena de radio: "Mar¨ªa Elena R¨ªos trabaj¨® conmigo y tenemos una amistad, pero eso no implica nada. Si tienes un estilo de vida sano as¨ª te va, pero si tienes un estilo de vida fuera de lo normal vas a tener problemas". No hay una orden de detenci¨®n en su contra. A pesar de que la mitad de los casos de violencia de g¨¦nero se producen por una pareja o expareja, seg¨²n las cifras del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INEGI), ni siquiera ha prestado una declaraci¨®n en la polic¨ªa.
El caso de Mar¨ªa Elena R¨ªos ha irritado a un pa¨ªs donde la violencia contra las mujeres ha alcanzado cifras hist¨®ricas. En M¨¦xico mueren asesinadas m¨¢s de 10 mujeres al d¨ªa. Casi la mitad de las mexicanas ha sufrido violencia por parte de su pareja o expareja, el 43,9%, seg¨²n el INEGI. Y donde este tipo de terror contra ellas, adem¨¢s de que no ha dejado de crecer en los ¨²ltimos 29 a?os, sale pr¨¢cticamente gratis: al menos ocho de cada 10 casos permanece impune.
Los casos de mujeres quemadas con ¨¢cido en M¨¦xico son poco comunes. Y en el Estado de Mar¨ªa Elena R¨ªos, Oaxaca, ni siquiera dispon¨ªan de los medios suficientes en el hospital para atenderla. La familia emprendi¨® una batalla para que fuera atendida correctamente en un centro especializado, ninguna autoridad les proporcion¨® desde un inicio la ayuda que se merec¨ªa y aseguran haber gastado ya m¨¢s de 200.000 pesos (m¨¢s de 10.500 d¨®lares) en un tratamiento que adem¨¢s ha resultado deficiente. La presi¨®n de los medios de comunicaci¨®n y las redes sociales aceleraron un traslado al centro de la capital mexicana la semana pasada. "Creemos que hemos llegado demasiado tarde", cuenta Silvia R¨ªos, que escribi¨® una carta al presidente L¨®pez Obrador suplicando ayuda.
En este pa¨ªs, donde en el ¨²ltimo a?o murieron asesinadas 3.752 mujeres y donde la esperanza de conseguir justicia para ellas frustra, endeuda y rompe familias completas, hay una familia que pide incluso algo m¨¢s primario: que su hermana o su hija siga viviendo. "Nadie nos garantiza que, despu¨¦s de que la noticia pase, la presi¨®n de los medios baje, el Estado se haga cargo de los gastos m¨¦dicos", advierte Silvia R¨ªos desde el otro lado del tel¨¦fono. Sabe que la pelea por reparar los da?os de la violencia machista corre tambi¨¦n por cuenta de las propias v¨ªctimas.
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