Australia quiere los rinocerontes de Sud¨¢frica
Un proyecto pretende trasladar a 30 ejemplares para salvarlos de los cazadores furtivos. Los ecologistas se?alan que es m¨¢s ¨²til invertir en su pa¨ªs de origen
Meter un animal de m¨¢s de dos toneladas en una caja gigante y llevarlo a m¨¢s de 10.000 kil¨®metros de distancia para salvarlo de su extinci¨®n. Ese es el plan de The Australian Rhino Project, una organizaci¨®n no gubernamental australiana, que comenz¨® a funcionar en 2014 y que pretende trasladar 30 rinocerontes blancos desde Sud¨¢frica, ¡°para mejorar la diversidad gen¨¦tica de la colonia de rinocerontes que existe en Australasia¡±. No es la primera vez que el pa¨ªs oce¨¢nico importa rinocerontes de Sud¨¢frica, ya que en 2002 el Safari Park de Monarto (en el sur de Australia) acogi¨® dos de estos animales. Los 30 ejemplares, si finalmente son llevados al pa¨ªs oce¨¢nico, vivir¨¢n en safaris como ese.
Seg¨²n cifras de la asociaci¨®n (que es apoyada por instituciones como la Universidad de S¨ªdney), los rinocerontes en libertad pueden extinguirse en 2024 debido a la caza furtiva. Es un animal especialmente preciado por su cuerno, que cuesta m¨¢s de 50.000 euros por kilo en el mercado negro. Seg¨²n cifras de The Australian Rhino Project, entre los a?os 2013 y 2017 se mataron m¨¢s de 1.000 ejemplares de este animal por a?o a manos de cazadores furtivos en Sud¨¢frica.
Para poder ser trasladados, estos animales necesitan pasar un periodo de cuarentena inicial en Sud¨¢frica, otro de unos 12 meses en Nueva Zelanda y otro periodo en Australia, para evitar la propagaci¨®n de enfermedades. ¡°Conseguir los permisos de todos los Gobiernos y los fondos son las partes m¨¢s complicadas del proyecto¡±, indica Elaine Bensted, una de las directoras. Las instalaciones donde realizar la cuarentena cuestan aproximadamente un mill¨®n de d¨®lares australianos (m¨¢s de 610.000 euros). El dinero proviene en su totalidad de donaciones, seg¨²n detallan desde la asociaci¨®n, que tiene un centro de gesti¨®n del proyecto en el zool¨®gico de Monarto y actualmente est¨¢ construyendo otro en Nueva Zelanda.
Sin embargo, algunos grupos ecologistas, como Humane Society International, no se muestran tan entusiasmados con la idea de llevar rinocerontes a Australia. ¡°La subespecie de rinoceronte blanco del sur es posiblemente la que menos necesita ayuda. A pesar de los altos niveles de caza furtiva, la estimaci¨®n de la poblaci¨®n est¨¢ estable por encima de los 20.000 ejemplares, y ya hay 800 rinocerontes blancos del sur en zool¨®gicos de todo el mundo. La idea parece estar m¨¢s cerca de querer conseguir animales para los zool¨®gicos y atraer al p¨²blico que paga por su conservaci¨®n¡±, se?ala Evan Quartermain, jefe de programas de la ONG.
¡°Tampoco hay garant¨ªa de que el traslado de rinocerontes a Australia los mantenga a salvo. En 2007, un rinoceronte del zool¨®gico Taronga de S¨ªdney muri¨® de forma cruel. La autopsia descubri¨® que el animal esperaba una cr¨ªa y ten¨ªa 70 litros de arena en sus intestinos. En 2012 murieron cuatro de los siete rinocerontes blancos que estaban en el zoo de Taronga Western Plains, tras mostrar signos de anomal¨ªas neurol¨®gicas las semanas anteriores. Lo que realmente sucedi¨® no se lleg¨® a determinar o se mantuvo en secreto¡±, a?ade Quartermain.
En 2016 un grupo de cient¨ªficos public¨® un art¨ªculo en Nature criticando el proyecto (que entonces pretend¨ªa llevar 80 rinocerontes, m¨¢s del doble que ahora). ¡°Sugerimos que ese dinero se emplee mejor en acciones sobre el terreno en Sud¨¢frica. Creemos que el proyecto tiene ecos de la ¨¦poca colonial. Tomar activos de la biodiversidad como los rinocerontes para mantenerlos seguros en Occidente supone un desempoderamiento igual que el robo de patrimonio cultural¡±, se?alan en un texto que encabeza el profesor Matt W. Hayward, de la Universidad de Bangor, Reino Unido. Bensted defiende el proyecto asegurando que ¡°la situaci¨®n que atraviesan los rinocerontes necesita de m¨²ltiples enfoques¡±, lo que incluye ¡°su protecci¨®n en la naturaleza, educaci¨®n y legislaci¨®n¡±.
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