Los ¨²ltimos turistas
Desde el 14 de marzo no he vuelto a ver ning¨²n turista ni ning¨²n tuk tuk. En el barrio ya solo quedamos los supervivientes de los embates inmobiliarios, de los que muy pocos somos familias con ni?os
El s¨¢bado 14 de marzo, cuando las calles del pa¨ªs se vaciaron de golpe y la mayor¨ªa de los ciudadanos empez¨¢bamos a tener s¨ªntomas, reales o imaginados, de la covid-19, debajo de mi casa, en el Madrid de los Austrias, segu¨ªa habiendo turistas que quer¨ªan visitar la iglesia que se ve desde la ventana de nuestro sal¨®n. Los extranjeros daban la vuelta al edificio, se asomaban a la verja, miraban al campanario y se retrataban en la calle desierta ajenos al estado de alarma. Hacia las cinco la tarde, volv¨ª a acercarme a la ventana y vi el tuk tuk en el que se marchaban los ¨²ltimos visitantes. Mientras pelaba la naranja para la merienda de mi hijo, imagin¨¦ a toda la humanidad viajando hacia el apocalipsis en miles de millones de tuk tuks blancos. Encima de los veh¨ªculos el¨¦ctricos, los viajeros se re¨ªan a carcajadas, como si se dirigieran a una verbena en lugar de hacia la muerte.
Los residentes en el centro hist¨®rico somos una especie en extinci¨®n, lo digo yo y lo dicen las pancartas de las asociaciones vecinales. A estas alturas, ya todos conocemos historias sobre c¨®mo la turistificaci¨®n ha arrinconado a los vecinos y al comercio tradicional. Seg¨²n datos del INE, el n¨²mero de viajeros residentes en el extranjero que visitaron la Comunidad de Madrid se increment¨® en un 50% entre los a?os 2013 y 2019. El a?o pasado, 6,1 millones de visitantes internacionales eligieron Madrid como destino y la gran mayor¨ªa de ellos pas¨® por delante de nuestro portal.
Desde el 14 de marzo no he vuelto a ver ning¨²n turista ni ning¨²n tuk tuk. En el barrio ya solo quedamos los supervivientes de los embates inmobiliarios, de los que muy pocos somos familias con ni?os. En los ¨²ltimos a?os, una de mis fantas¨ªas recurrentes era poder pasear por el Madrid de los Austrias sin forasteros para conocer las caras de quienes a¨²n viven aqu¨ª. Estos d¨ªas, en mitad del horror de la pandemia, he podido experimentar en parte aquello que imagin¨¦. El pasado 26 de abril, cuando las calles de todo el pa¨ªs se llenaron de ni?os a los que el Gobierno acababa de aliviar el confinamiento, mi hijo de dos a?os y yo salimos a la calle a vivir una experiencia ins¨®lita. Por primera vez, los ni?os y las ni?as del barrio ten¨ªan prioridad sobre los turistas para ocupar la ciudad. Las criaturas, que llevaban seis semanas sin pisar la calle, corr¨ªan de una punta a otra de la plaza de Oriente, usaban la puerta del Palacio Real como porter¨ªa y jugaban al escondite ingl¨¦s en la plaza de la Villa.
Supongo que la mayor¨ªa de los comerciantes no compartir¨¢n mi entusiasmo por ver el barrio vac¨ªo. Yo tampoco quiero que gente de otros pa¨ªses deje de venir a visitarnos, pero en nuestra primera salida a la calle aprend¨ª que construyen m¨¢s comunidad diez ni?os jugando en una plaza con distanciamiento social, que cientos de personas de paso abigarradas alrededor de gu¨ªas tur¨ªsticos. Ahora que los vecinos hemos reconquistado el centro de Madrid, desear¨ªa que, cuando la econom¨ªa y el turismo se reactiven, no perdamos nuestro lugar.
Gabriela Ybarra es escritora, autora de El comensal (Caballo de Troya).
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