Asia planta cara a una segunda oleada de coronavirus
El noreste de China, Singapur y Jap¨®n refuerzan las medidas para hacer frente a nuevos casos y evitar futuros repuntes
Harbin, una ciudad de 10 millones de habitantes en el noreste de China y capital de la provincia de Heilongjiang, ha visto estas ¨²ltimas semanas mucha menos gente en las calles. Esta urbe, m¨¢s conocida en todo el mundo por su festival de esculturas de hielo, de inconfundible arquitectura de b¨®vedas en forma de cebolla que hablan de sus conexiones rusas, y de una gastronom¨ªa m¨¢s que contundente, se hab¨ªa convertido en un peque?o foco de la covid-19, propagada por el paciente de uno de sus hospitales, un ¡°supercontagiador¡± cuyos contactos llevaron la enfermedad al menos a otras dos provincias, y que pusieron a la ciudad a la defensiva.
¡°Se ve muy poca gente en la calle y los atascos han desaparecido. Circulan muy pocos coches. Todo el mundo lleva mascarilla. En cada complejo residencial hay guardias que comprueban los pases de cada persona, te toman la temperatura y te echan un spray de alcohol para desinfectarte. Donde vayas, tienes que escanear un c¨®digo QR, que chequea tus movimientos y te da un resultado: si es verde, todo bien; si amarillo o rojo, necesitas cuarentena¡±. As¨ª describe Paul Qiao, un residente de Harbin, la situaci¨®n actual en su ciudad, donde las autoridades han prohibido el acceso de quienes no vivan ah¨ª a las zonas residenciales.
En la localidad de Mudanjiang, en la frontera con Rusia, se ha impuesto una cuarentena de hasta 35 d¨ªas a quienes procedan del paso fronterizo de Suifenhe. Ese paso ha quedado cerrado en las mismas condiciones en que lo hizo Wuhan, el foco original de la pandemia, el 23 de enero. La provincia de Heilongjiang ha registrado m¨¢s de 370 infecciones desde abril, en su mayor¨ªa ciudadanos chinos que hab¨ªan cruzado por tierra a Rusia. Que sigan surgiendo focos, mayoritariamente importados por los que regresan del extranjero, pone de relieve la dificultad de pasar p¨¢gina y la necesidad de no bajar la guardia, incluso en los pa¨ªses donde el virus parece domado. Muestra de ello dan Jap¨®n o Singapur, que han sufrido la experiencia de segundas oleadas.
Contagios en barracones
El caso de Singapur es quiz¨¢s uno de los m¨¢s llamativos. La pr¨®spera ciudad-Estado asi¨¢tica ha pasado de ser un referente por su ¨¦xito inicial en la contenci¨®n de la epidemia a comienzos de a?o, a convertirse meses despu¨¦s en el pa¨ªs del sureste asi¨¢tico con m¨¢s contagios: por encima de 17.000, de los que 16 han fallecido.
Para algunos, lo ocurrido en la isla es un error de c¨¢lculo; otros consideran en cambio que se ha debido a una actitud negligente. El pa¨ªs reaccion¨® con premura para frenar la primera ola de contagios, con el primero registrado el 23 de enero: a comienzos de febrero prohib¨ªa la entrada de pasajeros procedentes de China, iniciando una extensa campa?a de detecci¨®n de casos y aislamiento de posibles positivos. Para ya el segundo asalto en marzo, cuando los contagios empezaron a llegar de Europa y EE UU, sobre todo, su m¨¦todo se empez¨® a tambalear. Pese a aislarse pr¨¢cticamente del mundo, pues no permite la entrada nada m¨¢s que a singapurenses que retornan, el virus ya se hab¨ªa propagado con rapidez.
La primera semana de abril, con poco m¨¢s de 1.600 contagios, el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, impuso el semicierre de la isla, bautizado eufem¨ªsticamente como ¡°circuit breaker¡± (cortacircuitos), con medidas de confinamiento muy similares a las de tantos otros lugares del planeta. Pese a ello, en menos de un mes los casos se multiplicaron por diez, bati¨¦ndose cifras r¨¦cord de m¨¢ximas diarias. Y es aqu¨ª donde entran en juego el error de c¨¢lculo o la negligencia, seg¨²n las consideraciones. Desde el inicio del ¡°cortacicuitos¡±, la inmensa mayor¨ªa de los contagios han tenido lugar en los barracones donde viven los trabajadores inmigrantes, normalmente obreros de la construcci¨®n y de las navieras de India y Banglad¨¦s. Sus infecciones superan las 15.000, de unos 300.000 que viven en la isla, que los considera ¡°transitorios¡±, neg¨¢ndoles de facto el acceso a la residencia permanente.
Al decretar el semicierre a comienzos de abril, el gobierno estableci¨® expl¨ªcitamente dos estrategias: una dirigida hacia la ¡°poblaci¨®n local¡±, incluyendo a los extranjeros con permiso de trabajo, y otra para estos ¡°trabajadores migrantes¡±. Mientras los primeros eran conminados al teletrabajo y a no salir salvo para lo esencial, a los segundos se les prohib¨ªa directamente abandonar los barracones, y en aquellos donde hubiese contagios, ni siquiera sus cuartos. Por el momento, la isla ha prolongado un mes m¨¢s, hasta el 1 de junio, el semicierre del pa¨ªs.
De modo similar, en Jap¨®n, el primer ministro, Shinzo Abe, se inclinaba este fin de semana a prorrogar un mes m¨¢s el estado de alerta sanitaria cuando expire el actual la semana entrante. La situaci¨®n sanitaria, ha admitido, contin¨²a siendo complicada. Al principio, este pa¨ªs hab¨ªa llegado a ser uno de los m¨¢s afectados por la pandemia, tras la llegada a su puerto de Yokohama del crucero Diamond Princess, donde se dieron casi 700 casos, antes de unas semanas de respiro. Pero una segunda oleada, centrada en Tokio, ha elevado los contagios a m¨¢s de 14.000, de los que han fallecido m¨¢s de 430.
Tokio no progresa
El Gobierno hab¨ªa declarado el estado de alerta tras llegar a la conclusi¨®n de que para detener el avance de la epidemia el contacto entre humanos se debe reducir en un 80%. Pero, seg¨²n el diario Nikkei, el martes el tr¨¢fico peatonal en el popular distrito tokiota de Shinjuku solo hab¨ªa descendido un 70,8%.
¡°Fuera de la capital, el cumplimiento (de las directrices de distancia social) ha sido incluso menor¡±, resaltaba el diario. A diferencia de otros pa¨ªses, el estado de alerta no proporciona una herramienta legal al Gobierno nip¨®n para obligar a los ciudadanos a permanecer en sus casas. Las autoridades ¨²nicamente pueden ¡°recomendar encarecidamente¡± una serie de instrucciones, que la poblaci¨®n en general tiende a acatar.
Aunque en los tres pa¨ªses lo peor de sus respectivas segundas oleadas parece haber pasado, las medidas restrictivas van a continuar al menos de momento, para impedir nuevos repuntes.
¡°Harbin no se va a convertir en un nuevo Wuhan¡±, apunta Qiao. ¡°El brote est¨¢ b¨¢sicamente bajo control, ¨²ltimamente no se han detectado nuevos casos. Ya no estamos tan preocupados; antes s¨ª, mis amigos y yo evit¨¢bamos ir a las zonas donde se hab¨ªan confirmado infecciones. Ahora ya no estamos tan pendientes. Pero hasta que las cosas vuelvan a la normalidad¡ me parece que a¨²n van a tardar un rato¡±.
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