Rastreo de contagios: la controvertida aplicaci¨®n que busca sacarnos del confinamiento
Europa prepara sistemas basados en una ¡®app¡¯ de Singapur en medio de un debate sobre la privacidad y dudas de su eficacia
?Cu¨¢nta privacidad estamos dispuestos a sacrificar para derrotar a la pandemia? Superado en Espa?a el momento m¨¢s cr¨ªtico, este es uno de los debates que ganar¨¢ en efervescencia en las pr¨®ximas semanas. Europa mira a Asia ¡ªa la que triplica en muertos y contagios¡ª para encontrar una soluci¨®n tecnol¨®gica compatible con su sistema de valores que le ayude a recuperar la normalidad. Y ha tomado como modelo la aplicaci¨®n de rastreo de contagios TraceTogether, empleada en Singapur. La Asamblea francesa debate esta semana este controvertido sistema, que requerir¨¢ de un uso masivo para resultar ¨²til.
El rastreo de contagios funciona con la tecnolog¨ªa bluetooth. Los tel¨¦fonos van registrando c¨®digos que corresponden a otros tel¨¦fonos de las personas con las que el usuario tiene un contacto significativo, por ejemplo y esto lo determinar¨¢ cada pa¨ªs, con quienes pase m¨¢s de cinco minutos a menos de tres metros. Y ese usuario recibir¨¢ el aviso de que se haga un test o se ponga en cuarentena si alguno de esos contactos notifica en los siguientes 14 d¨ªas que ha dado positivo, sin que se le revele ni la identidad del infectado ni donde se produjo el encuentro.
El sistema tiene dos posibles formatos, con implicaciones para la privacidad. En el centralizado, las autoridades puedan rastrear las identidades ¡ªcon lo que hay que confiar en que solo lo usen para combatir la enfermedad¡ª y se encargan de avisar a los contactos de quien ha dado positivo. Y el descentralizado, en el que el usuario notifica en su aplicaci¨®n que ha sido infectado y sus contactos recientes se enteran por una se?al que reciben en sus m¨®viles. Estos se conectar¨¢n peri¨®dicamente con un servidor donde se registren los c¨®digos de quienes han dado positivo.
El m¨¦todo puede ser muy ¨²til para saber a qui¨¦nes han podido contagiar los pacientes asintom¨¢ticos. Su uso debe ser voluntario, los datos son an¨®nimos y el uso del bluetooth es m¨¢s respetuoso con la privacidad que si se utilizara el GPS, que traza los lugares por los que ha pasado el usuario. Pero a la abogada experta en privacidad Paloma Llaneza le suscita muchas dudas. ¡°En las tecnolog¨ªas de contacto y trazabilidad, la implantaci¨®n lo es todo. No es lo mismo un sistema descentralizado, en el que depende de la buena fe del infectado notificar su estado, que otro centralizado, que supondr¨ªa subir datos de identificaci¨®n a las autoridades sanitarias¡±. Para Llaneza, ¡°el problema est¨¢ en que estas soluciones de emergencia llegan para quedarse y pueden afectar a medio plazo a nuestra privacidad¡±.
En Singapur la aplicaci¨®n de rastreo de contagios no alcanz¨® un uso masivo. El 1 de abril se la hab¨ªa descargado ya un mill¨®n de habitantes. La cifra, aparentemente abultada, supon¨ªa poco m¨¢s del 17% de la poblaci¨®n, que supera los 5,7 millones. Y estaba muy lejos del 60% de descargas que se requiere para lograr la ¡°inmunidad digital de reba?o¡±, seg¨²n un estudio del Instituto de Big Data de la Universidad de Oxford. El 7 de abril, despu¨¦s de una gesti¨®n supuestamente mod¨¦lica, la ciudad-estado tuvo que declarar el confinamiento por un aumento de los casos. La mayor¨ªa de contagios se producen entre los 1,4 millones de trabajadores extranjeros que alberga el pa¨ªs. Buena parte de ellos viven hacinados en barracones y tienen un acceso muy limitado a la tecnolog¨ªa.
La soluci¨®n para que esos m¨¦todos de rastreo lleguen a todos los m¨®viles puede venir de la ins¨®lita alianza que han anunciado Google y Apple, compa?¨ªas que controlan el sistema operativo del 99% de los tel¨¦fonos (sin contar China). Para primeros de mayo tendr¨¢n preparadas las especificaciones t¨¦cnicas que permitan a cada pa¨ªs crear sus apps. Y en unos meses lanzar¨¢n actualizaciones de los sistemas operativos que instalar¨¢n esos mecanismos de rastreo en los tel¨¦fonos de los usuarios que lo acepten, y no se hayan descargado a¨²n dichas aplicaciones. El viernes anunciaron que se podr¨¢ desactivar el sistema para eliminar el rastro de un contacto que se quiera mantener en secreto.
Ram¨®n L¨®pez de Mantar¨¢s, profesor investigador del CSIC, cree que estos m¨¦todos pueden ayudar. Pero, aunque es pionero de la inteligencia artificial en Espa?a conf¨ªa m¨¢s en una soluci¨®n anal¨®gica, complementada en todo caso con una app de rastreo descentralizada. ¡°Estamos sobrevalorando la tecnolog¨ªa. Creo que el uso del actual sistema de salud ya tiene mucha informaci¨®n, aunque requiera un esfuerzo m¨¢s humano¡±. Y duda de que compense el coste, ¡°no solo el de la privacidad, sino tambi¨¦n el de su implementaci¨®n t¨¦cnica¡±.
Para aumentar su eficacia, el protocolo de las distintas apps europeas deber¨ªa ser interoperable. Pero hay divergencias entre los pa¨ªses. Google y Apple trabajan sobre un modelo descentralizado, que apoyan Austria, Suiza, Estonia y Alemania ¡ªque cambi¨® de bando este domingo¡ª, cuyo principal proyecto en Europa colidera en Lausana la ingeniera espa?ola Carmela Troncoso. Francia ¡ªque pretende sacar la aplicaci¨®n el 11 de mayo¡ª y el Reino Unido, optan por un modelo centralizado. Por eso el Gobierno de Emmanuel Macron ha pedido a Apple modificaciones t¨¦cnicas para limitar la privacidad de los usuarios.
En Espa?a el debate sobre el modelo est¨¢ en el comit¨¦ t¨¦cnico, que a¨²n no ha tomado una decisi¨®n. Adem¨¢s diferentes Administraciones auton¨®micas est¨¢n investigando sus propias apps, lo que a?adir¨ªa un problema: si no se adopta un protocolo ¨²nico podr¨ªa existir el riesgo de que los m¨®viles de las distintas comunidades no se entendieran. El sistema de rastreo de contagios no debe confundirse con el estudio de movilidad que el Gobierno puso en marcha en colaboraci¨®n con el INE para ver c¨®mo se mueven los espa?oles que a¨²n lo hacen y analizar sus recorridos cuando empiecen a salir de casa. Tampoco con las aplicaciones que ya se usan para aliviar las llamadas a los servicios de emergencia.
Richard Benjamins, cofundador de OdiseIA, un observatorio del impacto social y ¨¦tico de la inteligencia artificial, no cree en los modelos totalmente descentralizados. ¡°Mientras nadie est¨¦ infectado funcionan bien, pero en una segunda fase, cuando se confirma que tiene el virus, ser¨ªa mejor un modelo centralizado, para evitar falsos positivos y riesgos para la seguridad¡±. Benjamins cree que estos sistemas pueden ser ¨²tiles, aunque est¨¢n lejos de ser la ¨²nica soluci¨®n. Y le da la vuelta al argumento de que no es ¨¦tico usar estos datos durante la crisis. ¡°Si se demuestra su efectividad, lo que no ser¨ªa ¨¦tico ser¨ªa no usarlos¡±.
Una cuesti¨®n de confianza
El 21 de marzo, 60 abogados, acad¨¦micos y expertos firmaron una carta para apoyar al Gobierno en su uso de la tecnolog¨ªa durante la crisis. El Reglamento General de Protecci¨®n de Datos de la UE permite al Ejecutivo manejar datos de forma excepcional en estas circunstancias. Pero los firmantes recordaron al Gobierno las limitaciones: que sea seguro y proporcional, que la conservaci¨®n de informaci¨®n tenga un fin y caduque, y un desarrollo de las herramientas cuidadoso con esos datos. Tambi¨¦n ped¨ªan ¡°huir de las soluciones tecnol¨®gicas privadas con ¨¢nimo de lucro¡±.
El consenso sobre estos puntos incluye no solo a los expertos, sino tambi¨¦n a los Gobiernos y, sobre el papel, a las grandes tecnol¨®gicas. El problema es lograr que se cumplan, porque una vez se comparten unos datos es dif¨ªcil saber d¨®nde van a terminar. Y transmitir a los ciudadanos la confianza de que su informaci¨®n va a ser tratada de forma respetuosa es b¨¢sico para que participen de estas soluciones.
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