Dentro de un hospital para enfermos de covid-19 en S?o Paulo, foco de la pandemia en Brasil
El sanatorio Tide Set¨²bal, uno de los m¨¢s importantes del Estado, depende de donaciones ante el desborde de pacientes con coronavirus
Cuando Sergio le dijo por tel¨¦fono que le costaba m¨¢s respirar y que hab¨ªa decidido buscar atenci¨®n m¨¦dica, Gislene fue corriendo al centro de urgencias p¨²blico de S?o Miguel Paulista, un barrio pobre en el extremo este de S?o Paulo. No tuvo tiempo de casi nada. ¡°El m¨¦dico me dijo: ¡®Pon la cabeza aqu¨ª y dile adi¨®s¡¯. Lo ¨²nico que vi fue que se lo llevaron adentro. Me entregaron el m¨®vil, la ropa. ?l se qued¨®¡±.
Con los pulmones ¡°blancos¡± por la violenta inflamaci¨®n que le provoc¨® el coronavirus en solo dos d¨ªas, Sergio Gon?alves, de 38 a?os y sin ninguna patolog¨ªa previa, fue trasladado horas despu¨¦s al Hospital Municipal Tide Set¨²bal, centro de referencia de la regi¨®n para pacientes graves. En la acera frente al hospital, Gislene, agarrada a su bolso y soportando el fr¨ªo vespertino, esperaba noticias el jueves pasado.
Gislene, de 42 a?os, que trabaja como dependienta en una farmacia, tambi¨¦n est¨¢ enferma. Tose desde hace d¨ªas, pero no se ha hecho el test porque su caso no se considera lo suficientemente grave. El jueves, no tuvo m¨¢s remedio que tomar un autob¨²s desde su casa al hospital para saber c¨®mo estaba su esposo, hospitalizado el d¨ªa anterior. Por exigencia del centro, los familiares deben peregrinar todos los d¨ªas al hospital para que, a las cinco de la tarde, les informen del estado de los pacientes. Esta orientaci¨®n va en contra de las reglas del Ministerio de Sanidad, que recomienda que aquellos que han estado en contacto con personas infectadas permanezcan aisladas durante 14 d¨ªas. ¡°No me gusta tener que tomar el autob¨²s... Me paso alcohol en gel, pero luego pienso en quien se sentar¨¢ all¨ª despu¨¦s¡±, se lamenta. ¡°Dejo a mi hijo de 14 a?os, que tambi¨¦n tiene s¨ªntomas, cuidando de los otros dos. No puedo traerlo. Es asm¨¢tico, del grupo de riesgo. Le dar¨¦ lo mismo que me den a m¨ª¡±.
Poco a poco, la angustiada Gislene va teniendo compa?¨ªa. La calle del hospital se llena de familiares de personas hospitalizadas con la enfermedad. La mayor¨ªa lleva mascarillas de tela y muestra signos de preocupaci¨®n. En la acera de enfrente, Ana Claudia Fernandes, con los auriculares puestos, tararea una canci¨®n g¨®spel, apoyada en la pared. Gislene empieza ahora su periplo, mientras que Ana Claudia, ama de casa, hace m¨¢s de un mes que va al hospital municipal todos los d¨ªas para saber c¨®mo est¨¢ su esposo, Danilo Fernandes, de 37 a?os.
Danilo, un conductor de aplicaci¨®n, tiene asma, una enfermedad que agrava el cuadro de coronavirus. Ya hab¨ªa ido al m¨¦dico cerca de donde vive y estaba tomando antibi¨®ticos, pero, de repente, empeor¨®, una de las caracter¨ªsticas m¨¢s peligrosas de la enfermedad. Fue intubado a toda prisa el 30 de marzo. Estuvo en la UCI durante 21 d¨ªas. ¡°A veces vienes tres d¨ªas seguidos y solo te dan buenas noticias. Entonces, al cuarto, empeora, pero luego vuelve a mejorar. Oye, es muy dif¨ªcil¡±, dice Ana Claudia. ¡°Es una guerrera¡±, la consuela la compa?era de espera Paula Ferreira, que tambi¨¦n est¨¢ esperando noticias de su esposo. Michel Duarte, encargado de limpieza, est¨¢ en la UCI del Hospital Tide Set¨²bal desde hace por lo menos 18 d¨ªas. ¡°Tiene 29 a?os. No sab¨ªa que era hipertenso. Sent¨ªa dolores en el pecho de vez en cuando, le dol¨ªa mucho la cabeza, pero no quer¨ªa ir al m¨¦dico, lo de siempre¡±, dice Paula, que, hasta vivir la enfermedad en sus propias carnes, cre¨ªa que el aislamiento social era una exageraci¨®n.
A las cinco de la tarde, la comunidad formada por Gislene, Ana Claudia, Paula y los otros familiares se mueve. Un m¨¦dico, en la puerta del hospital, comienza a gritar los nombres de los pacientes para dar informaci¨®n. De las 41 camas de UCI del Hospital Tide Set¨²bal, solo una estaba disponible ese jueves. Es uno de los s¨ªntomas de la escalada de la pandemia en la ciudad, donde ya han muerto 2.845 personas por la covid-19, seg¨²n el registro oficial. Un n¨²mero mayor de muertes sospechosas, 3.090, todav¨ªa est¨¢ esperando el resultado de las pruebas.
Con la llegada del sanitario, empieza a formarse una peque?a aglomeraci¨®n. Este ritual no tiene lugar solo en el Hospital Tide Set¨²bal, sino tambi¨¦n en otros ambulatorios y centros de urgencias de la ciudad. En los hospitales de campa?a de Pacaembu e Ibirapuera, resultado de los nuevos contratos de emergencia realizados con la administraci¨®n p¨²blica, se ha establecido un sistema de informaci¨®n telef¨®nica y por WhatsApp para que los familiares no tengan que desplazarse.
El Ayuntamiento de S?o Paulo no ha creado un protocolo oficial para informar a los familiares de los pacientes de covid-19 hospitalizados en el municipio ¡ªeran 1.798 el lunes¡ª y tampoco explica la raz¨®n de las diferentes actuaciones en los centros. La asesor¨ªa de comunicaci¨®n del alcalde, Bruno Covas, se limita a decir que en el Hospital Tide Set¨²bal hay un equipo que recibe a los familiares y que se les llama en grupos de cinco ¡°para no generar aglomeraciones¡±.
¡°Somos un hospital pobre¡±
Fuera del hospital, mientras se dan los informes, el director t¨¦cnico de la unidad, Carlos Alberto Velucci, da una ¨²ltima calada a un cigarrillo y se explica: ¡°Somos un hospital pobre. No tenemos un presupuesto para esto. No tenemos a gente que no haga nada, como en el hospital de campa?a, y pueda llamar [a los familiares]¡±, dice provocativo.
Velucci afirma que, adem¨¢s de la falta de presupuesto, han decidido no informar por tel¨¦fono debido a las estafas a los familiares. ¡°Ya hemos tenido problemas. Llaman a la persona haci¨¦ndose pasar por alguien del hospital y le piden dinero para medicamentos. Y la persona, de buena fe, les transfiere 1.500 reales (260 d¨®lares)... Nos pas¨® una vez, dos veces y decidimos parar¡±, dice.
El director t¨¦cnico concuerda en que la comunicaci¨®n entre los familiares y quienes luchan contra la covid-19 es uno de los desaf¨ªos de esta enfermedad en todo el mundo. Se pide que la gente est¨¦ aislada, los niveles de contagio son altos y los per¨ªodos de hospitalizaci¨®n, largos. Los pacientes se sienten solos sin el contacto de la familia. Promete que mejorar¨¢n. ¡°A partir del lunes, un robot pondr¨¢ en contacto a los pacientes con sus familiares. Fue una donaci¨®n¡±, dice Velucci, animado. ¡°?Quer¨¦is verlo?¡±, pregunta, mientras se abre camino por la planta baja del hospital.
Dentro del hospital
La modesta estructura de tres plantas del Hospital Tide Set¨²bal se inaugur¨® en los sesenta y, a lo largo de la d¨¦cada siguiente, creci¨® con la generosidad de Matilde Set¨²bal, Tide, esposa del banquero y exalcalde de S?o Paulo Olavo Set¨²bal (1975-1979). Cuarenta a?os despu¨¦s, el hospital, un pilar de la sanidad p¨²blica para casi 400.000 personas de la regi¨®n, ha tenido que hacer cambios dr¨¢sticos desde el Carnaval para enfrentar la mayor crisis sanitaria del siglo, a pesar de no tener suficientes recursos p¨²blicos y necesitar donaciones para funcionar.
¡°Todas estas cajas aqu¨ª son de EPI donados¡±, dice Velucci, se?alando el stock de mascarillas y otros materiales que conforman los equipos de protecci¨®n individual, esenciales para combatir la pandemia. ¡°Estos son de ap¨®sitos, que deben costar unos 200 reales (35 d¨®lares) cada uno, para tratar las ¨²lceras de dec¨²bito¡±, dice, refiri¨¦ndose al tratamiento de las heridas que aparecen en los pacientes tras largos per¨ªodos de hospitalizaci¨®n. Todo antes de llegar a donde se encuentra el robot que ha prometido ense?arnos, el que realizar¨¢ la comunicaci¨®n entre pacientes y familiares. Se trata de un monitor conectado a una base m¨®vil de aproximadamente un metro y medio, que se mover¨¢ entre cama y cama. En un principio, estar¨¢ en una habitaci¨®n de la planta baja. Tambi¨¦n hay muchas cajas de gel hidroalcoh¨®lico e incluso golosinas. ¡°Aceptamos todo lo que nos ofrecen¡±, dice el director, que celebra haber conseguido, tambi¨¦n como donaci¨®n, tres generadores de energ¨ªa que protegen el hospital de fallos en el sistema el¨¦ctrico convencional, que ser¨ªan a¨²n m¨¢s catastr¨®ficos con la capacidad actual. No todas las instalaciones p¨²blicas de la capital disponen estos sistemas de seguridad.
El hecho de depender de donaciones pone de manifiesto las necesidades presupuestarias de la sanidad p¨²blica, donde peque?os reductos de excelencia coexisten con hospitales destartalados en todo el pa¨ªs. Velucci tambi¨¦n admite que todav¨ªa no disponen de una herramienta de transparencia con la que se pueda comprobar qui¨¦n don¨® qu¨¦ al Hospital Tide Set¨²bal. ¡°Vamos a crear un gran panel con todos los que donaron, grandes y peque?os. Desde la hija de una mujer que fue dada de alta y trajo 20 mascarillas al se?or que se cur¨® y env¨ªa un pastel a cada sector todos los d¨ªas¡±, anuncia.
El ¨¦nfasis con el que director nos muestra las cajas de EPI y los kits con delantales y mascarillas que reciben los profesionales al empezar el turno tiene una raz¨®n. Entre finales de marzo y principios de abril, el Hospital Tide Set¨²bal fue noticia porque sus empleados se quejaron de que les daban impermeables, en lugar del material de protecci¨®n adecuado, para trabajar. El Sindicato de Servidores Municipales de S?o Paulo reconoce que el suministro de EPI ha mejorado desde entonces, pero exige que se realicen pruebas de covid-19 a todo el personal que trabaja en el hospital, incluso al de la limpieza y seguridad.
¡°Notamos que los miembros del equipo multidisciplinar, los m¨¦dicos, enfermeros y fisioterapeutas, tienen ansiedad, miedo a contagiarse y a contagiar a su familia. Esto es algo muy nuevo¡±, informa Am¨¦rico Neto, director de asistencia del hospital, que tiene 35 a?os de experiencia en la sanidad p¨²blica y ayud¨® a Velucci a redise?ar el hospital para luchar contra la covid-19. A?ade que no ve a su familia desde hace casi tres meses para protegerlos: ¡°El soldado [en una guerra] est¨¢ en primera l¨ªnea y el Estado protege a su familia. Aqu¨ª, no. Podemos llevarnos el enemigo a casa¡±.
Desde marzo, una enfermera y dos m¨¦dicos del Hospital Tide Set¨²bal han muerto de coronavirus. El Ayuntamiento no ha proporcionado ning¨²n balance de cu¨¢ntos profesionales de la salud han perdido la vida en la ciudad. Otros 26 de los casi 1.100 trabajadores del hospital est¨¢n de baja por enfermedad. ¡°Un compa?ero suyo est¨¢ hospitalizado. Puedes imaginarte c¨®mo les afecta psicol¨®gicamente¡±, sigue el director Velucci, se?alando a dos empleados del mantenimiento el¨¦ctrico.
El recorrido improvisado contin¨²a por los pasillos y ascensores, mientras el director t¨¦cnico, tambi¨¦n funcionario de carrera y ex secretario de Sanidad del Ayuntamiento (1999-2000), garantiza que nunca ha visto nada como la devastaci¨®n y la variedad de situaciones que provoca el coronavirus: desde marzo, el hospital ha tratado a m¨¢s de 700 personas con s¨ªntomas, ha ingresado a 536 y ha visto morir a 141, de las cuales 80 ya se han confirmado como muertes por covid-19. El n¨²mero de j¨®venes entre los pacientes cr¨ªticos llama especialmente la atenci¨®n. ¡°Un tercio de los pacientes tienen entre 20 y 49 a?os. No est¨¢n siguiendo las reglas. Se juntan todas las semanas, se van de fiesta, fuman en narguiles. Tuvimos casos en que se ingres¨® al padre, la madre y el hijo, y fue el hijo quien se lo transmiti¨® a sus padres¡±, dice el director t¨¦cnico.
Velucci tiene 63 a?os, es diab¨¦tico y rechoncho. Cuenta que se contagi¨® y que no sabe c¨®mo escap¨® de tener s¨ªntomas m¨¢s graves: ¡°Hay pacientes que llegan andando, est¨¢n bien y, al poco, mueren. Algunos llegan que se mueren y despu¨¦s se van andando¡±. Para lidiar con tanta inconstancia, los protocolos de atenci¨®n se revisan semanalmente: ¡°Por videoconferencia, hablamos con colegas de otros hospitales para alinear los procedimientos¡±, detalla Am¨¦rico Neto.
Durante el trayecto, vemos que est¨¢n bien se?alizadas las ¨¢reas restringidas en las que se encuentran los pacientes con coronavirus, que ocupan una gran parte de las tres plantas. Las excepciones son pocas, como las cuatro camas de la maternidad que hay en una de las plantas. El director explica que se hace una criba para separar a los pacientes que pueden tener covid-19 de los que buscan otros tipos de atenci¨®n m¨¦dica. El Hospital Tide Set¨²bal atiende todo tipo de urgencia, pero los pacientes que no son v¨ªctimas de la pandemia se transfieren r¨¢pidamente a otras unidades.
La primera modificaci¨®n importante que se hizo en el hospital fue en la planta baja: las urgencias infantiles se trasladaron a la primera planta y utilizaron el espacio para crear la primera extensi¨®n de la UCI. ¡°Empezamos a prepararnos antes del Carnaval¡±, dice Velucci, recordando las primeras alertas de que la enfermedad se hab¨ªa convertido en una emergencia mundial. Primero, incluyeron ocho camas, duplicando as¨ª el n¨²mero original de plazas de UCI del hospital. Las transformaciones sucesivas terminar¨ªan multiplicando el n¨²mero de plazas por cinco, alcanzando las 41 actuales. Tambi¨¦n se asignaron otras 63 camas a pacientes cr¨ªticos. El lunes, de las 104 camas destinadas a la pandemia, solo hab¨ªa dos disponibles.
¡°Pap¨¢ est¨¢ malito¡±
El director Velucci est¨¢ convencido de que la situaci¨®n de emergencia est¨¢ lejos de terminar. ¡°Lo digo por las solicitudes de plazas que recibimos: solo hoy, 200¡±, afirma el m¨¦dico. La demanda que menciona el director se gestiona a trav¨¦s de Cross (Centro de Regulaci¨®n de la Oferta de los Servicios de Salud), un sistema que maneja tanto las necesidades de los pacientes como las plazas disponibles en el sistema sanitario p¨²blico del Estado de S?o Paulo. Y es otro componente de la situaci¨®n que el alcalde Bruno Covas describi¨® claramente el domingo: ¡°La ciudad est¨¢ llegando al l¨ªmite de sus posibilidades¡±.
Todo se complica precisamente porque la enfermedad tiene un promedio de d¨ªas en la UCI alto, que llega a ser de m¨¢s de una semana. Hay casos como el del esposo de Ana Claudia, el ama de casa que espera noticias de su esposo en la acera frente al Hospital Tide Set¨²bal todos los d¨ªas desde hace un mes. En cuadros como el del conductor, hospitalizado desde hace 45 d¨ªas, es com¨²n que el paciente, tras recuperarse de covid-19, tenga que lidiar con otras enfermedades oportunistas que surgen como resultado de la propia hospitalizaci¨®n. ¡°Danilo ya deber¨ªa estar en casa. Pero ahora le est¨¢n tratando la anemia¡±, dice Ana Claudia.
El ama de casa espera que pronto podr¨¢ poner fin a la peregrinaci¨®n diaria al hospital, que le impide cumplir el aislamiento social que defiende. ¡°Mi hija, de vez en cuando, pregunta: ¡®?D¨®nde est¨¢ pap¨¢?¡¯¡±, cuenta. Manuela, la hija de la pareja, cumplir¨¢ tres a?os en julio. ¡°Le digo la verdad: ¡®Pap¨¢ est¨¢ malito, Dios y los m¨¦dicos lo est¨¢n cuidando¡¯. Y la ni?a pide: ¡®Ah, pap¨¢, vuelve pronto¡¯¡±, imita. ¡°A veces me arrodillo y le hago repetir una oraci¨®n, una f¨¢cil, solo para que me siga la corriente. Aunque no la entiende, la repite muy bien. Y as¨ª vamos...¡±.
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