¡°La raz¨®n de dos semanas por fase no es ni pol¨ªtica ni econ¨®mica, es sanitaria¡±
Sanidad est¨¢ abierta a que el avance sea en menos de 14 d¨ªas si la evoluci¨®n epidemiol¨®gica es buena. Los expertos no se ponen de acuerdo en la idoneidad de acelerar el ritmo
Las fases que gu¨ªan el camino hacia la denominada ¡°nueva normalidad¡± no est¨¢n escritas en piedra. Desde casi el primer momento en el que se propusieron se han ido modificando, flexibilizando y matizando para adaptarlas a la evoluci¨®n de la epidemia de covid-19 en cada territorio. La senda no iba a terminar hasta julio, pero puede que acabe antes en algunas provincias, seg¨²n las conclusiones de la reuni¨®n de presidentes del pasado domingo. Varios expertos consultados piden cautela si se acelera la hoja de ruta, algo que supeditan, en todo caso, a un refuerzo a los sistemas de vigilancia y a una bajada sostenida de las estad¨ªsticas.
La idea inicial era que las unidades territoriales permaneciera en cada una de las fases 14 d¨ªas. No es un n¨²mero caprichoso, es el tiempo de incubaci¨®n m¨¢ximo del coronavirus; es el periodo que los expertos necesitan para comprobar si las medidas de flexibilizaci¨®n de la cuarentena tuvieron consecuencias negativas en la propagaci¨®n del pat¨®geno. Si no las hay, se avanza. Si se detectan rebrotes, se permanece en la misma fase, o incluso se retrocede. Esto ha sucedido en Totana (Murcia) y Valencia, que ante un aumento de casos, han decidido frenar el cambio de fase que ten¨ªan previsto.
Pero las complicaciones pol¨ªticas para mantener mucho m¨¢s tiempo el estado de alarma, la herramienta que ha elegido el Gobierno para controlar las fases, han hecho que Sanidad se muestre abierta a acelerar los pasos. ¡°En principio se mantiene el criterio, pero se ir¨¢ estudiando la evoluci¨®n epidemiol¨®gica de cada unidad territorial y se ir¨¢ valorando¡±, explica una portavoz del ministerio. Tambi¨¦n estuvo sobre la mesa en la conferencia de presidentes una medida encabezada por el gallego, Alberto N¨²?ez Feijo¨®, para anticipar tambi¨¦n la movilidad entre provincias, algo que a priori est¨¢ reservado para la ¡°nueva normalidad¡±. ¡°Esto no se est¨¢ estudiando¡±, se?alan las mismas fuentes.
EL PA?S ha preguntado a media docena de especialistas en salud p¨²blica para consultar si, m¨¢s all¨¢ del plano pol¨ªtico y econ¨®mico, acelerar el cambio de fase es aconsejable desde un punto de vista epidemiol¨®gico. No hay unanimidad. Algunos creen que es asumible. ¡°Tiene sentido sanitario si se cumplen algunos requisitos: la evoluci¨®n de la incidencia de la infecci¨®n debe ser d¨ªa a d¨ªa descendente, debe haber garant¨ªa de verificaci¨®n de la estad¨ªstica y de la disponibilidad real de capacidad de recursos humanos y tecnol¨®gicos para la detecci¨®n precoz de casos positivos y rastreo de contactos. Es un puzle que debe funcionar a la perfecci¨®n, porque hay que ir con pies de plomo¡±, subraya Jos¨¦ Mart¨ªnez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud P¨²blica. Otro requisito que habr¨ªa que cumplir, en su opini¨®n, es una mayor transparencia de los planes de las comunidades aut¨®nomas. ¡°No sabemos con exactitud sus programas para rastrear casos¡±, a?ade.
Otras voces son m¨¢s tajantes en contra del cambio de fases. Es el caso de Joan Ram¨®n Villalb¨ª, miembro de la Sociedad Espa?ola de Salud P¨²blica y Administraci¨®n Sanitaria (Sespas): ¡°Desde el principio nos pareci¨® prudente que se evaluase el cambio de fases cada 14 d¨ªas y nada ha cambiado. Ya estaba contemplado que para avanzar se extremase la vigilancia y los casos fueran muy bajos¡±. En el mismo sentido se manifiesta Daniel L¨®pez Acu?a, exdirector de Acci¨®n Sanitaria en Crisis de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud: ¡°No deben apresurarse las fases establecidas porque la raz¨®n de dos semanas no es ni pol¨ªtica ni econ¨®mica, es sanitaria. Es el tiempo para poder detectar un repunte de la enfermedad que genere la amenaza de volver a la transmisi¨®n comunitaria¡±. Acu?a se ha manifestado desde el principio favorable a una desescalada asim¨¦trica por territorios. ¡°Es importante no quemar etapas por presiones pol¨ªticas y econ¨®micas¡±, concluye.
Fernando Rodr¨ªguez-Artalejo, catedr¨¢tico y director del Departamento de Medicina Preventiva y Salud P¨²blica en la Universidad Aut¨®noma de Madrid, recuerda que las fases son ¡°un poco arbitrarias¡± y se determinaron por el desconocimiento que hab¨ªa de qu¨¦ medidas pod¨ªan producir un rebrote. Otra raz¨®n para ponerlas en marcha, contin¨²a, era dar tiempo a que se pusieran en marcha servicios de vigilancia epidemiol¨®gica. En su opini¨®n, siempre que un territorio tenga a punto la capacidad de rastreo y respuesta, puede ser razonable estudiar una aceleraci¨®n el avance hacia la llamada ¡°nueva normalidad¡± que, recuerda, ¡°no va a ser como la antigua¡±.
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