Los domingueros estrenan la nueva normalidad
Catalu?a, el Pa¨ªs Vasco y Cantabria dejan atr¨¢s el estado de alarma con una desbandada a las segundas residencias
El dominguero, el pixapins, los camacus (literalmente el ¡°mea pinos¡± y los ¡°qu¨¦ guapos¡±)... Las gentes de los pueblos de fuera de Barcelona, ya sea de la Costa Brava o la Dorada, han buscado siempre un apodo con el que se?alar a los de la ciudad. Es un fen¨®meno habitual: considerar especie invasora a los que llegan en tromba de la capital cuando amaga un puente o tres rayos de sol. Tras 97 d¨ªas de encierro, la llamada nueva normalidad permite que esos mismos pueblos reciban a los domingueros con los brazos abiertos. Catalu?a, el Pa¨ªs Vasco y Cantabria han estrenado 48 horas antes que el resto de Espa?a (a excepci¨®n de Galicia) el desconfinamiento, la nueva normalidad, la reanudaci¨®n¡ Lo que viene despu¨¦s del estado de alarma.
Adem¨¢s de la mascarilla y la distancia social, las retenciones fueron este viernes la se?al m¨¢s clara de los nuevos tiempos: los coches huyendo de la ciudad camino de esas segundas residencias cerradas a cal y canto. Llegar, airearlas, quitar el polvo y comprobar que siguen ah¨ª. El Servicio Catal¨¢n de Tr¨¢fico calcul¨® medio mill¨®n de desplazamientos desde el ¨¢rea metropolitana de Barcelona, tras un fugaz paso de 24 horas por la fase 3. La Guardia Civil y la Ertaintza esperaban un flujo de 47.000 veh¨ªculos entre el Pa¨ªs Vasco y Cantabria. Los vizca¨ªnos retornaron a las id¨ªlicas playas de Santander, vascos y c¨¢ntabros recuperaron sus apartamentos de Castro, Laredo, Ori?on, Noja¡
El presidente vasco, ??igo Urkullu, y el c¨¢ntabro, Miguel ?ngel Revilla, escenificaron la uni¨®n entre ambas comunidades (las dos han permanecido cuatro d¨ªas en la fase 3 y se suman a la vez a la nueva normalidad) en el paraje de Kobaron, un punto elevado entre las localidades vasca de Pobe?a y c¨¢ntabra de Castro Urdiales. Pasearon, intercambiaron libros y celebraron el buen momento que atraviesan sus relaciones, informa Pedro Gorospe.
¡°Tengo unas ganas locas de pasear por la playa¡±, explic¨® Aitor Gerenabarrena, que teletrabaja en una empresa de telecomunicaciones de Bilbao. No esper¨® ni a las tres de la tarde para cargar en su coche a toda su familia, camino de su apartamento en Noja.
Los toboganes con ni?os lanz¨¢ndose de espaldas, de cabeza, y comiendo tierra, voluntaria o involuntariamente, fue otra de las se?ales de la nueva etapa en Catalu?a. En el paseo de Sant Joan se pod¨ªa ver a padres con mascarilla corriendo detr¨¢s de sus hijos que al fin tomaban los columpios tras tres meses de abstinencia. A escasos metros, la parroquia de Sant Francesc de Sales ya ten¨ªa las puertas abiertas de par en par por si alg¨²n feligr¨¦s quer¨ªa acercarse. En la Sagrada Familia, a¨²n libre de colas y flashes, se celebr¨® la primera misa, oficiada por el cardenal Joan Josep Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal. En el aeropuerto de El Prat ya se hac¨ªan los controles t¨¦rmicos ante la previsi¨®n de un turismo que no tardar¨¢ en llegar.
Apurando el viernes
A las cinco de la tarde, los coches segu¨ªan escapando por la Gran V¨ªa. Con mascarilla y escasa distancia social, dos hombres los miraban pasar, cerveza en mano, al aire libre. De haberlo querido, podr¨ªan haberse acodado ya en la barra del bar. Con las terrazas ocupadas, pero no del todo, la Ciudad Condal parec¨ªa recuperar su tono habitual: llena de lunes a viernes; casi vac¨ªa en un fin de semana a las puertas del verano. Los j¨®venes apuraban su viernes celebrando cumplea?os, ya vestidos para salir, en un restaurante de la cadena Tagliatella. Desde la noche del viernes, en Catalu?a ya se puede dar todo en las pistas de baile de las discotecas, aunque con el aforo limitado y el temor de que no ocurra lo mismo que el jueves en M¨¢laga, aun en fase 3, donde la polic¨ªa local tuvo que desalojar un chiringuito que ofrec¨ªa bufet libre por 10 euros. Hab¨ªa 300 personas, cuando su aforo era de 70.
Las golondrinas tambi¨¦n regresaron este viernes al puerto de Barcelona. El coronavirus oblig¨® a parar por primera vez en m¨¢s de 130 a?os a esta flota de barcos de madera. Tambi¨¦n por primera vez en mucho tiempo, la pandemia ataj¨® la oleada de carreras populares que sitian la ciudad los fines de semana. En dos horas, se agot¨® el centenar de dorsales para la Milla de Sant Pau, la primera carrera urbana que se celebrar¨¢ en la ciudad, el pr¨®ximo 27 de junio, a las seis de la tarde. Desde el 8 de marzo, no se ha visto un enjambre de runners cortando el tr¨¢fico. La nueva normalidad amenaza con su regreso.
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