El paso fronterizo de Ir¨²n echa humo
Miles de franceses vuelven en masa a la localidad guipuzcoana al abrirse el paso fronterizo de Behobia para abastecerse de tabaco y alcohol
¡°Hace 90 d¨ªas que no fumaba¡±, bromea un joven franc¨¦s que ha madrugado para comprar en Ir¨²n, a mitad de precio, varios cartones de tabaco y unas cajas de su bebida favorita. El vicio le ha costado el doble durante estos tres meses de cierre de las fronteras debido a los impuestos que Francia imputa al tabaco y al alcohol, as¨ª que 20 kil¨®metros de coche no son nada. De los casi 10 euros por cajetilla pasan a los cerca de 5 nada m¨¢s cruzar la frontera. A los comerciantes del barrio irundarra de Behobia, sin embargo, no les faltaba el humo, sino el aire. Despu¨¦s de tres meses sin ingresos empiezan a respirar con la esperanza de que los vecinos franceses y quienes cruzan la muga, hacia el norte y hacia el sur, mantengan sus rutinas y sigan comprando todo tipo de productos, tambi¨¦n de alimentaci¨®n, para su consumo o para regalar a los suyos.
Unos y otros son, desde la madrugada del domingo, cuando se acab¨® el estado de alarma y se han abierto las fronteras en la UE, salvo las de Portugal, un poco m¨¢s felices. Unos porque est¨¢n desempolvando sus billeteros despu¨¦s de 95 d¨ªas de contenci¨®n, y los otros porque empiezan a hacer unas cajas desconocidas durante todo ese tiempo. ¡°Cuando he venido a las siete y media de la ma?ana ya hab¨ªa gente haciendo cola¡±, asegura Rub¨¦n Fraile, el presidente de la Asociaci¨®n de Comercios de Behobia. Vigila que los clientes mantengan las distancias y vayan con mascarilla cuando acceden a su local. ¡°M¨¢s vale que esto se anime. Ayer [por el s¨¢bado] vend¨ª cero euros, y en estas dos horas llevo m¨¢s que en 20 d¨ªas¡±, dice.
El espect¨¢culo es total. Atasco de coches junto al paso fronterizo y miles de personas deambulando en torno a una manzana que se parece a un zoco, en la que se agolpan comercios de tabaco, alcohol, aceite, jamones, cosm¨¦tica y peque?os restaurantes. Protegidos por patrullas de la Polic¨ªa Nacional, la Guardia Civil, La Ertzaintza y la Gendarmer¨ªa, nadie tiene miedo para tener la cartera en una mano y en la otra el carro que van llenando poco a poco.
Andreas sali¨® de Burdeos a las cuatro de la ma?ana para estar en Behobia, Ir¨²n, cuando abrieran los comercios. Se lleva de vuelta dos cajas de Ricard y cuatro cartones de Marlboro rojo. ¡°Una fiesta, voy a hacer una fiesta¡±, dice mientras le paga a Hamed, embutido en una camiseta roja que le identifica como personal de la tienda. ¡°En estas dos horas he vendido ya unas 10 cajas de Ricard¡± explica Hamed.
El fin del estado de alarma est¨¢ siendo celebrado en estas primeras horas sin restricciones, como si a los irundarras les hubiera tocado la loter¨ªa. No hubo manifestaciones p¨²blicas, ni escenificaciones como la que protagonizaron el viernes los presidentes vasco, I?igo Urkullu y Miguel ?ngel Revilla, al adelantarse la apertura entre Euskadi y Cantabria, pero de puertas adentro de las tiendas de Behobia, las sonrisas y el recibimiento a quienes cruzaban el umbral de sus locales eran toda una declaraci¨®n de intenciones. ¡°Somos capaces de cambiar toda la tienda para determinados clientes¡± explica Fraile, en este caso con la camiseta azul de su local. Determinados domingos, durante el verano, reciben varios autobuses de filipinos que viajan desde Par¨ªs hasta Lourdes, y que despu¨¦s, s¨ª o s¨ª, recalan en Behobia. ¡°Cambiamos la tienda de arriba abajo para que se sientan m¨¢s c¨®modos y tengan a mano lo que buscan¡±, explica Fraile.
Una cola doble de m¨¢s de 50 personas espera pacientemente el turno en el estanco de Tellechea, el hist¨®rico punto de venta pegado al no menos medi¨¢tico hostal Fais¨¢n, la cafeter¨ªa que se hizo famosa por el chivatazo a ETA que frustr¨® una operaci¨®n contra la banda. Pero no es tabaco y alcohol todo lo que buscan en Behobia. Coline ha llegado desde Bayona, Francia, y busca sobre todo geles de ba?o y caramelos. Muestra orgullosa, y acaricia como si fuera su mascota, una bolsa de gominolas que acaba de comprar: ¡°Aqu¨ª cuesta cuatro euros y all¨ª¡±, dice se?alando al otro lado del Bidasoa, ¡°nueve¡±. Tambi¨¦n ha comprado dos botes de gel de ba?o, m¨¢s grandes y baratos y le est¨¢ haciendo ojitos a un jam¨®n. Unos 20 jamones protegidos por una red de lana negra, que sus propietarios esperan reponer al menos otra vez a lo largo del fin de semana, aguardan en una caja. ¡°No se puede decir¡±, explica Coline con un castellano muy afrancesado, y voz baja, ¡°pero el jam¨®n de Espa?a me gusta mucho m¨¢s que el jam¨®n de Bayonne¡±.
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