¡°Espero despedirme al fin de ¨¦l en el aniversario de su muerte¡±
Paquita Jov¨¦ perdi¨® a su marido el 27 de marzo y pas¨® el luto de cuarentena. Nueve meses despu¨¦s, se apoya en sus hijas para evitar ese enorme vac¨ªo
Es 12 de marzo y llegan justos a la cita del m¨¦dico. Paquita Jov¨¦, de 76 a?os, se mete corriendo en el cuarto para prepararse, mientras Jos¨¦ Guinod, Josep, de 77, se cambia las pantuflas por los zapatos de salir. Lo hace como si fuera la primera vez. Amarra atento los cordones del par izquierdo y de pronto vuelve a enfundarse la zapatilla de casa en el pie derecho. ¡°?Qu¨¦ haces, pap¨¢?¡±, pregunta su hija Esther, que fuma en la terraza sin apartar los ojos de ¨¦l. Josep detiene su tarea desconcertado. Para cuando se ha dado cuenta de que calza un zapato de cada tipo, Esther ya est¨¢ agachada resolviendo uno de los despistes que marcaron los ¨²ltimos a?os de vida de su padre. ¡°El alzh¨¦imer tiene estas cosas¡±, dice Paquita. ¡°Te vuelven un ni?o¡±. Palpa los bolsillos de su chaqueta y escanea a su marido. Llaves, bono de autob¨²s y cartera. ¡°Listos¡±, suelta. Por entonces, la mascarilla no era uno de los imprescindibles antes de salir de casa. Hoy, tras nueve meses, se sigue preguntando d¨®nde se contagi¨® Josep y c¨®mo fue posible que, tras dos semanas de ese ordinario jueves en el que EL PA?S le acompa?aba para un reportaje, un virus le arrebatase a su marido.
¡°Tuvo que haber sido en el hospital¡±, asegura convencida. ¡°Cuando le hicieron las pruebas del ri?¨®n y la anal¨ªtica, nadie llevaba mascarillas ni guantes y dos d¨ªas despu¨¦s ya nos cerraron¡±, dice en alusi¨®n al estado de alarma decretado el 14 de marzo. Las semanas de confinamiento fueron especialmente duras para la pareja porque Josep, paciente de alzh¨¦imer en grado tres de dependencia y cardi¨®pata, no paraba de toser y se agotaba con un breve paseo. ¡°No era normal, respiraba y parec¨ªa que se ahogaba¡±, recuerda. Su familia evit¨® hasta el ¨²ltimo momento llevarle al m¨¦dico: ¡°Cada vez se iba sabiendo m¨¢s y m¨¢s de lo contagioso que era el coronavirus y pens¨¦ que si lo ingresaban no le ver¨ªamos m¨¢s. Y as¨ª fue¡±, narra entre l¨¢grimas Judith, una de sus tres hijas, ¡°cuando le sent¨¦ en el coche, le abrac¨¦ fuerte y le di un beso sabiendo que ser¨ªa el ¨²ltimo. Esa fue mi despedida¡±.
El virus avanz¨® r¨¢pido en el debilitado cuerpo de este mec¨¢nico retirado. La respiraci¨®n era imposible si no era asistida y la tos una constante. ¡°Adem¨¢s, le picaba todo el cuerpo y tuve que ponerle unos guantes de algod¨®n para que no se hiciera sangre¡±, explica su mujer, quien pudo acompa?arle los dos primeros d¨ªas de ingreso en la UCI del Hospital de Badalona. ¡°Al principio no me dejaban, pero ¨¦l no pod¨ªa estar sin m¨ª; los ¨²ltimos meses estaba ya muy despistado¡±, narra.
La noche del 26 de marzo, en pleno pico de la primera ola de la pandemia, ya sedado, el personal sanitario le explic¨® a Paquita que a partir de esa noche no podr¨ªa quedarse con ¨¦l. ¡°Les insist¨ª mucho para que hicieran una excepci¨®n. ?C¨®mo iba a dejar a mi Josep as¨ª?¡±, explica en un llanto contenido. Le pidi¨® a un enfermero que al menos le prometiera que no iba a sufrir: ¡°Me dijo que estuviera tranquila y que pensara que el respirador de mi Josep lo usar¨ªa alguien m¨¢s joven, que ser¨ªa m¨¢s ¨²til¡±. Llora. Falleci¨® completamente solo al d¨ªa siguiente.
Los resultados de las pruebas de coronavirus llegaron despu¨¦s de su muerte. Por tanto, Paquita y la familia de Judith, vecinos y pr¨¢cticamente convivientes, tuvieron que guardar cuarentena. Solo Esther y otros cuatro parientes pudieron asistir al funeral, dadas las estrictas restricciones de aforo en ese momento. ¡°No fue una despedida ni fue nada. Trajeron un ata¨²d cerrado y no pudimos ni llevar flores. Mi madre esperaba en casa con miedo a estar contagiada¡±, recuerda Esther.
Paquita, mujer en¨¦rgica y jovial, cumpli¨® el martes 76 a?os. Y desde que perdi¨® a su marido, todos los momentos se resumen en ¡°los primeros todo sin ¨¦l¡±. ¡°Es muy duro, pero no queda otra que seguir viviendo sin mi Josep¡±, cuenta. Hoy se despide de un a?o triste con los ojos puestos en el 27 de marzo: ¡°Espero que para entonces todo haya pasado y pueda hacer una misa y despedirme al fin de ¨¦l, aunque sea en el aniversario de su muerte¡±.
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