Viaje al hospital que Wuhan construye en 10 d¨ªas
Las obras del nuevo centro sanitario, que asistir¨¢ a mil personas infectadas por el coronavirus, "avanzan a¨²n m¨¢s r¨¢pido de lo esperado"
En Wuhan, la pandemia y los rumores avanzan de la mano. Un apag¨®n de Internet, una procesi¨®n fumigadora, un virus contagioso como un desastre nuclear: todos tan inminentes como imaginarios. En la situaci¨®n actual, solo lo que puede verse con los ojos escapa al p¨¢nico de las redes sociales o al control de las autoridades. Por eso, las ruedas de esta diminuta bicicleta de alquiler giran en direcci¨®n a un punto en el mapa 25 kil¨®metros a las afueras. All¨ª, lo que podr¨ªa parecer el bulo m¨¢s obvio es ya casi una realidad: un hospital levantado de la nada en menos de diez d¨ªas.
Con esta construcci¨®n ¡ªa la que ya sigue una segunda¡ª, el Gobierno pretende descongestionar los servicios m¨¦dicos de la ciudad, desbordados ante la cantidad de pacientes y con recursos menguantes. Sus paredes acoger¨¢n a un millar de los infectados con el coronavirus 2019-nCoV, que ya ha dejado 82 muertos y m¨¢s de 2.700 infectados, seg¨²n las autoridades chinas.
Las calles siguen desiertas: Wuhan se despierta en cuarentena por cuarta ma?ana consecutiva. Hoy es, adem¨¢s, el primer d¨ªa en el que est¨¢ prohibida la circulaci¨®n de veh¨ªculos particulares en las carreteras. Con esta medida, el Gobierno busca limitar al m¨¢ximo la movilidad de los ciudadanos, una mayor¨ªa de los cuales optan desde principios de semana por guarecerse en el interior de sus casas. Desde ahora, para moverse por esta ciudad, con una extensi¨®n equivalente a 14 veces Madrid, solo valen dos pies o dos ruedas.
A lo largo de la traves¨ªa, que pronto abandona el escenario urbano en favor de la autopista, pueden verse varios perros, con collar y pelo cuidado, deambulando solos en medio de la nada. La ansiedad por evitar cualquier posible fuente de contagio ha provocado en Wuhan una ola de abandonos de mascotas.
Despu¨¦s de varios kil¨®metros, aparecen en el arc¨¦n una veintena de obreros. Cubren todo el espectro de edades: unos son j¨®venes imberbes, otros ancianos de rostro arrugado. Est¨¢n esperando a la camioneta que los recoger¨¢ para llevarlos hasta la zona de construcci¨®n. Llevan cascos amarillos, chalecos reflectantes naranjas y mascarillas. Varios cargan peque?os colchones enrollados, lo que hace pensar que dormir¨¢n en alg¨²n lugar cercano a la obra. Los operarios como ellos est¨¢n cobrando hasta tres veces su salario habitual, pero el ritmo de trabajo no permite un momento de respiro.
Todos parecen saber de inmediato que est¨¢n tratando con un periodista. Uno de ellos instruye a sus compa?eros a "no abrir la boca hasta que venga el jefe" y reprende a un adolescente que se muestra dispuesto a confirmar que me dirijo en la direcci¨®n correcta. Tras una breve conversaci¨®n se suaviza. Acaba reconociendo que, aunque son conscientes de la importancia de su labor, "las condiciones son muy duras". Se detiene ah¨ª: no dar¨¢ m¨¢s detalles.
Diez kil¨®metros antes de llegar al destino empiezan los controles de seguridad. La carretera est¨¢ cortada y un grupo de polic¨ªas detiene a cualquier veh¨ªculo que se aproxime ¡ªfuera de la ciudad circulan algunos¡ª. Por incre¨ªble que parezca, nadie presta atenci¨®n al carril bici. Basta seguir pedaleando con la vista al frente.
A partir de ese punto, solo transitan la carretera grandes camiones de obra y alguna ambulancia. Llega un momento en el que los camiones se agolpan en una cola de cientos de metros. Despu¨¦s de tres horas de trayecto, aqu¨ª est¨¢ la carretera que conduce al interior del recinto. Cientos de personas se concentran all¨ª: obreros que aguardan el comienzo de su turno e ingenieros en cuyos chalecos est¨¢ escrito el nombre de la firma responsable de la obra, Zhongjiansanji, tambi¨¦n conocida como China Construction Third Engineering Bureau y filial de la empresa estatal China State Constructions Engineering, la primera constructora del mundo.
"Las obras avanzan a¨²n m¨¢s r¨¢pido de lo esperado", asegura un responsable de Zhongjiansanju en declaraciones exclusivas a EL PA?S a condici¨®n de anonimato. El hospital se construir¨¢ a toda velocidad gracias al empleo de bloques prefabricados, siguiendo el modelo de Xiaotangshang, el complejo que el Gobierno levant¨® en Pek¨ªn en 2003 para lidiar con los infectados del SARS. En aquella ocasi¨®n, unos 7.000 trabajadores completaron el proyecto en una semana. El plan fue un ¨¦xito rotundo: la mortalidad de los pacientes tratados all¨ª se limit¨® al 1,18%, frente a la tasa general del 9,6%. "Ayer terminamos el dise?o y los cimientos. El principal trabajo para hoy es la instalaci¨®n el¨¦ctrica y el agua", apunta. "Creo que lograremos terminar al menos un d¨ªa antes de lo previsto [el 2 de febrero en lugar del 3]".
Cuando un guardia de seguridad alerta por tel¨¦fono de la presencia de un laowai (guiri), es momento de irse. Ante la perspectiva de otras tres horas de pedaleo, la visi¨®n de un taxi disponible poco despu¨¦s de iniciar el regreso se antoja un espejismo, pero el veh¨ªculo se detiene al verme. La bicicleta, fiel compa?era, queda abandonada a un lado de la autopista: bendiciones del uso compartido. "Unos pocos taxis tienen permiso para circular, para garantizar los servicios m¨ªnimos en caso de emergencia", explica el conductor. Cuestionado por los peligros derivados de trabajar de cara al p¨²blico con el virus expandi¨¦ndose tan r¨¢pido, expone su m¨¦todo: "Todos los d¨ªas cuando vuelvo a casa, antes de cruzar la puerta, mi mujer me roc¨ªa con spray desinfectante. Solo entonces puedo entrar". Tras un momento de silencio, concluye: "Es probable caer enfermo, pero quiero creer que estaremos a salvo".
Los suministros ya llegan a Wuhan
Sunyang, gerente de una gasolinera en las afueras, cuenta que por all¨ª no han pasado coches en toda la ma?ana. El gobierno ha reforzado el nuevo bloqueo de las carreteras con la prohibici¨®n de repostar para veh¨ªculos de matr¨ªcula local. Aunque hay excepciones. Una de ellas son los camiones como el que est¨¢ junto a uno de los surtidores. Viene de un pueblo cercano de la provincia de Hubei y ¡°en el interior lleva art¨ªculos de diario, sobre todo mascarillas¡±, explica su conductor, un chico joven.
A uno de estos camiones se refer¨ªa el encargado de un hotel del centro esta ma?ana cuando comentaba que ¡°el gobierno ha establecido un canal especial para los aprovisionamientos¡±. En Wuhan no solo no falta comida, sino que ni siquiera el precio ha aumentado. ¡°El gobierno intenta que la gente pueda hacer una vida normal en la medida de lo posible, solo con la precauci¨®n de salir de casa lo menos posible y no dejar la ciudad. Lo m¨¢s importante es no caer en el p¨¢nico¡±.
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