¡°Los que dicen que van a esperar a vacunarse, a qu¨¦ quieren esperar. ?A ver si nos morimos?¡±
Las personas mayores aguardan la inmunizaci¨®n contra la covid con esperanza de recuperar cuanto antes la normalidad
¡ªUsted, Carmen, ?cu¨¢ntos a?os tiene?
¡ª85. No, 86 ¡ªse mira las manos, estupefacta¡ª. ?C¨®mo pasa!
Carmen Perea Jim¨¦nez es de Vigo (Pontevedra) y vive en el Fogar dos Maiores de Mar¨ªn, una residencia de la tercera edad de la Xunta de Galicia. Aqu¨ª estaba prevista la vacunaci¨®n el 30 de diciembre, pero el retraso en la distribuci¨®n de Pfizer la ha pospuesto para la segunda semana de enero. Hay 50 personas en esta residencia; ning¨²n residente contagiado. Su directora Olivia Rial cuenta que, cuando la llegada de la vacuna era inminente, el personal pregunt¨® a todos, en charlas individuales, si se vacunar¨ªan. ¡°Dijeron que s¨ª. Un 100%¡±, cuenta Rial. Seg¨²n la ¨²ltima encuesta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS), conocida el pasado 21 de diciembre, el 28% de espa?oles no se pondr¨¢ la vacuna ¡°de inmediato¡±, una buena cifra motivada por la llegada del medicamento, pues en la anterior encuesta, un mes antes, dijo que no se pondr¨ªa la vacuna el 47%.
Carmen Perea es una de esas personas de la residencia de Mar¨ªn que se vacunar¨¢n. Asegura estar ¡°contenta¡± por la campa?a, tiene ganas de salir de la residencia (¡°s¨®lo en verano pudimos salir tres semanas, y aqu¨ª llevamos desde marzo¡±) y, aunque no pudo ver las im¨¢genes de la primera vacunada, Araceli Hidalgo (¡°no tengo la vista para la tele ya¡±), s¨ª estuvo al tanto de todo. ¡°Bien por ella y bien por nosotros¡±.
¡ªHay gente que de momento no quiere vacunarse, ?a usted qu¨¦ le parece?
¡ªQue son unos ego¨ªstas. Dicen que prefieren esperar. ?Esperar a qu¨¦? ?A ver si nos morimos los viejos? Si nos vamos a morir igual, pero ya no de esto.
A varias sillas de distancia, pues pertenecen a grupos de convivencia distintos (cuando se despiden, en la puerta del ascensor, parece que se despiden en un aeropuerto; ¡°que vaya todo bien¡±, ¡°a ver cu¨¢ndo nos volvemos a ver¡±), Pura Fern¨¢ndez, de 86 a?os, dice que la gente tiene que hacer lo que quiera. ¡°Uno es libre, pero bueno, yo con quien me siento identificada es con la mujer que se puso primera la vacuna¡±. Est¨¢ ¡°encantada¡± con la campa?a y quiere, cuanto antes, recuperar la normalidad. Porque los residentes de este hogar del mayor de Mar¨ªn son independientes y hacen mucha vida fuera. O hac¨ªan. Ahora la reclusi¨®n es completa, y para tomar el aire salen a pasear a un jard¨ªn interior por donde ahora camina uno de los residentes, que hac¨ªa dos kil¨®metros paseando antes de la pandemia.
Pura Fern¨¢ndez tiene cinco hijos, Jes¨²s, Cristina, Carlos, Miguel y Marta; se qued¨® viuda con 45, perdi¨® una hija. Carmen Perea, por su parte, no tiene hijos; no trabaj¨® porque su marido, dice, no la dej¨® trabajar. ¡°Las cosas eran as¨ª. Eran hombres muy posesivos¡±, cuenta. ¡°Yo, ahora, estoy sola en la vida¡±, afirma. Pero acto seguido dice querer que se acabe la pandemia aportando su granito de arena (vacun¨¢ndose), para recuperar el contacto, volver a salir a la calle, encontrarse con la gente con la que se encontraba a diario. ¡°La vida de antes era preciosa. Me gustar¨ªa que volviese¡±.
A mil kil¨®metros de Carmen Perea y Pura Fern¨¢ndez, en Benalm¨¢dena (M¨¢laga), Luisa Romero Ala?¨®n mira las noticias con entusiasmo. Tiene 80 a?os y mucha esperanza en la vacuna, aunque tambi¨¦n alguna duda. Una paradoja, m¨¢s bien. Todos queremos la vacuna cuanto antes para que acabe la pandemia, pero al mismo tiempo, la rapidez con la que se ha hecho, cree Romero, ¡°me preocupa¡±. Se le recuerda al tel¨¦fono que se han hecho miles de pruebas antes, que estos casos medi¨¢ticos no son, estrictamente, los primeros vacunados. ¡°S¨¦ que esta es una noticia buen¨ªsima y claro que nos la pondremos: ?Quiero vivir un poquito m¨¢s!¡±. Las dudas porque haya sido ¡°rapid¨ªsima¡±, asegura, se le aclaran viendo la seguridad con que recibi¨® la vacuna Araceli Hidalgo y, despu¨¦s de ella, miles de personas m¨¢s. ¡°Eso te da ¨¢nimos, verla tan convencida...¡±, dice. No ha sufrido los efectos del virus, aunque s¨ª su hermano, de 86 a?os. ¡°Necesit¨® respirador y estuvo ingresado mes y medio¡±. Aunque pasa estas fechas en Benalm¨¢dena, ella vive en M¨¢laga, sola desde que se qued¨® viuda a los 49 a?os. ¡°Yo nac¨ª en La Mancha, viv¨ª en Madrid y acab¨¦ en M¨¢laga. Era artista: cantante, vedette, pero cuando me cas¨¦ mi marido dijo que no trabajase m¨¢s, y bueno¡±. Espera la vacuna, pero sin prisas. ¡°Tuve que hacerme la prueba la semana pasada y me sali¨® que no ten¨ªa. Lo m¨¢s importante, aunque haya vacuna, es seguir cuid¨¢ndose¡±.
¡°Yo admiro much¨ªsimo a toda esa gente que se est¨¢ vacunando y a la que est¨¢ poniendo las vacunas. Y estar¨¦ encantada de hacerlo cuando me toque¡±, dice Sita Ortiz, 72 a?os. Ortiz fue otra de las mujeres con las que habl¨® este peri¨®dico nada m¨¢s decretarse el Estado de Alarma. Desde esa entrevista telef¨®nica hasta esta otra, Sita Ortiz no ha salido de casa. Es una mujer confinada desde hace nueve meses. Su marido, Antonio, 84 a?os, se recupera en el domicilio tras estar ingresado en verano varias semanas debido a un grave problema de salud. ¡°Seguimos con todas las precauciones¡±, afirma esta mujer de Reinosa (Cantabria) que vive en Pontevedra, donde ha formado una familia con cinco hijos. Esas precauciones los obligaron esta Nochebuena a cenar solos cuando, en a?os anteriores, se reun¨ªan en casa hasta 15 personas entre hijos, familia pol¨ªtica y nietos
Llueve a c¨¢ntaros en una peque?a aldea de Pontevedra, Tro¨¢ns. Son las nueve de la noche y fuera hace fr¨ªo. Estrella Casal, 86 a?os, costurera, est¨¢ echando le?a de carballo a la cocina de hierro de su casa. ¡°No apetece nada salir fuera¡±, murmura. Es 30 de diciembre y Casal est¨¢ sola en este peque?o rinc¨®n del mundo. EL PA?S la llam¨® un d¨ªa despu¨¦s de declararse el Estado de Alarma, el 14 de marzo. La pandemia hab¨ªa estallado en Espa?a y mucha gente como Estrella se encerr¨® en sus casas sola, aislada y con miedo. ¡°T¨² tranquila que s¨®lo muere gente mayor¡±, le dec¨ªa entonces a su nieta, Ana. ¡°Yo no me voy a morir del virus, me voy a morir del miedo¡±. Nueve meses despu¨¦s, hay vacuna. Estrella Casal vio el ¡®pinchazo¡¯ a Araceli Hidalgo, 96 a?os, la primera mujer vacunada en Espa?a, en la peque?a televisi¨®n de su cocina. ¡°?Tan mayor!¡±, dice. ¡°Es una valiente. Yo a esa edad ya no s¨¦ si me decidir¨ªa, total¡¡±. La voz de Casal suena d¨¦bil al otro lado de tel¨¦fono. ¡°A m¨ª me parece que es una gran noticia, aunque a m¨ª no s¨¦ si me servir¨¢ porque yo tuve muchos problemas de salud y no me pueden vacunar de casi nada. Tengo bronquitis y vacunarme me pondr¨ªa peor¡±. Espera a la familia, que llega el 31. ¡°Con distancia y mucha seguridad. Hay que cumplir las normas. Somos viejos pero eso no quiere decir que sea pronto para morir¡±. Nueve meses despu¨¦s, Estrella Casal no se ha contagiado, pero un c¨¢ncer fulminante se llev¨® por delante a su hijo en unas semanas. La vida no para. La muerte tampoco.
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