50.000 vidas menos en diez meses: la trayectoria del virus en Colombia
Colombia supera la tasa de una muerte por cada mil habitantes en mitad de una segunda ola tan intensa como la primera, con m¨¢s equipamiento pero sin inmunidad, ni vacunaci¨®n en marcha, ni direcci¨®n pol¨ªtica clara
El 21 de marzo de 2020, Colombia confirm¨® su primera muerte oficial por covid. Era un hombre de 58 a?os, habitante de Cartagena de Indias, y de profesi¨®n taxista. Ten¨ªa, como tantos otros millones de colombianos, hipertensi¨®n y diabetes no tratadas. Entr¨® en la cl¨ªnica el 13 de marzo, muri¨® el 16. Parece que, para entonces, el virus que causa la enfermedad ya llevaba m¨¢s de un mes circulando en Colombia. Estudios gen¨®micos realizados posteriormente por la Universidad del Rosario permiten intuir incluso un origen probable: Francia. Y su primer destino visible: Caldas, departamento cafetero.
Pero por aquel entonces ni siquiera estaba claro que esa primera muerte lo fuera por covid: se especulaba con la incertidumbre en torno a unas pruebas diagn¨®sticas que resultaron inicialmente inconcluyentes, y de hecho el proceso de certificaci¨®n de la causa de muerte se demor¨® cinco d¨ªas. En ese periodo, una cacofon¨ªa de voces pol¨ªticas y medi¨¢ticas se mov¨ªa entre el miedo, la confusi¨®n y el manejo de expectativas, lanzando pron¨®sticos sobre cu¨¢nto iba a durar la epidemia y qu¨¦ impacto iba a tener en el pa¨ªs. Un decreto presidencial incluso se puso a cifrar en su exposici¨®n de motivos los casos del peor escenario: cuatro millones. Pero pocas de ellas se atrevieron a prever m¨¢s de un a?o de convivencia con el SARS-CoV-2, con 50.187 muertes en solo diez meses, algo que encaja bastante precisamente con esos cuatro millones de casos probables seg¨²n la letalidad que le suponemos al virus. Cinco mil por mes. M¨¢s de 150 al d¨ªa. Unas seis por hora. Una cada diez minutos, aproximadamente. Pero ese es exactamente el escenario en el que se ha encontrado Colombia hoy, junto al resto de Am¨¦rica Latina, y todo el hemisferio occidental.
El ritmo de estas muertes no ha sido ni mucho menos constante, como podr¨ªa sugerir el ejercicio de la divisi¨®n por tiempo. Colombia atraves¨® un pico muy pronunciado entre julio y agosto de 2020, y ahora se encuentra en el segundo, de tama?o y forma aparentemente similar.
El impacto no solo vari¨® en el tiempo, sino tambi¨¦n en el espacio. Algunas regiones se vieron saturadas m¨¢s pronto. En los primeros meses, Barranquilla y Cartagena, las grandes urbes del Caribe, fueron algunas de las zonas metropolitanas m¨¢s golpeadas, as¨ª como Leticia, en el Amazonas. Los departamentos de Atl¨¢ntico (capital: Barranquilla), Bol¨ªvar (capital: Cartagena), y en menor medida Magdalena (capital: Santa Marta) concentraron la mayor parte del exceso de mortalidad en el primer semestre del 2020, de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estad¨ªstica (DANE).
El segundo pico se ha traducido en un alto nivel de ocupaci¨®n de UCI en varios lugares, pero ha sido particularmente preocupante en las tres principales ciudades colombianas: Bogot¨¢, Medell¨ªn y Cali, que en su conjunto suman m¨¢s de 12 millones de habitantes. Las tres grandes urbes han reportado en d¨ªas recientes una ocupaci¨®n de UCI por encima del 90 %, y han arrancado este 2021 entre medidas de confinamiento, cuarentenas y toques de queda ¨Ctanto nocturnos como corridos¨C. ¡°No se puede hablar de un pico nacional, ya que la pandemia se ha comportado distinta seg¨²n las regiones¡±, defend¨ªa el pasado fin de semana el presidente Iv¨¢n Duque. ¡°L¨®gicamente, cuando tenemos picos en las ciudades de mayor n¨²mero de habitantes, se hace mucho m¨¢s notorio y nos obliga a tener que tomar m¨¢s decisiones¡±.
La realidad es que estos picos regionalizados habr¨ªan desbordado la capacidad de cuidados intensivos locales si no fuera porque la capacidad instalada creci¨®, hasta m¨¢s que duplicarse en muchos casos, en la capital y en otras muchas ¨¢reas del pa¨ªs.
Una m¨¦dica que ha estado durante nueve meses atendiendo pacientes de covid en un hospital en el norte de Bogot¨¢ califica como ¡°abrumador¡± lo que est¨¢ viviendo el personal sanitario. Habla por tel¨¦fono en su primer d¨ªa de descanso despu¨¦s de una semana con jornadas de hasta m¨¢s de 12 horas. ¡°Nos preocupa tener que hacer comit¨¦s de priorizaci¨®n para ver a qui¨¦n le damos un ventilador, a qui¨¦n enviamos a la UCI¡±, dice. Aunque el a?o pasado se conoc¨ªa menos la enfermedad, ahora est¨¢n teniendo que tomar decisiones m¨¢s dif¨ªciles. En las ¨²ltimas semanas han sido frecuentes las reuniones con el departamento de ¨¦tica del centro m¨¦dico en el que trabaja para decidir a qui¨¦n le dan una cama. ¡°No est¨¢bamos preparados para esto, la relajaci¨®n de las medidas en diciembre nos est¨¢ llevando al l¨ªmite¡±, reconoce.
Juliana Mantilla, m¨¦dica internista que trabaja en una cl¨ªnica privada del sur de Bogot¨¢, dice que este mes ha sido el m¨¢s dif¨ªcil. A diferencia del primer pico -cuenta- ahora adem¨¢s de pacientes de covid, hay una cifra alta de ingresados por otras enfermedades. ¡°En los primeros meses de la pandemia las salas de urgencias estaban casi vac¨ªas. La gente tem¨ªa contagiarse en un hospital, muchos se dejaron de tratar enfermedades y hoy necesitan atenci¨®n urgente¡±, explica Karen ?lvarez, que trabaja en un hospital de la capital.
Y si esto sucede en la capital de la naci¨®n, con 1.400 unidades de cuidados intensivos m¨¢s que en marzo de 2020 y unas 30 por cada 100.000 habitantes, las condiciones en regiones como la del Choc¨®, en la costa pac¨ªfica, donde las UCIs apenas han crecido para alcanzar las 4 por cada 100.000, puede estallar en cualquier momento.
?Inmunidad de reba?o?
Algunas voces dentro del pa¨ªs han venido sugiriendo que hab¨ªa regiones que pod¨ªan estar m¨¢s tranquilas que otras despu¨¦s del primer pico. Los resultados preliminares de los estudios de seroprevalencia que el Instituto Nacional de Salud (INS) revel¨® a finales de diciembre indican que en Leticia 6 de cada 10 personas han pasado el contagio; 55% en Barranquilla; 50% en Cartagena. En Medell¨ªn o Bogot¨¢ la cantidad es menor (27%-30% respectivamente), dejando un stock de personas susceptibles al contagio (al no contar con anticuerpos producidos por infecci¨®n pasada) mayor de cara a este segundo pico. Y aunque esto es t¨¦cnicamente cierto, tambi¨¦n lo es que en las dos capitales de la costa Caribe los casos han empezado a subir una vez m¨¢s, subrayando lo que han apuntado varios epidemi¨®logos en los meses pasados, entre ellos la colombiana Zulma Cucunub¨¢ (Imperial College de Londres): que la inmunidad de reba?o v¨ªa contagio masivo no es una opci¨®n ni recomendable, ni viable.
Ello no quita para que la incidencia territorial sea diferenciada, y con ello emerge la solidaridad regional. Hasta 629 pacientes de distintos lugares de Colombia han sido trasladados a una UCI en Bogot¨¢. Ahora, las autoridades sanitarias han solicitado apoyo para que ciudades como Barranquilla, Cartagena y Santa Marta reciban pacientes de covid-19 de la capital. Aunque de momento son solo una treintena de traslados, es una acci¨®n ilustrativa de los distintos momentos.
El peso demogr¨¢fico de Bogot¨¢, una ciudad de m¨¢s de siete millones de habitantes, es enorme, y ha sido uno de los epicentros del coronavirus desde que se confirm¨® el primer positivo el 6 de marzo de 2020. Pr¨¢cticamente desde el primer momento, la gesti¨®n de la pandemia ha enfrentado los liderazgos de la alcaldesa de la capital, Claudia L¨®pez, y el presidente Duque. Las dos principales figuras pol¨ªticas del pa¨ªs exhiben notables diferencias ideol¨®gicas, y han abundado los puntos de fricci¨®n. En varios momentos la alcaldesa, del progresista partido Alianza Verde, ha marcado el paso de la respuesta, pero en esta segunda ola se convirti¨® en blanco de cr¨ªticas por haberse tomado vacaciones ¨Cque interrumpi¨® para atender la emergencia¨C en el inicio del nuevo a?o, cuando la situaci¨®n se agrav¨®.
El incremento en la ocupaci¨®n de camas de cuidados intensivos e intermedios en la capital se produjo desde la primera semana de diciembre. Debido a su alto nivel de contagios y su velocidad de transmisi¨®n, desde la primera semana de enero un tercio de sus habitantes regresaron a una cuarentena estricta. Desde entonces, han escalado las medidas de confinamiento y restricciones a la movilidad, con toques de queda nocturnos para toda la ciudad y cuarentenas localizadas que en el arranque de esta semana cobijaban a nueve de las 20 localidades de la urbe, adem¨¢s de cuarentenas generales durante los fines de semana.
El momento cr¨ªtico ha encendido las alarmas. Tanto la alcaldesa L¨®pez como su hom¨®logo de Medell¨ªn, Daniel Quintero, han especulado en la b¨²squeda de explicaciones con la ¡°posible presencia¡± de la nueva variante de la covid-19 reportada en el Reino Unido. El segundo pico, han argumentado, est¨¢ siendo mucho m¨¢s dr¨¢stico de lo estimado, no solo por el mayor n¨²mero de contactos y contagios sino por la mayor carga viral identificada en los positivos. El INS ha aclarado que hasta el momento no se ha detectado la presencia de la nueva cepa en Colombia, y efectivamente no hay indicio alguno desde la vigilancia gen¨®mica que permita validar la hip¨®tesis.
Impacto tambi¨¦n econ¨®mico
Los costes de la epidemia no se miden solamente en casos, muertes y secuelas. La crisis econ¨®mica que ha tra¨ªdo la covid ha producido una de las mayores recesiones mundiales que se recuerdan, afectando sobre todo a los hogares que dependen del salario diario para asegurar su sustento. Teniendo eso en cuenta, el secretario de Salud de Bogot¨¢, Alejandro G¨®mez, ha dicho que se relajaron las medidas a final de a?o porque el n¨²mero de contagios hac¨ªa posible la reactivaci¨®n econ¨®mica, tras varios meses de cierres y cuarentenas. Ahora, cuando los hospitales est¨¢n al l¨ªmite reconoce que el resultado no fue el que esperaban. ¡°No solo falt¨® mayor capacidad de convencimiento pedag¨®gico por parte del Distrito y de la secretar¨ªa de Salud, sino voluntad de una parte de la poblaci¨®n que no crey¨® en el riesgo de la enfermedad y en sus graves consecuencias¡±, dijo en una entrevista con el diario El Tiempo.
Este impacto acumulado no es solo diferente por nivel de renta y capacidad de mantener un techo para capear la crisis: la brecha de g¨¦nero, de por s¨ª profunda en Colombia, se ha hecho a¨²n m¨¢s pronunciada durante esta crisis, que ha erosionado de manera desproporcionada el empleo de las mujeres.
Los servicios personales y los puestos en contacto directo con el p¨²blico, notablemente feminizados, son inevitablemente los m¨¢s da?ados por una situaci¨®n que afecta sobre todo a las actividades que implican interacci¨®n social. Olga Rivera, de 43 a?os, se qued¨® sin empleo durante la pandemia. El sal¨®n de belleza en el que trabaj¨® por m¨¢s de 15 a?os en el norte de Bogot¨¢ cerr¨® de un d¨ªa para otro. ¡°De repente no ten¨ªa con qu¨¦ pagar el arriendo ni con qu¨¦ comprar la comida¡±, dice. Para recibir algo de dinero limpia casas y hace tareas de alba?iler¨ªa, pero desde hace un par de semanas no ha podido hacerlo porque su barrio est¨¢ bajo cuarentena estricta. ¡°Si no salimos de nuestras casas no podemos trabajar¡±, reclama esta mujer, madre de tres hijos.
Los datos recogidos por la Alcald¨ªa de Bogot¨¢ en sus encuestas durante el primer confinamiento (de marzo a junio de 2020) subrayan esta tesis: cuando se le preguntaba a la ciudadan¨ªa que sal¨ªa durante las cuarentenas por qu¨¦ lo hac¨ªan, la proporci¨®n de respuestas relacionadas con el trabajo o las acciones de primera necesidad era notablemente mayor entre personas residentes en zonas de estrato socioecon¨®mico m¨¢s bajo.
En los hogares pertenecientes al estrato medio-alto y alto, las motivaciones puramente sociales o recreativas ganaban peso.
El impacto desigual de la pandemia (tanto en su vertiente econ¨®mica como en la directamente epidemiol¨®gica) encaja en la estructura inequitativa del pa¨ªs. Las autoridades, tanto nacionales como locales, han aprobado medidas de apoyo, pero su implementaci¨®n es lenta e insuficiente. Al mismo tiempo, el vaiv¨¦n de las decisiones para detener o ralentizar el avance del virus ha producido una erosi¨®n paulatina de la confianza en los gobernantes que a su vez responde a otro rasgo estructural colombiano: la falta de confianza institucional acumulada tras d¨¦cadas de desencuentros entre la ciudadan¨ªa y autoridades p¨²blicas. La expresi¨®n m¨¢s reciente de dicha erosi¨®n es la demanda constante a dichas autoridades para conocer m¨¢s sobre lo que una parte creciente de la poblaci¨®n lee como ¨²nica salida a la pandemia: la inmunizaci¨®n por vacunaci¨®n.
La vacuna, ¨²ltima salida
El pa¨ªs navega esta segunda ola en medio de una enorme zozobra en torno a la llegada de las vacunas. La Administraci¨®n Duque opt¨® por combinar una estrategia multilateral y varias bilaterales, pues hace parte del mecanismo Covax y ha alcanzado acuerdos con varias farmac¨¦uticas. En total, ha anunciado acuerdos para inmunizar a 29 millones de personas: 10 por medio de Covax, 5 con Pfizer-BioNTech, 5 con Oxford-AstraZeneca y 9 con Janssen, de Johnson y Johnson ¨Cque a diferencia de las dem¨¢s, s¨®lo requiere una dosis¨C. El plan se propone inmunizar a 34 de los cerca de 50 millones de habitantes. Pero los detalles solo han trascendido a cuentagotas, y la falta de transparencia ha despertado suspicacias tanto en diversos sectores de oposici¨®n como en los propios entes de control.
¡°Estas adquisiciones son hechos ciertos¡±, ha sostenido el ministro de Salud, Fernando Ruiz, al atajar las cr¨ªticas y defender que todos los pa¨ªses se han tenido que someter a los acuerdos de confidencialidad fijados por las farmace¨²ticas. Salvo Estados Unidos, sostiene, los dem¨¢s pa¨ªses no tienen un cronograma espec¨ªfico de la llegada de las vacunas, pues se est¨¢n consolidando las cadenas de producci¨®n y distribuci¨®n en un ambiente de escasez. De acuerdo a las proyecciones, Colombia contar¨¢ con dosis de Pfizer en febrero, del mecanismo Covax en marzo y con las de Jansenn y AstraZeneca entre abril y mayo. ¡°El objetivo del Gobierno no es tener protagonismo con la primera vacuna, sino ejecutar un proceso masivo con el que se logre la meta final de vacunar a m¨¢s de 34 millones de colombianos, destacando que ya se cuentan garantizadas 29 millones de inmunizaciones¡±, ha enfatizado Ruiz. Las diferentes fases priorizan a los trabajadores de la salud, los mayores de 60 a?os y las personas con comorbilidades.
Es muy dif¨ªcil comparar procesos de negociaci¨®n debido a que cada pa¨ªs tiene un portafolio de vacunas distinto, pero ninguno se ha atrevido a luchar por la transparencia, apunta Johnattan Garc¨ªa Ruiz, investigador del centro de pensamiento Dejusticia y profesor de Derecho y Salud Global de la Universidad de Los Andes. ¡°Al Gobierno le cuesta mucho explicarse, poder dar una informaci¨®n sencilla y clara a los ciudadanos, y esto genera bastante confusi¨®n¡±, valora. ¡°El hecho de que esta incertidumbre se mantenga hace que las personas entren en una situaci¨®n de desesperanza, e incluso de desconfianza con las instituciones p¨²blicas¡±, advierte. Destaca que si bien Colombia tiene un plan estructurado y una oferta seria, la cr¨ªtica ciudadana ha servido para revelar m¨¢s informaci¨®n de la que se conoc¨ªa. El d¨ªa y hora de la primera vacuna, sin embargo, siguen siendo un misterio.
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