Detenida en Alicante una pareja que explotaba a dos discapacitados a los que obligaba a ejercer la mendicidad
Una de las v¨ªctimas denunci¨® a la polic¨ªa que sufr¨ªa amenazas y palizas si no entregaba una cantidad m¨ªnima diaria, tras jornadas de 14 horas de lunes a domingo
Cada ma?ana, un Mercedes se paraba en una c¨¦ntrica calle de Alicante. Del asiento trasero, en torno a las 9.30, descend¨ªa un hombre que, con gran dificultad debido a las secuelas que le dej¨® la poliomielitis, se trasladaba hacia el lugar en el que se colocaba para ejercer la mendicidad hasta bien entrada la tarde. La rutina ces¨® el 22 de abril. Ese d¨ªa, el discapacitado se acerc¨® a una comisar¨ªa de la Polic¨ªa Nacional y denunci¨® su situaci¨®n. Viv¨ªa en condiciones lamentables, junto a un compa?ero, en casa de sus captores, un matrimonio que le hab¨ªa quitado la documentaci¨®n y lo explotaba bajo agresiones y amenazas de muerte, le negaba la higiene personal y le imped¨ªa comer si no llevaba una recaudaci¨®n m¨ªnima de unos 80 euros. Tras escuchar su declaraci¨®n, ese mismo d¨ªa, los agentes detuvieron a la pareja, de 48 y 51 a?os de edad, y los pusieron a disposici¨®n de un juzgado, acusados de un delito de trata de seres humanos con fines de explotaci¨®n para la mendicidad. Los arrestados est¨¢n en libertad con cargos.
El testimonio ofrecido por la v¨ªctima dej¨® petrificados a los agentes. El declarante, de 33 a?os, llevaba m¨¢s de dos a?os sometido a vejaciones, agresiones y amenazas por parte de una pareja que le obligaba a conseguir un m¨ªnimo de 80 euros diarios de lunes a domingo, en jornadas de 14 horas diarias. Tras su captaci¨®n y la de otra persona, tambi¨¦n con un alto grado de discapacidad, les hab¨ªan quitado la documentaci¨®n y les hab¨ªan impuesto las normas. Viv¨ªan todos juntos, los captores, su hija y las dos v¨ªctimas, a quienes prohib¨ªan ducharse o acceder libremente a la nevera para comer o beber, y solo percib¨ªan unos c¨¦ntimos cada cuatro d¨ªas para comprar cerveza y tabaco. Ocasionalmente, les permit¨ªan utilizar un m¨®vil, pero siempre bajo supervisi¨®n.
Los dos discapacitados eran trasladados cada ma?ana a su puesto de trabajo, donde deb¨ªan obtener los ¨²nicos ingresos que entraban en el domicilio compartido por v¨ªctimas y explotadores. Si no llegaban a la cantidad estipulada, les somet¨ªan a palizas, los amenazaban de muerte o los dejaban sin comer. Las v¨ªctimas se encontraban cada vez en peor situaci¨®n f¨ªsica y an¨ªmica, e incluso hab¨ªan ¡°menoscabado tanto su autoestima¡±, se?alan fuentes de la polic¨ªa, ¡°que con el transcurso del tiempo hab¨ªan llegado a considerar a sus captores como de su familia¡±. Los arrestados, en cambio, disfrutaban de todas las comodidades. No solo por el veh¨ªculo de lujo que conduc¨ªan. Tambi¨¦n porque en casa, subray¨® la v¨ªctima, a diferencia de los explotados, ¡°pod¨ªan usar agua caliente¡±.
En los ¨²ltimos cinco meses, todos se hab¨ªan mudado de domicilio. Pero las condiciones no cambiaron. La situaci¨®n se agrav¨®, incluso, ya que el declarante se?al¨® que hab¨ªa escuchado a sus jefes que lo iban a vender a otra organizaci¨®n similar, radicada en Albacete, por 2.000 euros. Fue entonces cuando decidi¨® hablar con la Polic¨ªa Nacional. Si no lo hab¨ªa hecho antes, manifest¨®, es porque desconoc¨ªa la legislaci¨®n laboral espa?ola. Los agentes le mostraron una serie de fotograf¨ªas de archivo policial y en dos de ellas pudo identificar a sus captores. Se trataba de dos delincuentes habituales, un hombre de 48 a?os y una mujer de 51, ambos de origen rumano, que se hab¨ªan instalado en Espa?a en 2007 y que acarreaban un amplio historial de delitos contra las personas.
Los agentes se trasladaron a la vivienda de los explotadores y los detuvieron. Junto a ellos se encontraba la otra v¨ªctima, que por medio a represalias, aseguran las fuentes consultadas, se neg¨® a declarar en sede policial. Ambas v¨ªctimas fueron alojadas en otro lugar que la polic¨ªa no ha dado a conocer. Los arrestados pasaron a disposici¨®n judicial, donde se les tom¨® declaraci¨®n y fueron puestos en libertad con cargos.
Antonio Ruescas, presidente de la federaci¨®n de asociaciones de discapacitados Cocemfe en Alicante, denuncia ¡°este tipo de violencia¡± e insta a las autoridades ¡°a abrir una investigaci¨®n m¨¢s amplia¡±. Ruescas se?ala que ¡°en ocasiones se ven escenas en las calles¡± que ¡°nos ponen en la pista de que pueden estar viviendo situaciones similares¡± a las de estas dos v¨ªctimas. Sin embargo, ¡°cuando intentamos hablar con los afectados no se dejan¡±, ya que las condiciones a las que son sometidos los hacen ¡°vivir en una burbuja¡± a la que resulta imposible acceder.
S¨ª han entrado en contacto con otras personas con todo tipo de discapacidad ¡°que ejercen la mendicidad sin coacciones, por cuenta propia¡±, gente ¡°sin recursos o fuera del sistema¡± a los que tratan de brindar todo la ayuda a su alcance. ¡°Los ponemos en contacto con los servicios sociales, acudimos al banco de alimentos o les ayudamos en su aseo personal¡±. La federaci¨®n tambi¨¦n cuenta con su propio ¡°servicio de inserci¨®n laboral, para darles condiciones de accesibilidad¡±, aunque reconoce que no siempre cuentan con recursos suficientes para abordar este problema.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.